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EN LA PAZ DEL SEÑOR DESCANCE QUIEN SE QUEDO EN BARRANQUILLA PARA SIEMPRE EN LAS ENTRAÑAS DE SU TIERRA. GRACIAS POR SUS CANCIONES ALUSIVAS A LA TIERRA BARRANQUILLERA. ¡GRACIAS JOE........!¡PAZ EN SU TUMBA.... !.

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QUMRÁN.arenosa Bienvenido.Barranquilla se convirtió en el refugio predilecto para judíos, alemanes, polacos e italianos, adicionalmente, por los conflictos en el Medio Oriente.En la ciudad también habitan muchos venidos de Arabia Saudita, Turquía y Líbano. La última masa migratoria ha sido desde China. Del sur del país, en la ciudad viven muchos santaderenos y antioqueños---- Hay cinco carnavales con la categoria de Patrimonio de la Humanidad en el mundo, los de Oruro (Bolivia), Barranquilla (Colombia), Binche (Bélgica), Drametse (Bután) Makishi (Zambia) y San Juan de pasto (Colombia)..¡.Brindo un previo homenaje a la ciudad que me vio nacer y crecer, por sus 198 años de historia desde el 7 de Abril de 1813. Dios Bendiga y continué prosperando a sus hijos(as) tanto naturales como adoptivos en todas las colonias. o domesticas o foráneas. Somos una amalgama étnica cultural, con una identidad común, ser barranquilleros. Somos una fuente de información con formato y estilo diferente
¡Bienvenido a Barranquilla la cuarta ciudad del país,con más de 30.000 hectáreas cuadradas en el casco urbano . su nombre original fue barrancas de san nicolas. Es una de las ciudades más jovenes y cosmopolítas de Colombia.Tiene uno de los sectores residenciales màs grande y elegante de Colombia llamado El Prado.El cementerio màs grande de la patria llamado Cementario Catòlico Calancala el cual separa a los barrios de San Felipe, Los Pinos,Lucero y Chiquinquira. * Cuna de la aviación civil en Colombia. * Primera ciudad en transporte marítimo y fluvial. * Recibe el primer teléfono en Colombia. * Crea el primer puerto en el país. * Crea la primera compañía de servicios públicos (Telefonía). * El muelle de Puerto Colombia fue el segundo más largo del mundo en su época. * Se crea el primer hotel turístico en Latinoamérica (Hotel del Prado).

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Los Hermanos Karl C y Robert Parrish y su influencia en el desarrollo de Barranquilla

Karl C. Parrish en su casa de Barranquilla
EDUARDO POSADA CARBO St. ANTONY’S COLLEGE
LA NOTICIA la daba, con orgullo nacionalista, el periódico estadounidense The Angeles Times el 3 de noviembre de 1930: "Iowanos invaden Latinoamérica". La invasión no era masiva; mucho menos para escandalizarse:
"dos muchachos de Iowa, cuyo único capital lo constituían originalmente la experiencia y la ambición, han extendido la frontera americana 3.000 millas al sur para establecerse como
líderes económicos de Colombia" 1 .
Los hermanos Karl C. y Robert Parrish, oriundos de una región agrícola de los Estados Unidos y a quienes aludía The Angeles Times, llegaron a Colombia a principios de este siglo y establecieron su residencia en Barranquilla y Bogotá, respectivamente. Karl Calvin, el mayor de los dos hermanos, fue el iniciador de esta aventura empresarial. Nacido en León, Iowa, en 1874, Karl C. Parrish se graduó de ingeniero de minas en 1901 en la Colorado School of Mines y, antes de llegar a Colombia, estuvo explorando minas en los territorios de Colorado, California, Arizona, Nuevo México y México. Robert, veinte años menor, era abogado de la Universidad de Iowa y estuvo ejerciendo la profesión de abogado en la firma de su padre antes de vincularse a las empresas de su hermano en la América del Sur 2
Karl C. Parrish llegó por primera vez a Colombia en 1904, trabajando, al parecer, para la Andes Mining Development Co. en Guamacó. Después de observar las posibilidades de emprender una explotación minera en el país, regresó a los Estados Unidos en busca de financiación y con la ayuda de unos capitalistas de Chicago fundó la Champane Mine, al sur del departamento de Bolívar. Sus primeros años, en compañía de su esposa Blanche, tienen los encantos y los riesgos de la actividad colonizadora:
"[...] tomaban once días de camino desde Simiti, en el río Magdalena, hasta la mina. Unos pocos natives comenzaban a limpiar el monte y sembraban maíz entre la maleza, también
piñas y plátanos " 3 .
Parrish nunca abandonó la minería. Mediante ella logró acumular cierto capital que reinvirtió en varias regiones y en diversos sectores de la economía del país. Se entusiasmó con las proyecciones de Barranquilla como centro portuario de Colombia, donde estableció su residencia así como su centro de operaciones. A finales del segundo decenio de este siglo, se asoció con la familia De la Rosa para fundar la Compañía Urbanizadora El Prado, y a partir de allí Karl C. Parrish y su hermano Robert estarían detrás de los grandes proyectos de ese municipio: las Empresas Públicas Municipales, el Acueducto, Bocas de Ceniza, el Terminal Marítimo o las carreteras a Puerto Colombia y Cartagena. Sus intereses fueron más allá del desarrollo urbano de Barranquilla. Organizaron la exploración y la explotación de minas en los departamentos de Antioquia, Bolívar y Chocó; invirtieron en finca raíz en Cali, Bogotá y Medellín; controlaron los servicios públicos de Magangué, El Banco y Calamar; fueron por algún tiempo los principales accionistas de la Cervecería del Magdalena y de uno de los aserraderos más grandes del país. En 1930, el embajador de los Estados Unidos en Bogotá describía a Karl C. Parrish como "un muy exitoso constructor y
sagaz hombre de negocios", asociado con prominentes compañías e intereses bancarios estadounidenses 4.
Las vinculaciones de Parrish con el mundo financiero de los Estados Unidos lo convirtieron, en varias ocasiones, en "su hombre en Colombia", al tiempo que para los colombianos, también en diversas oportunidades, fue "nuestro hombre en Estados Unidos".
Desde 1907, Karl C. Parrish se radicó en Barranquilla, aunque durante estos primeros años pasaba la mayor parte de su tiempo en las minas y vivió algunas temporadas en Cartagena. Ambas ciudades atrajeron su atención desde muy temprano; sin embargo, decidió invertir en Barranquilla por considerar que en Cartagena la riqueza se encontraba más concentrada; además, "muchas de las mejores familias ya han construido buenas casas". Los hermanos Karl C. y Robert Parrish, así como su capital allí invertido, le identifican como uno de los principales defensores de la ciudad; promovía con insistencia su desarrollo, tanto en el país como en el extranjero. En 1920 le escribía a unos negociantes de Pensilvania: "Barranquilla se está volviendo un pueblo realmente próspero. Todo está floreciendo y tal parece que será la mayor ciudad comercial del norte de Suramérica. Es un sitio muy cosmopolita". Ese mismo año le aseguraba al cónsul de los Estados Unidos que Barranquilla estaba creciendo más que las otras ciudades de Colombia. Diez años más tarde se enorgullecía de su influencia en el desarrollo de Barranquilla y así lo comunicaba a uno de sus empleados desde Nueva York: "a menudo se menciona a Barranquilla como la única ciudad bien administrada en todo el norte de Suramérica y por lo tanto Parrish y Cía. están recibiendo un
poco de fama" 5.
En asocio con Manuel J. y Enrique de la Rosa —miembros de una tradicional familia barranquillera— y de los ciudadanos estadounidenses Jas F. Harvey y W. D. de Barard,
Los Parrish crearon la Compañía Urbanizadora El Prado


En 1920, con capital inicial de $300.000 6 . El objetivo inmediato de la compañía fue construir un barrio residencial moderno, en las afueras de la ciudad, con las características de un suburbio norteamericano: grandes avenidas, parques y zonas verdes, casas amplias rodeadas de espaciosos jardines, clubes deportivos y campestres. Las dimensiones de la empresa y su rápido crecimiento motivaron que la sociedad se involucrara directamente en casi todos los rincones del desarrollo urbano de Barranquilla: la pavimentación de sus calles arenosas, la prestación de los servicios públicos o la construcción del acueducto o del alcantarillado.
La venta de lotes urbanizados se movió con celeridad desde un comienzo y las familias que vivían en los sectores aledaños a la calle Obando pronto se trasladaron a los terrenos de El Prado, de aires más refrescantes, más cerca del mar. El entusiasmo de algunos superaba aveces sus posibilidades económicas. "La tendencia es construir muy caro —escribía el padre de Parrish, quien entonces revisaba los balances de El Prado—; el problema es mantener a estos tipos al nivel que
ellos puedan costear" ‘ 7
En términos generales, a pesar de estos temores, la compañía recogía los pagos de manera satisfactoria. En 1928, por ejemplo, El Prado tenía 260 "mutuarios", sólo dieciséis con dificultades en el pago de sus cuotas. Parrish organizó, al parecer, un sistema de ventas a plazos que garantizaba una ágil movilización del mercado y un razonable estado de liquidez para la sociedad. En 1928 y 1929, la compañía recibía entre $10.000 y $30.000 mensuales. Según el mismo Parrish, el desarrollo de El Prado, que había costado hasta entonces un par de millones de dólares, se había logrado sin préstamos, excepto algunos de carácter temporal, los que nunca excedieron de $50.000; la mayor parte del tiempo, El Prado disponía en sus bancos de una suma líquida entre $50.000 y $100.000 8 .
El moderno vecindario se vio complementado con la construcción de un club campestre, varias instalaciones deportivas y un hotel de primera categoría que se financió en sociedad con miembros de la familia Obregón a un costo aproximado al $1.000.000. Además de El Prado, de casas amplias y a veces lujosas —quizá una exquisita versión estadounidense de la arquitectura tropical— la compañía proyectó otros barrios de "casas pequeñas pero bien construidas, por las cuales hay una gran demanda [...] al costo de $1.500 a $3.000 cada una" 9 . Sin duda, la Compañía Urbanizadora El Prado fue de las más rentables que emprendieran los Parrish en Barranquilla. A través de ella lograron acumular considerables extensiones de tierra que servirían de garantía para abrir negocios en otros frentes, así como representó, durante su primer decenio de existencia, una fuente casi constante de ingresos.
Paralelamente a la venta de lotes, se iban desarrollando sus actividades conexas, tales como la construcción, el diseño arquitectónico o las obras de ingeniería. Tras la buena marcha de El Prado, los Parrish fueron integrando su negocio de urbanización con otras empresas, tales como una fábrica de ladrillos o un aserradero, el más grande de la costa caribe colombiana.
A finales del segundo decenio de este siglo, los hermanos Parrish


—Por conducto de la Compañía Colombiana de Inversiones, la Compañía Urbanizadora Bellavista y Parrish Investment Co.— obtuvieron el control de la Compañía de Maderas La Industria, de la que también fueron socios Carlos A. Dávila, Rafael Obregón, Carmelo Arango, Jorge Obando, Gregorio Armenta y Eduardo Hughes.
La Industria, fundada varias generaciones atrás por la familia Salcedo, producía diversos tipos de madera para construcción, así como para la fabricación de cajas y de muebles. Situada cerca de Barranquilla, al pie del río, la industria recibía su materia prima —troncos de caoba, cedro, ceiba o caracolí, entre otras variedades de madera— por la vía fluvial, producida a su vez de manera artesanal por cientos de taladores a lo largo del Magdalena. Su mercado era bastante amplio, siendo Barranquilla —el sector de la construcción en particular— su plaza principal; pero también vendía sus productos en Santa Marta, Ciénaga, Cartagena y los pueblos del río Magdalena hasta Girardot. Las cajas de La Industria —una de las líneas más importantes de la empresa— llegaban hasta Barrancabermeja, donde operaba la Tropical Oil Company, su
primer cliente 10 .
Se trataba de un negocio bastante rentable que comenzó a funcionar en condiciones monopólicas desde que los Parrish lograron la fusión de La Industria con otros aserraderos de la costa y adquirieron uno de los mayores aserraderos de Bogotá. A pesar de los rigores a que se vio sometida La Industria durante la Gran Depresión, la compañía planeaba aumentar su capital de trabajo en 1930, con el fin de extender sus actividades a la misma producción de su materia prima. Hasta el momento, la tala de árboles se hacía artesanalmente, en un mercado competitivo, de baja tecnología, sujeto a las dificultosas condiciones de transporte del río y abierto, por consiguiente, a la posibilidad de su rápida modernización. Karl C. Parrish temía verse desplazado por una "compañía extranjera" (en sus propias palabras) que, al organizar la tala de árboles, se apoderara también del mercado maderero 11 ,
Si bien la Compañía Urbanizadora El Prado había garantizado su desarrollo con la adquisición masiva de tierras y el control de algunas actividades conexas, como la producción de maderas, se debía enfrentar no obstante a la restringida capacidad del municipio para expandir la prestación de los servicios públicos al ritmo de crecimiento de la ciudad. Las dimensiones de una nueva Barranquilla habían superado la infraestructura del siglo XIX. Los Parrish decidieron promover directamente la construcción de un moderno acueducto y la de otros proyectos y, para tal efecto, gestionaron un empréstito con la Central Trust Co., de Illinois, por $5.000.000, que el municipio contrató en 1925 12 . Su firma de ingenieros, Parrish y Cía., seria la encargada de llevar a cabo las obras: acueducto, alcantarillado sanitario, pavimentación de calles, reconstrucción del mercado y pabellón de carnes.

las Empresas Públicas Municipales
El empréstito de la Central Trust replanteó por algunos años el manejo de las finanzas municipales de Barranquilla, al crearse las Empresas Públicas Municipales bajo la administración de una junta autónoma e independiente del concejo de la ciudad. Para garantizar la puntual recolección del crédito, se colocó al frente de la misma al ciudadano estadounidense Samuel Hollopeter, quien cumpliría sus funciones durante veinte años, dejando tras de si la imagen de haber administrado la empresa de servicios públicos más eficiente de la Colombia de la época.
Las condiciones del empréstito fueron fuente de sucesivos enfrentamientos con ciertos sectores políticos de la ciudad que se veían excluidos del manejo de los dineros provenientes del préstamo, así como de la nueva organización administrativa del municipio. En 1929, varios miembros del concejo buscaban la posibilidad de otro arreglo bancario en el extranjero por intermedio de la firma estadounidense Foundation Company, a su vez interesada en desplazar a Parrish y Cía. de la construcción de las obras públicas del municipio. Karl C. Parrish denunciaba así los hechos a su representante en Nueva York:
[...] siento que es mi deber advertir a Washington [al departamento de Estado] que intereses americanos están tratando de destruirla única forma exitosa de administración gubernamental en Suramérica [...] los hombres de negocio están furiosos, pero los malos políticos están en el poder [...] Yo conozco al político que está al mando y él es un hombre sin escrúpulos [...] el presente contrato evita casi todo soborno en la ciudad y a él le gustar la acabar con esta maquinaria de los
hombres de negocios" 13.
Los intentos de la Foundation Company fracasaron; pero muchos de los concejales no dejaron, una y otra vez, de entrabar la labor de las Empresas Públicas, hasta provocar en una ocasión la encarcelación de su gerente, Samuel Hollopeter. Robert Parrish le describía la causa de los conflictos al presidente Enrique Olaya Herrera en 1933:
"Los principales políticos de la Costa están natural y enconadamente opuestos a este contrato, y continuamente tratan de conseguir algunos inversionistas para refinanciar y así colocarles de nuevo en la silla [...]
Ciertos elementos políticos en el presente Concejo Municipal quisieran en lo posible entrabar la labor de la Junta Administradora de tal manera que ellos pudieran obtener el control y la administración de los fondos a cargo hoy de esa Junta. Los mejores elementos de la ciudad no favorecen [...] interferencias con la Junta, y espero que aquellos elementos políticos no
causen complicaciones indebidas " 14.
No toda la clase política se opuso al empréstito. Karl C. Parrish mantenía cordiales relaciones con otros políticos prestantes de la ciudad —tales como Alberto Pumarejo, jefe liberal del Atlántico y también hombre de negocios—, al tiempo que su hermano Robert establecía contactos con los líderes políticos de la capital. Algunos de sus socios y abogados estaban, de alguna manera, involucrados en política. Enrique de la Rosa, accionista de El Prado, y M.T. Mendoza Amarís, su consejero para asuntos legales, fueron miembros del directorio liberal del Atlántico
15. Con el apoyo de estos y otros sectores políticos, de la Cámara de Comercio y de la mayoría del sector privado, los Parrish supieron sortear numerosas dificultades y controlar así por varios años —de común acuerdo con los intereses bancarios de Chicago— a las Empresas Públicas Municipales, en lo que parece haber sido una particular experiencia de colaboración entre los hombres de negocios, la clase política y el capital estadounidense. Durante el gobierno de Enrique Olaya Herrera, los Parrish recibieron más de una propuesta para organizar los servicios públicos de otras ciudades del país siguiendo el modelo administrativo de Barranquilla.
El entusiasmo por el desarrollo de esta ciudad estuvo siempre vinculado a su futuro portuario. Karl C. Parrish creyó en la excelencia de la situación geográfica de Barranquilla —al pie del río más importante de Colombia y a escasos kilómetros del mar Caribe—, que le permitía convertirse en centro de convergencia entre el transporte marítimo y fluvial. La consolidación de esta doble condición portuaria —que significaba su consolidación como polo comercial e industrial— se veía impedida por una barra de arena —las Bocas de Ceniza— que había imposibilitado la entrada regular de buques marítimos de gran calado por el río Magdalena hasta Barranquilla. Esta dificultad natural, producida en parte por los sedimentos que arrastran el Magdalena y sus afluentes a lo largo de sus trayectos, había sido superada por primera vez en la segunda mitad del siglo XIX, cuando una línea de ferrocarril comunicó a Barranquilla con la bahía de Sabanilla. Se trataba, sin embargo, de una bahía inestable y el puerto marítimo tuvo que trasladarse a Salgar, y posteriormente a Puerto Colombia, donde también se construyó un largo muelle, esperando así suplir las deficiencias de la naturaleza. Todos estos esfuerzos demostraron ser apenas soluciones temporales, aunque gracias a ellos Barranquilla recibió un impulso comercial sin precedentes. Sus limitaciones se hicieron evidentes desde los primeros años del siglo XX, y los empresarios barranquilleros comenzaron entonces a promover la apertura de Bocas de Ceniza. Karl C. Parrish fue activo defensor de este proyecto y además creía que la apertura de Bocas de Ceniza traería consigo el desarrollo del valle del Magdalena, al crearse las condiciones para la inversión a gran escala en la agricultura de la región con posibilidades de proyectar su producción
hacia las exportaciones 16


Proyecto de Bocas de Ceniza
Los Parrish se vincularon directamente al proyecto de Bocas de Ceniza en julio de 1929 cuando el mismo gobierno, por intermedio del ministro de obras públicas, Rafael Escallón, los invitó a presentar una propuesta de concesión que contemplara la pronta finalización de los trabajos que allí venía realizando desde 1925 la Compañía Ulen de los Estados Unidos, y que ahora se encontraban paralizados a causa de serias desavenencias entre el gobierno nacional y la compañía estadounidense 17
Los primeros estudios sobre la apertura de Bocas de Ceniza fueron realizados en 1899 y en 1909; ambos se discutieron en el Congreso y éste alcanzó a apropiar una millonaria partida para la ejecución de las obras 18 . Un contrato de 1914 entre una casa alemana y el gobierno colombiano vio truncados sus esfuerzos al precipitarse la primera guerra mundial, tras la cual el gobierno adelantó negociaciones para reasignar los trabajos, esta vez a la Compañía Ulen, en 1924, la que se comprometió a finalizar la obra en un corto periodo. En 1929, era obvio que la Ulen no podía terminar los trabajos prometidos, además de haberse excedido en el presupuesto originalmente asignado. La compañía estadounidense, de prestigio internacional, acusó al gobierno de haber incumplido los términos del contrato, retardando la entrega de los dineros, entrabando los trabajos con diligencias burocráticas y reduciendo las partidas. El gobierno, por su parte, atribuyó a la Ulen toda la culpa del fracaso y dio por cancelado el contrato, retardándose así una vez más la apertura de Bocas de Ceniza, en una historia que refleja el lento proceso de las obras públicas en Colombia, entorpecido por los continuos cambios de ministros, las intrigas políticas y los celos regionales, sujeto a ratos a las luchas de las potencias mundiales y siempre a los ciclos de la economía internacional.
La opinión pública barranquillera se movilizó en favor de la Ulen y en contra del gobierno, y las manifestaciones cívicas se apoderaron en más de una ocasión de las
calles de la ciudad 19 . Los hermanos Parrish, mientras tanto, agilizaban sus gestiones en los círculos financieros de Nueva York, donde lograron formar un grupo con las firmas Harris, Forbes and Co., Electric Bond and Share Co., First National Corporation of Boston, Stone, Webster and Blodget, la misma Ulen and Company y Raymond Concrete Pile and Co. dispuestas a participar en la financiación de las obras. El proceso se vio esta vez paralizado por la natural demora de proyecto de ley de autorización en el Congreso y después por el cambio de gobierno, a lo que se sumó la crisis de la economía mundial y sus efectos en el mercado financiero. A pesar de estas dificultades, los Parrish siguieron tocando puertas en Nueva York y en Londres con el respaldo ya del nuevo presidente,Enrique Olaya Herrera. Final-mente, en mayo de 1933, el gobierno firmó un contrato con Robert Parrish —como representante de la Compañía del Puerto y Terminal de Barranquilla, de la Raymond Concrete Pile Company y de la Winston Brothers Company— para la canalización de las Bocas de Ceniza y la construcción del puerto marítimo y fluvial en Barranquilla 20 , Pasaron varios años antes que el terminal marítimo entrara en funcionamiento, y las Bocas de Ceniza nunca dejarían de traer sus problemas; pero es innegable que la participación de los Parrish durante estos años fue decisiva en el impulso de las obras que le dieron a Barranquilla un nuevo despegue comercial.
Hotel El Prado, original del arquitecto SH White
Perspectiva en acuarela del hotel El Prado, original del arquitecto SH White, Cleveland. Ohio.
La defensa de Bocas de Ceniza y su entusiasmo por el desarrollo portuario de Barranquilla no tenían por qué impedir que los Parrish se fijaran en otras regiones y ciudades del país, donde también invirtieron sus dineros y participaron de los intentos de modernización de sus servicios y obras públicas.
Sus relaciones con Cartagena, sin embargo, no parecen haber sido muy afortunadas, aunque en 1931, por ejemplo, tras diferentes comisiones de ciudadanos de esa ciudad se les acercaron para pedir su colaboración en la solución de los problemas de sus servicios públicos, petición que también les había sido formulada por el presidente Enrique Olaya Herrera. Los Parrish negociaron por algún tiempo con la Electric Bond and Share Co. una propuesta para Cartagena pero con vanos resultados:
"La Electric Bond consideró finalmente que era muy difícil hacer negocios con la gente de Cartagena [...]. Ellos tratan de conseguir todo a cambio de nada [...]. Ellos no han aprendido el secreto de negociar con las grandes compañias[...]. que la administración de una ciudad es como cualquier
otro negocio" 21.
En 1931, Karl C. Parrish le presentó a Simón Bossa, entonces presidente de la junta administradora de las Empresas Públicas de Cartágena, un proyecto para la construcción de un nuevo acueducto. Al parecer, una serie de problemas políticos impidieron llegar a un acuerdo:
"Yo dudo que se pueda hacer algo [...] hay muchos intereses políticos adversos [...]. La situación en Cartagena es tan complicada que en muchos aspectos yo personalmente estaría complacido al no tener nada que
ver con ella " 22,
No debían de ser muy distintas las complicaciones políticas de Cartagena de las de Barranquilla, y los Parrish, a pesar de sus desanimados comentarios, hubieran querido participaren el manejo de sus servicios públicos. Quedó muy claro que por lo menos lo intentaron. Al igual que en Barranquilla, aunque quizá con menor intensidad, mantuvieron cordiales relaciones con ciertos círculos políticos y comerciales de Cartagena. Karl C. Parrish creía que el desarrollo de ambos puertos no era mutuamente excluyente y trabajó en la mejora de las comunicaciones entre ambas ciudades. Participó en la construcción de la carretera Barranquilla-Cartagena y por varios años promovió el proyecto de ferrocarril que uniera a los dos puertos.
En Santa Marta


Los Parrish —por conducto de Parrish y Cía. y la Compañía Colombiana de Inversiones— alcanzaron a manejar 2.000 de las 6.000 acciones de la Cervecería del Magdalena, que representaban un capital de $200.000. En 1930, esta empresa vendía alrededor de 4.500 cajas de cerveza mensuales en los mercados de Santa Marta, Ciénaga, la zona bananera, Barranquilla, los pueblos del río Magdalena y Bucaramanga. Durante esta época, la Cervecería del Magdalena se vio enfrentada a una guerra de precios con las cervecerías de Bolívar y de Barranquilla, de propiedad de la familia Osorio de Barranquilla. Karl C. Parrish intentó la fusión de las cervecerías de la costa como forma de superar ésta que consideraba una dañina competencia. Las negociaciones con Alberto Osorio, accionista principal de la Cervecería de Barranquilla, fueron largas pero infructuosas y Osorio rehusó todas las propuestas. El fracaso de las negociaciones y las negativas consecuencias de la guerra de precios con las cervecerías de Barranquilla, sumadas a los efectos de la depresión, obligaron la venta de sus intereses en la Cervecería del Magdalena a la Cervecería Bavaria de Bogotá 23.
Su fracaso como cerveceros en Santa Marta y sus frustrados intentos de participar directamente en el desarrollo urbano de Cartagena, podrían compensarse con sus intereses en los servicios públicos de varios pueblos de la costa, así como con sus inversiones en otras regiones del país.
En 1922, Parrish y Cía. habían vendido e instalado una planta de hielo en el municipio de Magangué, Bolívar. Al poco tiempo, los compradores se vieron en dificultades financieras y cedieron la propiedad y la administración de la planta a los Parrish, quienes hicieron planes de inmediato para combinar este negocio con la empresa de energía eléctrica, con el objetivo de ensanchar la capacidad de la planta y mejorar el servicio. Entre 1925 y 1930 la distribución de la luz eléctrica se incrementó en un 100% mientras las ventas de hielo aumentaron 400%, dadas las presiones de la demanda por este producto tanto en Magangué como en otros pueblos aledaños. Karl C. Parrish creyó además que la situación geográfica de Magangué, centro ganadero y comercial de importancia, garantizaba el crecimiento económico de esa región, vinculada a la apertura de Bocas de Ceniza y al desarrollo de los pueblos ribereños del Magdalena
24 . Esta, al igual que otras perspectivas de desarrollo, era imposible sin la mejora de las comunicaciones, por lo que proyectaba una troncal ferroviaria que comunicara a Sincelejo con Magangué y a ésta con Barranquilla.
A través de la Compañía Colombiana de Servicios Públicos y mediante las gestiones de Gonzalo Conde —abogado y político liberal, uno de sus más cercanos colaboradores— los Parrish aseguraron contratos con los municipios de Magangué y El Banco para la prestación de los servicios de energía eléctrica y acueducto. En representación del Banco Anglo-Suramericano, también comenzaron a controlar las plantas de hielo, energía y acueducto de Calamar, a partir de 1931. Aunque no parece que estas inversiones hubieren sido altamente rentables, tampoco producían pérdidas; se trató de una inversión segura, por lo menos durante la década del veinte, cuando la compañía dejaba utilidades mensuales entre $1.400 y $2.500. Todavía en 1945 los Parrish controlaban estas plantas aunque ya entonces estaban "ansiosos por
vender" 25.
Desde su llegada al país, Karl C. Parrish mantuvo interés constante por la actividad minera, particularmente en diversos yacimientos de oro, aunque también fijó su atención en explotaciones de cuarzo y platino. Su primera experiencia, en recónditas regiones del departamento de Bolívar, le permitió además explorar las posibilidades mineras de Antioquia y Chocó. En 1914 protocolizaba cuatro títulos de minas de oro y en 1927 fundaba la Compañía Minera El Nare.
El Nare se constituyó en Medellín con un capital de $400.000, en sociedad con los ciudadanos estadounidenses William Synder, Elmer Probst y Charles Whitaker. Parrish convenció a varios hombres de negocios de Barranquilla para que suscribieran acciones de esta sociedad y así lo hicieron, entre otros, Alberto Roncallo, J. Mario Santodomingo, Francisco Carbonell González y Alvaro de Mares. Entre 1928 y 1931, El Nare había producido aproximadamente medio millón de dólares; este último año la mina producía un promedio mensual de $20.000 de oro en polvo y se esperaba que podría estar en producción durante otro decenio.
Por esta época, Karl C. Parrish comenzó a promover la fundación de una nueva empresa, la Exploration Company de la que esperaba grandes resultados por la posibilidad de explotar varios yacimientos en las regiones de los ríos Atrato y San Juan. Una vez más entusiasmó a algunos capitalistas barranquilleros, entre ellos a J. Mario Santodomingo, quien estuvo "casi crazy acerca de este negocio minero. El piensa que es lo mejor en Colombia hoy". En esta ocasión, sin embargo, no logró recoger capital en Barranquilla. Por un lado, la crisis económica había golpeado muy fuerte a la ciudad (sólo Santodomingo y Franco Carbonell, según Parrish, tenían dinero disponible), y por el otro, tuvo desacuerdos con Santodomingo sobre el control financiero de la nueva empresa. Parrish recurrió entonces a sus amigos capitalistas del interior y fundó la Exploration Company con Carlos A. Dávila, Hernando Gómez y
Ricardo Holguín 26,
Además de sus intereses en la minería, los Parrish invirtieron en otros negocios en el interior del país. En 1928 comenzaron sendos proyectos de urbanizaciór en Cali y Medellín y en 1929 crearon la Compañía Urbanizadora El Nogal en Bogotá. Cerca de Bogotá adquirieron un aserradero de tamaño considerable el Andean-Saw-Mill. Por intermedio de la Compañía Colombiana de Inversiones, controlaban la Sociedad Importadora de Automóviles, el Cine Bolívar y una panadería 27.
En octubre de 1929 Nueva York vivió el pánico financiero que marcó e comienzo de la crisis económica mundial que se conoce como la Gran Depresión. La crisis, que en Colombia se había adelantado a causa de una baja en los precios del café y la consiguiente parálisis de las obras públicas, afectó también los intereses de los Parrish, aunque todo parece indicar que supieron salir adelante.
Desde julio de 1928, Karl C. Parrish observó los signos de las dificultades que se avecinaban:
"La construcción en Barranquilla y en todas partes está decayendo considerablemente, tanto que muchos albañiles y carpinteros están
sin trabajo " 28.
Un año más tarde, todavía antes de la crisis de Wall Street, informaba a uno de sus socios de las eventuales dificultades financieras para las cuales Parrish y Cía. debería prepararse; pero con buen olfato de negociante le advertía: "ésta es, sin embargo, una buena época para estar preparado para buenas épocas".


Parrish reorganizó la compañía urbanizadora
En noviembre de 1930 Parrish reorganizó la compañía urbanizadora con el fin de ajustarse a la crisis: recortó los gastos de operación en miles de dólares, salió de muchos de sus mejores empleados, redujo los salarios y cerró definitivamente una fábrica de ladrillos. En esta misma fecha informó haber sufrido grandes pérdidas tanto en Colombia como en los Estados Unidos y le advirtió a uno de sus subalternos: "aunque todavía estamos en buena forma, no lo estaremos si no actuamos pronto". El ritmo de trabajo de sus obras decreció mas no se interrumpió completamente. En abril dc 1931 le informaba a la Central Illinois:
"Durante estos dos años de crisis, nuestros trabajos municipales han continuado sin interrupción [...] una compañía americana de teléfonos acaba de terminar de instalar una moderna y automática planta para la ciudad y Parrish y Cía. ha continuado sus desarrollos de
finca raíz " 29 ,
Parrish hizo notables esfuerzos por mantener en alto el nombre de Colombia en el exterior durante la crisis, no siempre con los mejores resultados. En su correspondencia subrayaba que las causas de los problemas en Colombia eran anteriores y diferentes de las de la depresión mundial, sin desconocer que el país había sido gravemente afectado, al tiempo que disipaba entre sus amigos los rumores que circulaban en el exterior acerca del futuro político de Colombia.
"La crisis [en Colombia] —escribía— comenzó un año antes de la crisis en los Estados Unidos. Nosotros [los colombianos] no tuvimos problemas con la sobreproducción, ni con la abundancia excesiva de existencias, ni con el uso excesivo del crédito. El problema fue que no hubo mercado para los bonos extranjeros y todas las obras públicas del gobierno se vieron paralizadas, lo que dejó sin trabajo a muchos miles de personas en todo el país. Al mismo tiempo, debido a los efectos psicológicos de la crisis del café en Brasil, el precio del café colombiano cayó de cerca de 24 a 16 centavos en apenas pocas semanas. También había un gran descontento por el método de los gastos del gobierno en las líneas de ferrocarril, lo que afectó seriamente el valor de los
bonos colombianos en el extranjero" 30 .
La elección del candidato liberal Enrique Olaya Herrera como presidente de la república, en 1930, representó un factor de seguridad para los negocios de Parrish, como en general para los hombres de negocios del país.
[...] las dficultades políticas nos habían vuelto a todos temerosos durante los pasados años [...] Con éstas resueltas, los problemas financieros, comerciales e industriales de Colombia se irán resolviendo gradualmente con la ayuda de un administrador razonable."
Desde los comienzos de la presidencia de Olaya Herrera, Karl C. Parrish mantuvo su optimismo por el futuro económico del país y así lo propagaba en el círculo de negocios del extranjero:
Agosto de 1930: "El sector manufacturero está aumentando su capacidad, algunos hasta el 30%. Nuestros recaudos en todo el país han aumentado considerablemente, aun en Cali y en Medellín. Estoy sorprendido y complacido con la forma como Colombia está resolviendo sus problemas".
Noviembre de 1930:"[...] las condiciones comerciales aquí están realmente mejorando y parece que, si las apropiadas leyes son aprobadas por el Congreso, Colombia se ubicará cerca de la cima en la lista de los buenos y sanos gobiernos entre las repúblicas suramericanas
Enero de 1931: "los negocios se han mejorado gradualmente [...] en todo el país [...] si Olaya continúa pronto habrá puesto esta casa en orden ".
Abril de 1931. "[...] tenemos nuestra casa en orden y estamos preparados para seguir adelante con calma; si lo hacemos este año signficará que la crisis ha sido una buena cosa para Colombia. Tenemos que considerar, sin embargo, que no podremos salir adelante muy rápido sin la ayuda externa pues somos un país en desarrollo
Marzo de 1934: "Los asuntos en Colombia han mejorado en general durante los últimos 6 ó 9 meses, debido en gran parte a los muy satisfactorios precios de café y a la renovación de la confianza del público. Nuestro común amigo el Doctor Olaya Herrera ha sido un excelente Jefe del Ejecutivo para este país en los
pasados cuatro años [...]" 31.
Con Olaya Herrera en el poder, el sector privado recobró la tranquilidad que había perdido en los últimos años del mandato de Abadía Méndez; las políticas económicas y fiscales del nuevo gobierno liberal parecen haber correspondido a las expectativas de los hombres de negocios. Los Parrish, además, mantuvieron estrechos vínculos con el presidente Olaya Herrera. Cuando éste, elegido presidente, viajó a los Estados Unidos, los hermanos Parrish organizaron una campaña publicitaria que promovía el buen nombre de Colombia en los círculos financieros de Nueva York. Ya posesionado del cargo, el presidente Olaya Herrera se acercó a Karl C. Parrish en más de una oportunidad para pedirle su concepto sobre diversos aspectos relacionados con el manejo de la economía nacional. Parrish, por su parte, guardaba gran aprecio a Olaya Herrera, a quien consideraba un "maestro" de la administración del país durante la crisis 32 , Sus simpatías por Olaya eran tan fuertes, al parecer, como su antipatía por Alfonso López Pumarejo: "La peor nube en el horizonte, [. . .] quien es apto para ser destructivo y no constructivo [...] siempre un pesimista y un alarmista en sus discursos" 33.
Los negocios de los hermanos Parrish sobrevivieron a la crisis económica, no sin haber sorteado enormes dificultades. El sector de la construcción fue quizá uno de los más afectados por la depresión, al igual que la industria cervecera y otras ramas de la economía donde habían invertido. Sin embargo, la solidez financiera de sus principales empresas y la diversificación de sus intereses—por ejemplo, sus negocios de minas—, entre otros factores, sirvieron para suavizar los negativos efectos de la crisis.
Durante todos estos años, desde su llegada a Colombia, Karl C. Parrish mantuvo sus vinculaciones con los Estados Unidos. La buena marcha de sus empresas —que desde el principio recibieron el apoyo del capital estadounidense— reforzó sus conexiones en el mundo de los negocios de ese país. Hasta 1931 Parrish tuvo oficina en Nueva York, a donde viajaba con frecuencia en busca de respaldo financiero, de socios para sus proyectos o de representaciones de firmas extranjeras interesadas en expandir sus actividades en Suramérica. Parrish era agente, para todo el país, de Griffith Bros., de Londres, de los fabricantes de maquinaria Fairbank Morse y consultor de la Electric Bond and Share Co., en Barranquilla, Buga, Cali, Honda, Girardot y Bogotá, entre otras representaciones,
agencias y consultorías 34.


Compañías interesadas en invertir en Colombia.


La reputación de su firma en el extranjero y las conexiones que logró establecer a través de sus aventuras empresariales lo convirtieron en un lazo importante para las compañías interesadas en invertir en Colombia. En 1920, la Southern Oil and Transport Co., de Nueva York, interesada en explorar petróleo en el país, le pidió a Parrish que estudiara la posibilidad de adelantar algún proyecto de mutuo interés; ese mismo año la Carib Syndicate le pedía su concepto sobre unas minas de platino en el río Atrato. A veces se le acercaban para peticiones de menor envergadura; por ejemplo, cuando MacGraw Hill le pidió candidatos para la oficina que planeaba abrir en Barranquilla, o cuando sirvió de enlace entre el presidente de Pan American y Scadta, las dos compañías de aviación que se disputaban el predominio de la ruta suramericana 35.
Estas estrechas relaciones con el capital extranjero no le eximieron de conflictos. Quizá el más agudo fue el que Parrish sostuvo con la Foundation Co., firma estadounidense de construcción que intentó obtener del concejo de Barranquilla algunos contratos de obras públicas y desplazar a Parrish del control de los trabajos municipales. El enfrentamiento tuvo connotaciones políticas, como quiera que fueron los mismos concejales quienes investigaron a la Foundation Co. con el fin de asegurar su participación en la distribución de los empréstitos para el municipio. Tampoco fue afortunada la relación entre Parrish y los bancos estadounidenses que funcionaban en Colombia. Parrish criticó, con frecuencia el papel que estaba desempeñando la banca de los Estados Unidos en el país. "Los Bancos Americanos —escribía en 1921— no están haciendo ningún negocio y su venida a Colombia ha hecho más mal que bien". Diez años más tarde su opinión al respecto no había cambiado: por ello "debemos continuar haciendo negocios con los Bancos Ingleses por la sola razón que los Bancos Ingleses se sostienen y apoyan a sus clientes durante épocas de crisis"
36 . También buscó a los ingleses cuando estuvo tratando de promover el proyecto de concesión de Bocas de Ceniza, por considerar que un grupo internacional —en vez de la presencia exclusiva del capital estadounidense —tendría mayor aceptación en la opinión pública de Colombia. Actitudes como ésta le ganaron la animadversión de algunos funcionarios del gobierno de los Estados Unidos, quienes tampoco le perdonaron a Parrish—le acusaron de antipatriota— el que hubiese tratado de intervenir en favor de Scadta en su conflicto con Pan American 37 .

38 Carta de KCP a J. F. Harvey, Des Moines/ Barranquilla, 30 de enero de 1921, en AFP, Barranquilla. (regresar38)


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