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La colombiana será la única intérprete latina en mover sus caderas frente al recién electo Presidente de
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En 1950, todavía como parte del Departamento del Magdalena, el Cesar tenía un ingreso por habitante similar al promedio nacional. En 2006 el mismo indicador es de 73%. El habitante del Magdalena está peor: cuenta hoy con sólo el 52% del producto del colombiano medio.
En los últimos 10 años el producto del departamento se ha ampliado mucho gracias a la minería del carbón pero en términos del ingreso departamental —restados las ganancias de las empresas mineras, los impuestos nacionales, la remuneración de los ejecutivos e ingenieros que viven en Barranquilla— el impacto es menor en cerca del 40% del valor minero. Lo que le queda a los habitantes de la región son los ingresos de los contratistas locales, los de la mano de obra que viven ahí y las regalías que recibe el departamento y los municipios adyacentes a las minas.
El Cesar ha pasado por varias bonanzas que han acabado mal; cada una de ellas dejó al menos un barrio bonito y arborizado en Valledupar. La primera, impulsada por un auge mundial, fue la del algodón que fue expoliada en parte por los textileros que conformaban un monopolio de compra de la fibra que se llamaba Diagonal y que lograba que el gobierno prohibiera las exportaciones, revaluara el tipo de cambio e impusiera precios bajos al sector. El contrabando, por su parte, frenaba la industrialización de la región que debía utilizar los insumos caros de la industria protegida del interior. Los mismos algodoneros no se pusieron impuestos para financiar la investigación agrológica que los proveyera de métodos y variedades adaptadas al medio ambiente, de tal modo que las plagas terminaron por arrasar con la bonanza del oro blanco.
Más adelante el Cesar, junto con La Guajira, fue el teatro de la bonanza marimbera que financió el contrabando y se disipó en consumo suntuario. Las luchas entre los clanes que intermediaban el tráfico ilegal multiplicó la violencia, hasta que los Estados Unidos hicieron una substitución de importaciones con variedades de mayor contenido alucinógeno que las locales.
Otras bonanzas han sido disfrutadas por la ganadería con sus exportaciones masivas hacia Venezuela y por la palma africana que se cultiva en San Alberto. En cada una de ellas, y lo mismo está sucediendo frente a la bonanza del carbón, la dirigencia cesarense no se ha organizado para sembrarlas y para orientar el desarrollo de la vocación agroindustrial que tiene el departamento.
En el tema de las regalías hay despilfarro: entre 1995-2005 se han pagado $750.000 millones, lo que da $829.000 por cada habitante, mientras que el índice de Necesidades Básicas Insatisfechas cubre al 45% de la población. En 2006, cada habitante debió usufructuar $118.500. También las transferencias de la nación han sido apropiadas por grupos ilegales. Hay evidencia de una enorme pereza tributaria.
El investigador Jaime Bonet, del Centro de Estudios Regionales de Cartagena, propone que parte de las regalías se destinen a modernizar la administración pública de departamentos y municipios del país para que cuando se acaben las bonanzas por lo menos subsista el Estado a nivel local y departamental. Así sus habitantes podrán resolver sus problemas y enfrentar mejor el futuro.
En un pequeño pueblo de la costa atlántica de Colombia llamado Aracataca, nació un domingo 6 de marzo del año 1927, uno de los más grandes exponentes de la nueva literatura latinoamericana. Un hombre que consagraría sus estudios, sus experiencias y su vida al servicio del periodismo, las leyes y las letras.
Conocido en el ámbito familiar como Gabito (hipocorístico guajiro para Gabriel), posteriormente un compañero del diario bogotano El Espectador, José Salgar, lo llamaría Gabo, para dar un seudónimo de conocimiento mundial al periodista y escritor colombiano Gabriel José de la Concordia García Márquez.
Fue criado por sus abuelos maternos, el coronel Nicolás Márquez y Tranquilina Iguarán, en Aracataca, pero a la muerte de éste, para culminar sus estudios de secundaria. Luego en Bogotá, comenzaría una carrera en Leyes y Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Colombia que más tarde abandonaría para trabajar como columnista y reportero en el diario El Heraldo, a finales de 1949.
Años después, se desempeñó en Bogotá como reportero y crítico de cine, trabajando para El Espectador.
Tuvo dos hijos con su esposa Mercedes Barcha (Rodrigo y Gonzalo), con la que el 22 de marzo de 2008 Gabriel García Márquez celebró sus bodas de oro.
Su amistad con Ernesto "Che" Guevara, vino con el triunfo de la revolución cubana, tras lo cual se fue a trabajar a La Habana en la agencia Prensa Latina, creada por el gobierno cubano.
Como corresponsal de Prensa Latina en 1961, vivió en Nueva York, hasta recibir críticas y amenazas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la cual atacó duramente su trabajo periodístico, así que decidió instalarse en México.
Cien años de soledad, ha sido la obra más celebrada y reconocida del escritor, la cual vio la luz en 1967. La novela es considerada un gran referente del Realismo Mágico, y cuenta la historia de la familia Buendía en la fantasiosa localidad de Macondo.
A partir de 1975, García Márquez vivió entre Cartagena de Indias, La Habana y París, pero desde 1981, ha residido permanentemente en México.
La Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), llegó en 1994 de la mano de sus fundadores García Márquez, su hermano Jaime y el abogado Jaime Abello. El propósito de esta institución, es que jóvenes periodistas puedan aprender con maestros del oficio como Alma Guillermo Prieto, Javier Darío Restrepo o Jon Lee Anderson, en busca de renovar sus vocaciones y aprender a hacer un mejor y moderno periodismo.
Según la opinión del geógrafo y crítico literario Wolfgang R. Vicent V., quien a su vez funge como Director de los Servicios Técnicos de la Biblioteca Nacional de Venezuela, los aportes más resaltantes de Gabriel García Márquez hacia la literatura latinoamericana, tienen que ver con el hecho de haber convertido en "universales las cosas cotidianas que le pasan o le han contado a cualquier latino en su terruño, el haber conjugado la fantasía, la realidad y la historia y haber construido con una prosa sencilla pero muy culta a la vez, sentimientos y pasiones que los latinos tenemos en lo más profundo de nuestro ser, y que ese sentir nos represente a todos los que vivimos en torno a esa maravilla que es el mar Caribe".
Vicent, destacó en entrevista exclusiva para la página web de Telesur, que "la técnica narrativa y el poder de transportarnos a esos mundos tan maravillosos, tan reales y tan mágicos que nos absorben en esas sabrosas y cautivantes lecturas, ese inmenso poder creativo de García Márquez de mostrarnos las cosas interpretadas a su modo que es nuestro modo, es su gran aporte".
Por otro lado, El Gabo, ha demostrado un profundo interés en el cine, logrando participar desde muy joven en la realización de numerosas producciones, entre ellas, su primer cortometraje surrealista "La langosta azul".
En 1950, cursó estudios en el Centro Sperimentale Di Cinematografia di Roma (Cinecittá), teniendo como condiscípulos al argentino Fernando Birri y al cubano Julio García Espinosa, quienes más tarde, serían considerados fundadores del llamado Nuevo Cine Latinoamericano.
Desde 1986, García Márquez ejerce como presidente de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano con sede en La Habana. En ese mismo año, funda, junto a Fernando Birri y Julio García Espinosa y apoyados por el Comité de Cineastas de América Latina, la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños en Cuba.
El escritor colombiano ha dedicado a la institución tiempo y dinero de su propio bolsillo para apoyar y financiar la carrera cinematográfica de jóvenes provenientes de América Latina, el Caribe, Asia y África.
En 2006, fue llevada a la gran pantalla su obra "El amor en los tiempos del cólera", escrita en 1985, con guión del sudafricano Ronald Harwood y bajo la batuta del director británico Mike Newell. Se grabó en Cartagena de Indias.
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