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EN LA PAZ DEL SEÑOR DESCANCE QUIEN SE QUEDO EN BARRANQUILLA PARA SIEMPRE EN LAS ENTRAÑAS DE SU TIERRA. GRACIAS POR SUS CANCIONES ALUSIVAS A LA TIERRA BARRANQUILLERA. ¡GRACIAS JOE........!¡PAZ EN SU TUMBA.... !.

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Barranquilla Weather Forecast, Colombia

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QUMRÁN.arenosa Bienvenido.Barranquilla se convirtió en el refugio predilecto para judíos, alemanes, polacos e italianos, adicionalmente, por los conflictos en el Medio Oriente.En la ciudad también habitan muchos venidos de Arabia Saudita, Turquía y Líbano. La última masa migratoria ha sido desde China. Del sur del país, en la ciudad viven muchos santaderenos y antioqueños---- Hay cinco carnavales con la categoria de Patrimonio de la Humanidad en el mundo, los de Oruro (Bolivia), Barranquilla (Colombia), Binche (Bélgica), Drametse (Bután) Makishi (Zambia) y San Juan de pasto (Colombia)..¡.Brindo un previo homenaje a la ciudad que me vio nacer y crecer, por sus 198 años de historia desde el 7 de Abril de 1813. Dios Bendiga y continué prosperando a sus hijos(as) tanto naturales como adoptivos en todas las colonias. o domesticas o foráneas. Somos una amalgama étnica cultural, con una identidad común, ser barranquilleros. Somos una fuente de información con formato y estilo diferente
¡Bienvenido a Barranquilla la cuarta ciudad del país,con más de 30.000 hectáreas cuadradas en el casco urbano . su nombre original fue barrancas de san nicolas. Es una de las ciudades más jovenes y cosmopolítas de Colombia.Tiene uno de los sectores residenciales màs grande y elegante de Colombia llamado El Prado.El cementerio màs grande de la patria llamado Cementario Catòlico Calancala el cual separa a los barrios de San Felipe, Los Pinos,Lucero y Chiquinquira. * Cuna de la aviación civil en Colombia. * Primera ciudad en transporte marítimo y fluvial. * Recibe el primer teléfono en Colombia. * Crea el primer puerto en el país. * Crea la primera compañía de servicios públicos (Telefonía). * El muelle de Puerto Colombia fue el segundo más largo del mundo en su época. * Se crea el primer hotel turístico en Latinoamérica (Hotel del Prado).

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Barranquilla como el ave fénis

  • BARRANQUILLA, PROCERA E INMORTAL


  • Barranquilla fue producto de un miedo ganadero. Así se afirma en el anuario estadístico de la Gobernación del Atlántico.
    En 1629, empresarios rurales galaperos decidieron huirle a la sequía registrada en la zona y se asentaron a orillas del Río Grande de la Magdalena, en el sector correspondiente a los barrios La Chinita, Don Bosco y Rebolo.
    Durante los primeros 200 años de la población denominada inicialmente Barranquitas, la actividad económica era la que desarrollaban labriegos, pastores y arrieros. Entonces, los dos grandes puertos del Caribe eran Cartagena y Santa Marta.
    El 7 de Abril de 1813 Barranquilla fue erigida en Villa. Desde entonces, sus habitantes dedican este día para celebrar el cumpleaños de la ciudad.
    Barranquilla fue elevada a la categoría de Municipio en Noviembre de 1876 y al ser creado el Departamento del Atlántico --en 1905 -- se convirtió en capital.
    Mediante acto legislativo del 17 de agosto de 1993 Barranquilla adquirió la condición de Distrito Industrial y Portuario, por iniciativa del senador José Name Terán. La ponencia fue presentada por el senador Fuad Char Abdala.
    Ciudad pionera Una Barranquilla habitada por hombres emprendedores y abiertos a las innovaciones permitió que se generaran verdaderos hitos en la historia del país. Aquí se realizó el primer vuelo de correo aéreo (18 de junio de 1919); fueron fundadas la primera empresa de aviación comercial en América y la segunda en el mundo (Sociedad Alemana de Transportes Aéreos -Scadta-, finales de 1919, hoy Avianca); la primera compañía urbanizadora de Colombia (Parrish y Cía., que diseñó y construyó el acogedor barrio El Prado en 1920), y la primera emisora comercial (La Voz de Barranquilla, 8 de diciembre de 1929).
    En Barranquilla funcionaron las primeras empresas públicas municipales del país, fue inaugurado el primer estadio olímpico, operó la primera zona franca, y la primera empresa textil, entre otros.
    Fue en esta ciudad, en 1936, cuando se realizó la Primera Exposición Permanente de Productos Nacionales, en un edificio propio localizado en el barrio El Prado. Hoy es la sede de Bellas Artes. En 1937, el presidente Alfonso López Pumarejo inauguró el Terminal Marítimo y Fluvial de Barranquilla.
    A principios de los años 40, EL TIEMPO abrió oficina y agencia distribuidora en la ciudad, bajo la atención del entonces gobernador del Atlántico Joaquín Ramón Lafaurie. Su primer corresponsal fue el periodista Juan Goenaga (qepd).
    Hoy, después de varios lustros de crisis, la ciudad resurge de las cenizas como el ave fénix y contrario a lo que ocurre en otras ciudades del país, tiene perspectivas positivas de crecimiento económico y social. Sectores que en el pasado eran antagónicos, hoy han estrechado sus manos para forjar un nuevo destino que proyecte a la ciudad por la senda progresista necesaria para enfrentar el próximo milenio.
    Foto: Archivo Museo Romántico El vapor Jiménez de Quesada, de la Naviera Colombiana, navega por el río Magdalena hasta llegar al Puerto Fluvial de Barranquilla.
    En Barranquilla funcionaron las primeras empresas públicas municipales del país, fue inaugurado el primer estadio olímpico, operó la primera zona franca, y la primera empresa textil, entre otros.
    Fue en esta ciudad, en 1936, cuando se realizó la Primera Exposición Permanente de Productos Nacionales, en un edificio propio localizado en el barrio El Prado. Hoy es la sede de Bellas Artes. En 1937 el presidente Alfonso López Pumarejo inauguró el Terminal marítimo y fluvial de Barranquilla.
    A principio de los años 40, EL TIEMPO abrió oficina y agencia distribuidora, bajo la dirección del entonces gobernador del Atlántico Joaquín Ramón Lafaurie. Su primer corresponsal fue el periodista Juan Goenaga (qepd).
    Hoy, después de varios lustros de crisis, la ciudad resurge de las cenizas como el ave fénix y contrario a lo que ocurre en otras ciudades del país, tiene perspectivas positivas de crecimiento económico y social.
    Sectores que en el pasado eran antagónicos, hoy han estrechado sus manos para forjar un nuevo destino que proyecte a la ciudad por la senda progresista necesaria para enfrentar el  milenio.


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    Los árabes en el trópico

     

    MÁS DE UN SIGLO DE ÁRABES EN EL TRÓPICO

    El primer turco que llegó a Colombia, dentro de la migración masiva de sirios, libaneses y palestinos que arribaron al país a fines del siglo XIX, se llamaba Moisés Hattem.
    Dicen que viajó con dos dólares en el bolsillo; recorrió el Mediterráneo; estuvo en Nueva York y de allí saltó a Barranquilla. Viajó luego a Cartagena y llegó a Lorica, cuando este pueblo hacía parte del Bolívar Grande , cuenta el ex senador Francisco José Jattin, descendiente directo de ese árabe pionero.
    Era 1880 cuando el hombre llegó a Lorica y se estableció para siempre en esta tierra sabanera. Venía huyendo de la represión del imperio turco que había extendido sus dominios hasta el Líbano.
    A los primeros inmigrantes no les gustaba que les dijeran turcos -afirma la escritora Soad Louis Lakah, quien está terminando de escribir un libro sobre los árabes en Colombia-. Es que, a quién le va a gustar que lo llamen como aquel que está matando y saqueando a su familia? La expresión turcos , de todos modos, no tenía una intención peyorativa, sino que obedecía a una realidad muy simple: los recién llegados eran parte del imperio otomano, y su único documento era su pasaporte turco.
    Como Moisés Hattem (décadas después españolizado a Jattin), desde 1880 hasta comienzos del siglo XX pudieron llegar decenas de miles de sirios, libaneses y palestinos, sobre todo los dos primeros. Entraron por Barranquilla y Cartagena, remontaron el Magdalena y terminaron dispersándose por los pueblos ribereños del Sinú, del San Jorge y del Cauca. Otros se fueron a buscar oro al Chocó, y algunos, no muchos, alcanzaron el Huila y los Llanos Orientales.
    La enorme mayoría, sin embargo, se quedó en la costa Caribe. Y el lugar donde definitivamente impusieron su presencia y hasta se hicieron mayoría fue Lorica (Córdoba), el pueblo árabe por excelencia de Colombia.
    Según Soad Louis, hija de inmigrante sirio, la travesía del Oriente Medio hasta el trópico fue casi una epopeya. El periplo era como para desestimular a cualquiera: cruzar el Mediterráneo, Chipre, Grecia, Francia y después el norte de América, para entrar al Caribe y penetrar en Suramérica , dice.
    Muchos salían sin saber dónde iban a parar. Por eso, en ese itinerario, grandes cantidades de familias y de hombres solteros se fueron quedando en Nueva York, en México, en Colombia o llegaron hasta Brasil, país que tiene la mayor población de sirio-libaneses de América.
    Según los registros de la Cámara de Comercio y de la notaría de Lorica, una buena cantidad de los que se asentaron aquí eran analfabetas. Eso sí, eran unos estupendos mercaderes, como buenos descendientes de los fenicios, el pueblo más comerciante del Mediterráneo antiguo.
    Desde entonces, Lorica es como una especie de capital sirio-libanesa, donde lo oriental se fundió perfectamente con lo costeño, y donde los niños son levantados con quibbe y arepa de huevo. Y con la infaltable Kola Román.
    Lorica llegó a ser tan importante que hizo languidecer la actividad comercial de la poderosa Cartagena. Montería era entonces un simple caserío.
    En menos de tres décadas, los árabes se quedaron con todo el comercio en las sabanas costeñas por medio de estrategias como el fiado de paños ingleses y olanes suizos y la venta casa por casa, y pueblo por pueblo.
    A medida que fueron amasando fortuna empezaron a incursionar en actividades industriales como fabricación de hielo y de mantequilla, en droguerías, y en la compra de tierras y ganados.
    Se puede decir que industrializaron Lorica con fábricas de jabón, velas y molinos de arroz -dice el historiador Jesús Eduardo Manzur-. Esto ocurrió entre 1935 y 1960 aproximadamente. A Alemania exportaban grasa de cerdo y a Estados Unidos raicillas. También trajeron los primeros cinematógrafos .
    Fue por esa época que comenzó su fama de tacaños y que empezaron a surgir los cientos de chistes sobre esa característica que aún hoy subsisten. Ellos no eran cujíes (el término que se acuñó para la tacañería sirio-libanesa) -aclara Louis-; es que tenían miedo de perderlo todo de nuevo, como ya les había pasado con los turcos. Por eso ahorraban .
    Para la tercera generación (años 50) ya eran un grupo económico muy fuerte, que respaldaba a los gobiernos conservadores (en hegemonía de 1885 a 1930) y que tenía hijos graduados en universidades de Bogotá, Medellin y Barranquilla. Es esa generación la que da el salto a la política, otra de sus actividades más características, y en la que varios de ellos han dejado imágenes tristemente célebres de cacicazgos y clientelismos.
    Esa misma generación, sin embargo, fue la que empezó a mostrar los enormes aportes de la cultura árabe a Colombia, con nombres imprescindibles como Olga Chams (Meyra Del Mar), Raúl Gómez Jattin, Giovanny Quessep y Jorge García Usta, en poesía; David Manzur, en pintura, y Juan Gossaín y Yamid Amat, en periodismo. Y en música, será la quinta generación la que alcance la universalidad con Shakira.
    Ya casi nadie los llama turcos , porque ahora son más costeños que la cumbia y el vallenato. Por esa misma razón ya nadie se burla de los enormes esfuerzos idiomáticos que hacían los primeros inmigrantes, cuya lengua (el árabe) no conoce la letra pe. Por eso, hace mucho tiempo dejaron de llamarlos baisanos .

    Autor
    ROBERTO LLANOS RODADO Redactor de EL TIEMPO

    Los apellidos "raros" de los ascendientes

    Nuestros abuelos con apellidos 'raros'

    Revista Credencial le siguió la pista a algunos de los antepasados de colombianos con apellidos poco comunes
    Un amigo personal de Bismarck, un guerrero indígena que luchó contra la dominación partidista, un hombre que sobrevivió a los estragos de la Primera Guerra y a una plaga de langostas, otro que huyó del Holocausto, un banquero neoyorquino que envió a su hijo al trópico para buscar nuevos negocios, un ilusionista francés que llegó con un circo, un capitán de la legión polaca de Napoleón. Unos llegaron huyendo de los horrores de la guerra y la violencia en sus terruños, otros por ímpetu aventurero y explorador, algunos buscando nuevas oportunidades de negocio e inversión y unos más por simple circunstancia del momento. Otros no llegaron, estaban, pero fueron conquistados. Sin embargo, dentro del abanico de motivos de migración hay una verdad que sonroja: Colombia fue un país cerrado y clasista con los extranjeros que llegaron desde los tiempos de la Colonia hasta la segunda mitad del siglo XX. "Nuestro país no fue amable en su recepción y fue muy cerrado, contrario a lo que ocurrió en Venezuela, México, Brasil, Perú, Argentina o Chile", señala la cineasta Camila Loboguerrero, quien en 1996 produjo para Audiovisuales la serie documental Inmigrantes, sobre el ingreso de los españoles, alemanes, italianos, judíos, húngaros, árabes, japoneses y argentinos. "En 1938 a los judíos les cobraban 10.000 pesos por el visado (una fortuna para la época).

    Pero lo más diciente es una circular de Luis López de Mesa, cuando ejercía como canciller, dirigida a la Embajada de Colombia en Bonn diciendo que se desestimara la inmigración de judíos a Colombia porque era una 'raza zalamera y pendenciera'", recalca Loboguerrero. En las postrimerías del siglo XIX, el Diccionario Ortográfico de Apellidos y Nombres Propios de Personas, cuya primera edición data de 1886, daba cuenta de 581 apellidos foráneos en esta República en ciernes. Una cifra que ya entonces mostraba el exiguo movimiento migratorio. "Hasta más o menos 1750 el ingreso a América, incluso para ciertos españoles era difícil. Debían llenar determinados requisitos y obtener permiso, como una especie de pasaporte y visa de hoy en día", explica el genealogista Luis Álvaro Gallo en su libro Inmigrantes a Colombia. Según él, salvo dos inmigraciones en grupo -la japonesa al Valle del Cauca tras las Primera Guerra, y la lituana después de la Segunda Guerra- los extranjeros que llegaron al país lo han hecho de forma individual, aun cuando su ingreso haya sido considerable como en el caso de los mal llamados turcos (libaneses, sirios, palestinos y otros árabes). Su conclusión es que en general ha sido un proceso a cuentagotas y anónimo. Sólo unos pocos estudiosos, como Fernando Restrepo -uno de los autores de la serie editorial Genealogías de Santafe de Bogotá- han rastreado ascendencias en parroquias y oficinas de registro civil.

    Con el ánimo de conocer algunas de esas historias, REVISTA CREDENCIAL excavó en la memoria de algunos colombianos con apellidos extranjeros o poco comunes. Muchos tuvieron que aceptar traducciones apresuradas de sus nombres por el funcionario de turno, que no tenía el tiempo, el interés o las letras -porque miles de nombres originales eran en lenguas no latinas- para hacer la traducción correcta. Estos son sus testimonios. Emilio Yunis Turbay, médico genetista "Mis padres abandonaron su terruño por física hambre, esa es la verdad. Por efecto de la Gran Guerra, el Monte Líbano empezó a sentir, en 1915, las carencias, la hambruna, las enfermedades y, como si fuera poco, una plaga devastadora de langostas que arrasó los cultivos. Miles de libaneses murieron, pero inexplicablemente mi padre, Youssef Yidis, y mi mamá, Teffeja -que en árabe significa manzana- se salvaron. "Esa historia trágica de seres ausentes y desconocidos me impulsó a reconstruir mi árbol genealógico, insumo para mi libro Desde el púlpito nos acechan, nos oyen y nos hablan. Llegué a completar cinco generaciones en la familia de mi madre y siete en la de mi padre, casi 150 miembros. Fue así como descubrí que siete generaciones atrás, Antonios Yunis (Younes, por la influencia francesa) se estableció en Chatine, y nuestra rama familiar se bautizó beit Chatine, es decir, casa Chatine. "Mi padre fue uno de tantos aventureros. Arribó en 1925 a la costa norte atraído por un familiar que lo había precedido sin que existiera ninguna razón específica para afincarse. Tras allanar el camino se trajo a su desposada, mi "manzana", una adolescente que jugaba descalza por las otrora fértiles tierras libanesas que la guerra esterilizó. Mi abuelo era Yiris Saad Yunis, y lo usual, dadas las reglas de registro en Occidente, hubiera sido que al llegar el agente aduanero hubiera matriculado a mi padre con el patronímico Saad y no Yunis. No alcanzo a imaginar cómo sería la discusión de mi padre para preservar el Yunis, razón por la cual todos lo llevamos puesto a la manera occidental. La casa Chatine es la cuna de mis ancestros y el apellido Yunis figura desde los tiempos de Galileo... pero esa es otra historia que está lejos de ser plana." Alejandro De Lima, empresario. "Aunque mi primer apellido es de origen judío, muy posiblemente el De Lima provenga del río Limia, que fluye por Portugal y España.

    Sé que los primeros ascendientes arribaron a las Antillas Holandesas, de donde unos partieron para Estados Unidos, otros para Brasil y algunos para Panamá. Hay miembros De Lima en Barranquilla, pero no tengo ninguna relación con ellos. "Por mi rama, el primero que llegó al país fue mi abuelo, Ernesto, en la década de los 20 del siglo pasado. Su padre, mi bisabuelo Elías, era un banquero de Nueva York, presidente y fundador del Battery Park National Bank, que en1923 se fusionó con Bank of America. Un día le dijo a mi abuelo que aprovechando su interés por aprender español y sus contactos con la familia Eder -su esposa era pariente de Santiago Eder, fundador del ingenio Manuelita-, viajara a Colombia para buscar nuevos mercados de crédito, además de cobrar las deudas que tenían algunas compañías con su banco. "Llegó hasta tierras vallecaucanas en un barco que atracó en Buenaventura, un tren que se varó camino a La Cumbre y una mula que completó la hazaña. Su impresión del paisaje y la cultura la describió en su libro The Devil is Wiser. De hecho, adquirió una finca de 100 fanegadas a orillas del río Cañaveralejo. "Vivió en Costa Rica unos años, se divorció y tiempo después se casó con mi abuela, Olivia LeFrak, una costarricense de origen francés. Pero Colombia quedó rondando en su mente hasta que en 1931 se descubrieron en su finca algunas minas de carbón. Entonces regresó para hacerse cargo de una promisoria empresa y fue bien acogido por la comunidad caleña. Lo conocían como el gringo, pero la verdad es que era un gringo muy 'platanizado'". Jesús Piñacué Achicué, senador indígena "Según la mitología, nosotros resultamos de un acto de enamoramiento entre las estrellas y las aguas de las lagunas, pues estrella se dice Aaah y Pen equivale a otro, entonces Penaah kwe sería otra estrella.

    La explicación funcional está atada al significado de las palabras en lengua Nasa Yuwe: Piñacué viene de Pnxah, que significa los que marchan en el centro. Estos miembros tenían una misión por la cual había que protegerlos, y por eso siempre iban en el centro. Entre tanto, Achicué proviene de Açxa, que es caliente, y de ahí que fueran reconocidos por su bravura, su beligerancia, su sangre caliente. Eran los guerreros, los protectores. "Nuestras identidades empezaron a ser castellanizadas desde 1613, cuando los colonizadores determinaron que nosotros, los hombres del maíz, estaríamos tutelados por los soldados de Cristo. Desde entonces nuestros nombres fueron registrados en las parroquias con las letras y los modismos que el español permitía acomodar. "Hoy, los Piñacué y los Achicué no pasamos de la centena dentro de la familia Nasa, pero además de nuestras costumbres y visiones atávicas, lo que resulta característico en todos los miembros de la comunidad es que todos tenemos el diminutivo kwe al final de nuestros nombres, y que es un diminutivo de aprecio". Piedad Bonnett, escritora "Del antepasado más remoto del que oyó hablar mi padre fue de un ilusionista francés -'El gran pájaro', se hacía llamar- que llegó con un circo a mediados del siglo XIX a Amalfi muy probablemente después de bajar por el Magdalena hasta Puerto Berrío, y de allí a mi pueblo, después de varias jornadas a caballo. "De ese personaje desciende mi bisabuelo, Jesús Bonnett (apellido al que alguno por el camino le agregó una t, pues en el sur de Francia es frecuente el Bonnet), hombre de muy buena estampa, alto, rubicundo y al que la gente apodaba el Coronel Bonito, el mismo que todas las tardes se sentaba en un taburete al frente de su casa. El título de coronel se lo debió ganar en las guerras civiles, en las que se sabe que participó por el partido Conservador. Derrotado por los liberales al mando de un militar de apellido Uribe, éste le dio ¡el pueblo por cárcel! Se enamoró de la hija de su enemigo, se casó con ella y de él desciende mi abuelo, Antonio Bonnett Uribe, maestro y hombre muy ingenioso, que llevó algunas de las primeras películas a Amalfi. Además, construía topo tipo de aparatos, entre ellos, mimeógrafos y radios. También doraba metales, armaba relojes e incluso fabricó varios telares en los cuales hizo telas a las que dio un uso doméstico".

    Hans Peter Knudsen, rector de la Universidad del Rosario "Mi apellido originalmente es danés, pero proviene de una región al norte de Alemania que antes hacía parte de Dinamarca. El primer Knudsen en Colombia fue mi padre, quien llegó en 1951 cuando tenía 21 años. Era un aventurero febril, simpático y desparpajado -muy lejos del esteriotipo alemán- que creció escuchando las historias de su mamá acerca de lo feliz que había sido su infancia en Guatemala, donde había crecido en una hacienda cafetera guatemalteca. Siempre añoró el espíritu y la visión latina de la vida, y los transmitió a sus tres hijos. Mi padre sintió una especial atracción por Latinoamérica y eso lo impulsó a venirse como fuera. "Un hermano de mi abuela llamado Joaquín Goebel había llegado a Colombia, donde terminó involucrado con las familias Pombo y Pfeil-Schneider, que trajeron la representación de la Mercedes Benz al país. Después de vivir aquí, Joaquín llegó a Hamburgo de visita luciendo un carro blanco convertible que se robó todas las miradas, y en tiempos de posguerra y tanta pobreza, su éxito inspiraba. Fue cuando mi padre -quien tenía conocimientos de ingeniería mecánica- le pidió su ayuda para venir a Colombia, y gracias a él logró un contrato de un año para trabajar con la legendaria marca alemana. "Por inquieto y alocado no le renovaron el contrato, pero eso no le impidió quedarse, casarse y formar un hogar. Fueron momentos duros en los que para sobrevivir tuvo que tocar piano en las noches, hasta que se asoció con un austriaco judío y formó una empresa de representación de los productos de impresión Rex Rotary". José Clopatofsky, periodista "El primer Clopatofsky en Colombia fue mi chozno Antonio Klopotowski Stephan. Nació en Oppeln, provincia de Possen, y vivió en suelo polaco hasta que, por sus intervenciones en la revolución iniciada en 1830, tuvo que huir a América junto con sus hermanos Pablo y José. Los tres llegaron en 1847 en calidad de exiliados políticos por sus actividades en pro de la independencia. Pablo y José se establecieron en el departamento de Tolima y se dedicaron a labores agrícolas, mientras que Antonio se asentó en Bogotá, donde creó una próspera industria maderera y de ebanistería.

    De hecho, importó uno de los primeros equipos para aserrar y tallar que se conocieron en Colombia. Tuvo dos hijos: Carlos, mi bisabuelo, y Antonio, quien aburrido de que escribieran mal su apellido optó por modificarlo conforme a la pronunciación dejándolo de la forma como se conoce actualmente, Clopatofsky. "Antonio fue arquitecto y pintor. Diseñó los planos de reforma del Capitolio Nacional de Bogotá -a finales del siglo XIX- y estuvo a cargo de la decoración del Teatro Colón y de la cúpula de la desaparecida Iglesia de Santo Domingo. Entre tanto, mi bisabuelo ejerció como un reputado ginecólogo que estudió en París y se casó allí con Marie Guinard Lombart. Pero antes tuvo que pedir permiso a su padre, quien en 1886 juramentó ante un notario lo siguiente: ... 'doy mi consentimiento para que mi hijo, médico y cirujano de profesión, a quien conozco, contraiga matrimonio con la persona que él escoja por esposa siempre y cuando vengan a vivir a Bogotá'. Así consta en un documento con sello del arzobispado de Bogotá, reliquia que reposa en mi casa junto con un baúl y un espejo neobarroco de doña Marie Guinard". Jorge y Mark Rausch "El primer Rausch en Colombia fue nuestro abuelo Walter, un judío oriundo de Viena que llegó, en 1941, huyendo de la Segunda Guerra Mundial. Desde muy joven se hizo peletero, se fue a vivir a París y allí conoció a nuestra abuela, también vienesa y peletera y quien contó con suerte de haber sido enviada por sus padres a Francia, pues toda su familia murió en el Holocausto. Para evitar las primeras persecuciones, el abuelo decidió enrolarse en la Legión Extranjera, cuerpo multiétnico en el que muchos militaron para irse a África a trabajar o a defender las colonias. Sin embargo, se devolvió antes de lo previsto porque la situación en París ya era insostenible por la ocupación nazi. De hecho, nuestra abuela se salvó por segunda vez porque los alemanes fueron a buscarla a la casa mientras ella daba a luz en el hospital. "En el tren de regreso, mi abuelo pasó por varias estaciones controladas por el régimen y como tenía pinta de ario se hizo pasar por oficial de la Gestapo en una de ellas. Cuando se le acercó un oficial nazi y él lo saludó con el "¡Heil Hitler!". Llegó a París, se encontró con mi abuela y planearon su salida. El socio de mi abuelo era amigo del cónsul de Colombia, y a través de él lo contactaron y le pagaron las visas para viajar al país. ¿Por qué aquí? Por simple supervivencia; fue la oportunidad que se les presentó. "Primero salió el abuelo rumbo a Marsella y allí quedó de encontrarse con la abuela. Ella vendió todo y las monedas de oro producto de la venta las metió en unos tarros de mantequilla. Con un bebé de seis meses en brazos salió a gatas de París. Muchas madres se arrastraban por los pastizales que custodiaban los Nazis con pastores alemanes, y para evitar no ser descubiertas con el llanto de sus hijos les tapaban la boca tan fuerte que algunos morían ahogados. "Zarparon rumbo a una isla cercana a Cuba. Allí vivieron durante más de seis meses en un campo de refugiados hasta que consiguieron el barco para arribar a Colombia. Primero llegaron a Barranquilla, pero al poco tiempo migraron hacia Bogotá. Aquí empezaron vendiendo diferentes productos; sin embargo, retomaron la peletería y llegaron a tener los almacenes de pieles más prestigiosos de Bogotá hasta que el Bogotazo destruyó todo... pero esa es otra historia". Por Amira Abultaif Kadamani

    La nostalgia de los primeros inmigrantes

    El retorno a la semilla, la nostalgia por la pérdida de algunos rostros conocidos, la lenta reconstrucción de la memoria a través del tiempo, y los grandes viajes son algunos de los temas más recurrentes en la literatura de todos los tiempos. Desde Homero, Marco Polo, Conrad, Verne, Salgari hasta Mutis, Carpentier, Roa Bastos entre otros quienes hicieron de las travesías y periplos por el mundo, continentes y océanos y sus inmigraciones todo un universo narrativo lleno de geografía, historia y al vez de poesía.
    El retorno a la semilla, la nostalgia por la pérdida de algunos rostros conocidos, la lenta reconstrucción de la memoria a través del tiempo, y los grandes viajes son algunos de los temas más recurrentes en la literatura de todos los tiempos. Desde Homero, Marco Polo, Conrad, Verne, Salgari hasta Mutis, Carpentier, Roa Bastos entre otros quienes hicieron de las travesías y periplos por el mundo, continentes y océanos y sus inmigraciones todo un universo narrativo lleno de geografía, historia y al vez de poesía.
    Luis Fayad, el mismo que en Los parientes de Ester reveló su preocupación por el desarraigo y la soledad, nos presenta La caída de los puntos cardinales, una novela que se lee, primero, como un gran relato de viaje y, segundo, como un retrato de una genealogía extraviada en el Líbano cuyos descendientes, por culpa de la mala suerte, terminan en un país como Colombia en una especie de lo que ahora llaman los desplazados.
    La caída de los puntos cardinales narra la historia de Dahmar Abderrahud y su esposa Yenira quienes abordo de un barco que hacía la ruta desde el Líbano hasta Chile pierden todo el dinero en una partida de naipes y deben desembarcar en una parada de tránsito que hace el buque en el Puerto de Sabanilla en la costa norte de Colombia, para tratar de recuperar la fortuna perdida. Así se constituyen en unos de los primeros libaneses en llegar a nuestro país a comienzos del siglo XX, a un país que los recibe en guerra civil, pues días antes los liberales se habían sublevado contra el gobierno conservador dando inicio a la que posteriormente se llamó Guerra de los mil días.
    El desembarco, los primeros días en Barranquilla, los negocios iniciales, el crecimiento de un almacén textil, el traslado a Bogotá, el nacimiento de la familia, los amigos, en especial Muhamed, quien a lo largo de la trama se convierte en el eslabón que el lector intuye para concluir la novela, etc, son algunos de los episodios que a lo largo de tres capítulos desembocan en un testimonio de que el hombre siempre será un extranjero en la vida, un inmigrante que llegará tarde a todas las aduanas del mundo, menos al amor: "Fluyó la sensación de que si nunca se adelantaron para estar en ese momento, tampoco llegaron tarde a él", concluye Fayad.
    La caída de los puntos cardinales traza una cartografía de la inmigración libanesa en Colombia, tan intensa e interesante como todas las inmigraciones que ingresaban a nuestro país por el Atlántico, como los alemanes que huían de las dos guerras mundiales que tuvieron encima o los ingleses que llegaron a trabajar en la construcción del ferrocarril en Santa Marta y quienes trajeron entre otras cosas el fútbol, cuando lo jugaban con los trabajadores nativos de la región en los ratos libres.
    Fayad con esta novela deja fluir su propio ritmo. Esquiva la anécdota para soportarse en la palabra y sus personajes fiel a su narrativa que desde su primer libro de cuentos Los sonidos del fuego nos recuerda las atmósferas de seres anónimos, marginales que conviven con un permanente sentimiento de fracaso. Más que el tono dramático o la elaboración de una narración con nudo y desenlace, Fayad demuestra su maestría en la construcción de personajes y la descripción de sus mundos interiores y sus relaciones con el entorno.
    Sin duda, el escenario de la historia de Colombia de la primera mitad del siglo XX, hace que la novela sea igualmente una reflexión sobre los procesos políticos y sociales de nuestro tiempo, ya que los personajes son testigos mudos del auge y caída de la hegemonía conservadora, el triunfo de la República liberal, la Revolución en Marcha, el 9 de abril, el sangriento gobierno de Laureano Gómez y la llegada al poder de los militares con Gustavo Rojas Pinilla.
    "Si de todos modos al final los hombres siempre perdemos la guerra" como dice en determinado momento Dahmar, con seguridad que el amor y la muerte serán los únicos puntos cardinales que nunca caerán.



    Federico Díaz-Granados. Especial para ELTIEMPO

    La Barranquilla de ayer y de hoy

    A medida que Barranquilla fue configurando su espacio físico, iba construyendo su propia cultura, marcada por hechos y situaciones de su pasado que moldearon su identidad. Barranquilla (...) no es una simple instalación urbana dotada de casas, edificios, calles, plazas, canales, puentes y avenidas levantadas, destruidas y vueltas a hacer por arquitectos, ingenieros, agentes inmobiliarios, políticos y planificadores, no siempre guiados por una misma racionalidad y mucho menos por un mismo interés y una misma visión . En ella se refunde un sentimiento colectivo, muy difícil de adivinar, Caribe, nostálgico, triste, melancólico al cual permanecemos atados - inmóviles - con los hilos de los logros y realizaciones que todavía no hemos aprendido a valorar.
    2. Las nostalgias de ayer Desde el sometimiento de los indígenas del Norte del Departamento del Atlántico al poder español en 1533 y después de que el Obispo Gerónimo de Loaissa, acompañado por el gobernador Santa Cruz en 1540 pusiera orden al caos que existía en lo relativo a los pueblos de indios de la provincia, de los cuales no se sabía quienes eran sus verdaderos encomenderos o las tasaciones según las cuales los naturales debían pagar sus tributos que nos relata José Agustín Blanco; desde entonces, Barranquilla pintaría lo que es hoy culturalmente hablando.
    A partir del surgimiento en el Siglo XVII, en plena época colonial , como bien lo describe Milton Zambrano, que ...nació y creció como lo hacen los conglomerados de generación espontánea, sin ningún plan, y bajo la influencia de factores que se cruzan para configurar su estructura (...) abrigando la acción humana de individuos provenientes de los más diversos lugares : la Costa Caribe, España, Las Islas Canarias, Africa y Malambo; fue a partir de su fundación no deliberada (*), que comenzó a perfilarse como una ciudad abierta a todos, que como Alicia en el País de las Maravillas no sabe para dónde va.
    Casi cien años más tarde, en su adolescencia urbana, Barranquilla despunta íntimamente ligada al comercio y al transporte fluvial por el río Magdalena y como consecuencia de ello, crece su población y se consolida su estructura social, de tipo piramidal , de la que nos habla Sergio Paolo Solano, conformada por los menos acomodados que representan el 83,9% de sus habitantes, los de disímiles ocupaciones premodernas y los más pudientes (**), prefigurándose así, esa amalgama de relaciones, valores, costumbres y tradiciones, que le da su primer toque de ciudad cosmopolita , con clases sociales, con Norte y Sur.
    En el último cuarto del Siglo XVIII el sitio de San Nicolás de Barranquilla había alcanzado alguna importancia como puerto fluvial a lo largo del bajo Magdalena, mientras el de Sabanilla seguía siendo un puerto de permisión habilitado - únicamente - para el comercio comarcano y para almacenar productos nativos que posteriormente eran llevados a Cartagena y Santa Marta para exportarlos . Esto, a pesar que en 1869 un cónsul británico había descrito su pésima disposición para la navegación marítima: Es en realidad alguito más que una rada , que por su escasa profundidad obligada a los veleros de cualquier tamaño a anclar a 3.5 millas de la playa.
    Pero, esto no fue suficiente para que se insistiera en la idea, formulada en 1855, de construir un ferrocarril entre Barranquilla y Sabanilla que fue inaugurado el primero de Enero de 1871 contra vientos y mareas , pues por un lado los cartageneros reclamaban los derechos otorgados por una ley general para rescindir el contrato con la firma Jimeno & Santo Domingo Vila y por otro, los trabajadores protestaban denunciando - por la presunta persecución contra la firma - al abogado de la empresa alemana encargada de construir el ferrocarril.
    El arribo de barcos marítimos al puerto de Barranquilla era ocasional, sólo cuando la desembocadura el río daba paso a las corrientes del mar y permitía el paso de naves por Bocas de Ceniza. Pero, generalmente, nos dice Jorge Conde - los barcos marítimos no podían llegar hasta Barranquilla y el puerto de Sabanilla mostraba problemas de sedimentación. Por lo que se hizo perentorio extender la línea del ferrocarril y construir un muelle más grande, el muelle de Puerto Colombia, que se terminó en 1893. Cisneros fue el encargado de la construcción del muelle que ocupaba el tercer lugar entre los muelles más largos del mundo .
    3. Un laberinto de nostalgias Si en materia portuaria las cosas no andaban del todo bien, en lo político no eran las mejores: la vida política de Barranquilla estaba representada - como hoy - por los conflictos de intereses entre los grupos y personajes en obtener contratos oficiales y manejar el ferrocarril o controlar la Aduana . Intereses y visión localistas, concebidos por encima de los de la región, reflejados en la oposición a obras de interés regional como la construcción del Canal del Dique, actitudes que a la postre debilitaron la unidad de la Costa en torno a la candidatura de Núñez , por ejemplo.
    Llega a su mayoría de edad, mas no alcanza su madurez, en este Siglo XIX. Irrumpió en el escenario catastral sin saberse a ciencia cierta si lo hacía como villa, provincia, ciudad o departamento: El 7 de Abril de 1813 fue ascendida a Villa; posteriormente, mediante la Ley 20 de Marzo de 1852 - nos cuenta Jorge Conde - se decretó que los cantones de Barranquilla, Soledad y Sabanalarga formaran la provincia de Sabanilla cuya capital sería la Villa de Barranquilla . Cinco años después, a través de la Ley 17, es erigida en ciudad más como un acto simbólico que la atribución de unos privilegios y a la fecha, jocosamente algunos coterráneos comentan que es la única ciudad del país con departamento (***).
    Solo a finales de Siglo XIX y durante los inicios de la última centuria del presente milenio, por su impresionante crecimiento en contraste con el de otras ciudades colombianas , podemos ver más claramente su vocación comercial y divisar su aún incipiente perfil industrial, sustentados en la existencia del ferrocarril y el puerto. Entre 1875 y 1905 la población de Barranquilla pasa de 16.549 a 40.115 habitantes, (...) mientras paralelamente la ciudad se modernizaba , con el nacimiento de las compañías que administran el acueducto, el alumbrado eléctrico, el tranvía, la telegrafía y la telefonía.
    En el siguiente período (1905 - 1930), precedido por la crítica mordaz de don Eduardo Ortega, refiriéndose a Barranquilla como una ciudad a la que le hacía falta un poco de resolución de ánimo entero y fe resuelta para romper definitivamente con ciertos prejuicios que la mantenían atada de la esclavitud , como lo recoge Sergio Paolo Solano; Barranquilla se convierte en el epicentro económico de buena parte del Caribe colombiano y la expresión más destacada de este logro fue el rápido crecimiento de su población y el impacto que tuvo sobre la estructura urbana y de servicios públicos .
    4. Las nostalgias de hoy Las diferencias entre la ciudad moderna y la que crecía al suroccidente, que cita el historiador, se reforzaron con la llegada de Samuel Hollopeter en Noviembre de 1925: el 80% de las 18.050 viviendas tenían servicio de agua potable y el 74% recibían la energía eléctrica, la misma que en horas hábiles era absorbida por la fábrica de tejidos Obregón, acudiendo las demás industrias a anticuados sistemas de suministro como calderas a vapor, compitiendo en condiciones desventajosas con las fábricas del interior que se aprovechan de los bajos costos de la energía hidráulica . Una relación casi equivalente a la composición económica de la población, que congregaba al 65% del total de la masa laboriosa con predominio del trabajo asalariado .
    Debido a los problemas de sedimentación que presentaba el muelle de Puerto Colombia, desde 1919, con la constitución de la Compañía Colombiana de Bocas de Ceniza, se comienzan a hacer nuevos esfuerzos para acondicionar el puerto de Barranquilla. La comunidad recibe con alborozo, en 1935, el primer derrumbe de grandes dimensiones de la barra de arena que hasta ese momento había obstaculizado el acceso al río, este hecho fue destacado por la prensa local, que lo catalogó como un acontecimiento memorable y afortunado para la ciudad , que veía así el resultado de una lucha iniciada desde mucho tiempo atrás para reacondicionar el puerto , permitiendo así el tráfico de embarcaciones de mayor calado.
    .
    Estamos hablando de la Barranquilla adulta , la que para 1951 censó 276.000 habitantes y para 1964 había casi duplicado esta cifra. Más grande, pero igual que la Barranquilla de los tiempos pretéritos: asediada por los problemas, principalmente al suroccidente a donde no había llegado al fluido de agua potable, la invasión de tierras continuaba en ascenso y la población infantil moría víctima de las epidemias de gastro. La misma ciudad que llevó a Francisco Carbonell González a poner el grito en el cielo , en señal de duelo, ante la urgencia de tener no sólo una administración municipal eficiente, sino de producir un cambio radical en la vida y en el pensar de las gentes con el fin de atraer una inmigración sana y honorable que funde hogar respetable en Barranquilla .
    Barranquilla creció durante el período 1951 - 1985 lo que nadie habría imaginado jamás, pasó de 279.627 a 899.781 habitantes. (*) ...Pero no fue fundada, si por fundación entendemos un acto único y formal en que participan diez o más funcionarios de la Corona e individuos particulares, que firman una diligencia escrita (...) como Santa Marta, Cartagena, Santafé de Bogotá y otras . Zambrano Milton. Fundación y Establecimiento e el Medio Natural de Barranquilla. Historia General de Barranquilla - Sucesos. 1997.
    (**) Se refiere el autor a los agricultores, bogas, patrones de embarcaciones, pescadores, artesanos (carpinteros, sastres, herreros y calafatees) de la tercera clase; a los tenderos, abastecedores de carnes, pulperos, propietarios de talleres de la segunda y, a los comerciantes y transportadores de la primera .
    (***) El hecho político que cierra el período lo constituyó la creación del Departamento del Atlántico en 1905 y la designación de Barranquilla como su capital . Conde, Jorge en Desarrollo de Barranquilla, 1871 - 1905 de Historia General de Barranquilla - Sucesos . Publicaciones de la Academia de la Historia de Barranquilla - 1997, pag.78.
    (****) Ya en el Censo de 1.777 aparece por vez primera el problema del inquilinato . Cita de Sergio Paolo Solano en La Modernización de Barranquilla 1905 - 1930 (Idem. Pag.92).



    CARLOS ESCOBAR

    Marvel Moreno visualiza a Barranquilla.

    El  desarrollo de Barranquilla es ajeno a muchas de las características urbanas de la Colonia. Además de El Prado, hay referencias a otros barrios. Al San José, extramuro de clase media baja , como lo llamó Julio Olaciregui, cuya vanidad se sintió halagada al descubrir la mención a su barrio en la obra de Marvel Moreno. Y al barrio Abajo, donde, según la novelista, ninguna mujer blanca había puesto nunca los pies . Por lo demás hay que advertir que el carnaval, esa fiesta en que hombres y mujeres ...] en la batalla de flores, todos pintorreteados echan maizena y beben a pico de botella , transcurre en espacios públicos donde los papeles sociales se invierten. Las comparsas de los clubes ganarían notoria espectacularidad desde fines de la década de 1970; pero en 1959, bajo el reinado de Marvel Luz, el verdadero espectáculo ocurría el sábado de carnaval, el día cumbre de la festividad, en la batalla de flores.
    Además de las referencias geográficas, a las calles y vecindarios de la ciudad, la novela de Marvel Moreno evoca otras características que permiten identificar con claridad a Barranquilla. Repite el mito de su fundación, de ese lugar donde llegaron las vacas... huyendo de una sequía , y obligaron así a sus propietarios a instalarse en aquel infierno tres siglos atrás . Repite esa idea sobre la ciudad, desafortunadamente popularizada, la de ser un ardiente caserío sin historia . En la descripción de los personajes y sus contornos surge también el retrato de una ciudad de inmigrantes. Abundan los extranjeros: judíos de la Calle del Comercio, enigmáticos franceses evadidos de Cayena, alemanes y españoles, italianos como Giovana Mantini, los chinos que trabajan en el kilómetro dos, también los hay nacionales: de Sabanalarga, de Usiacurí, de Cartagena, de La Guajira, o del interior andino, como el doctor Vesga, un santandereano que se había refugiado en Barranquilla... huyendo de la violencia . Pero hay así mismo vacíos: no hay turcos , una omisión de interés si se tiene en cuenta que, entre todos los grupos de inmigrantes que llegaron a Barranquilla, los sirios, libaneses y palestinos fueron los más numerosos. Tampoco hay vallenatos, quienes se integraron con muy buen éxito en la elite de la ciudad.
    El cuadro de Barranquilla lo complementan otras referencias también explícitas, como el clima, inconfundiblemente tropical excepto por la ausencia de aguaceros. Pero hay alusiones al ardiente resplandor de la mañana , al calor feroz y, por supuesto, a las brisas de diciembre que ponían un sabor de sal sobre la vajilla . Hay así mismo alusiones a algunas costumbres de los tiempos de las abuelas los castigos con la penca, a las diversiones de los adolescentes el prohibido juego de la botella , a los periódicos de la ciudad El Heraldo y el Diario del Caribe, y hasta algunos alimentos y bebidas del folclor local: el ron blanco, las arepas, los chicharrones y los huevos de iguana. Hay finalmente alusiones que evocan olores familiares: el pañuelo apestado de Menticol , el Flit que Berenice rociaba con una bomba roja apenas se anunciaban en el atardecer las primeras nubes de mosquitos .
    Marvel Moreno nos revela  una gran pasión por la ciudad, una contradictoria pasión que parecería traducirse con frecuencia en profundo rencor y hasta desprecio. Barranquilla se le antoja entonces como un enorme cementerio, un lugar de desolación y ruina . Es aquella ciudad que tenía necesidad de tan poca cosa para hervir de maledicencia . Los inmigrantes extranjeros se habían instalado allí contra su pesar . Gustavo Freisen aborrecía la ciudad. Giovanna Mantini solo pudo sentir horror a su llegada, cuando comenzó a apreciar las enormes diferencias entre Turín y Barranquilla: frente a sus ojos se extendía ahora un río de color de fango, inmenso, despidiendo un tufo podrido de caimán, de animal muerto, de mangles descomponiéndose desde el comienzo de los siglos .
    .
    Otras descripciones de Barranquilla no ofrecen este cuadro tan desolador, de extrema pobreza cultural y artística. Entre quienes visitaban Barranquilla, muy pocos se llevaron las favorables impresiones de ese viajero anónimo que, tras ocho meses de residencia en la ciudad en 1893, retrató un mundo donde el amor por la lectura está tan desarrollado que es muy rara la persona que no tiene entre sus manos un libro , donde había gran afición por el teatro, y donde los conciertos y las veladas eran frecuentes. Ni todos tenían la oportunidad, ni quizá tampoco el deseo, de encontrarse con esa bohemia resplandeciente , ese grupo de intelectuales y poetas con quienes Porfirio Barba Jacob leía a Darío y a Carlos Marx, a Valencia y a Edgar Quinet . Estas ocasiones podrían quizá considerarse como excepcionales en una ciudad caracterizada tradicionalmente como fenicia . O como las expresiones de un pasado glorioso y ya perdido que se percibe en esa nostalgia de una cultura olvidada recreada por Marvel Moreno.
    Pero la cultura no estuvo totalmente ausente en el pasado barranquillero. Ni es posible identificar una edad de oro que marcara de forma extraordinaria la vida intelectual y artística de la ciudad. A pesar de sus obvias limitaciones, sorprenden las manifestaciones culturales de Barranquilla que, con alguna periodicidad, alcanzaron cierto significado. A fines de siglo pasado existía ya un mundillo literario del que se destacó nacionalmente el cronista, historiador y periodista Julio H. Palacio. En la segunda década del siglo veinte apareció la revista Voces (1917-1920) que, bajo la orientación del catalán Ramón Vinyes, tuvo notable influencia en las letras barranquilleras. En 1928 se publica Cosme, la novela de José Félix Fuenmayor. La filosofía tuvo pronto un vocero en Julio Enrique Blanco; y la historia y el derecho en Luis Eduardo Nieto Arteta. A mediados de la década de 1940 se abrió por primera vez una universidad en Barranquilla. La literatura y el arte ganaron renombre con el trabajo de quienes integraron lo que más tarde vino a conocerse como Grupo de Barranquilla Alfonso Fuenmayor, Alvaro Cepeda Samudio, Germán Vargas y, sobre todo, el premio Nobel de la literatura Gabriel García Márquez. Durante la década de 1950 la ciudad vivió momentos culturales particularmente ricos, cuando no había necesidad de añorar pasado glorioso alguno. Desde Bogotá, algunos reconocían esta rica actividad en el arte, en la música, y en la literatura. Las paradojas de la vida cultural de la ciudad fueron muy bien descritas por García Márquez cuando, al reseñar el primer libro de cuentos de Cepeda Samudio en 1954, observaba que en Barranquilla donde las apariencias indican que no se lee, ...] hay tres librerías en las que Faulkner se agota en 48 horas (...) Rompecabezas de inmigración Se trata de una sociedad pequeña y simple. Que busca mantenerse pura, a través de la unión entre primos con el fin de evitar el mestizaje. Es también una sociedad secreta , en la que el verdadero poder se ocultaba , y a la cual no pertenecerían jamás del todo los extranjeros. Sus hijos se educan en dos colegios, El Biffi y la Enseñanza, donde sólo entraban las niñas de buena familia o las herederas de los grandes terratenientes de la Costa . Sus miembros se encuentran dominicalmente en la Iglesia del Carmen a las once de la mañana, en la misa que sería de identificación social . Pero, por encima de todo, la comunicación social se sucede en el Country Club, allí donde pertenecer al club constituía el signo por excelencia de distinción .
    Una lectura más detenida revela, sin embargo, una sociedad más compleja y contradictoria. Parecería, en efecto, que estuviesen varias sociedades en juego, simultáneamente, aunque en direcciones contrarias: la de Lina Insignares, atada al pasado, llena de evocaciones tradicionales, y la que la misma Lina observa desarrollarse a su alrededor, con todas las señales del cambio y sus aparentes horrores. El propio mundo familiar de Lina no ha sido tampoco inmutable. La línea materna, la de las abuelas, conduce generalmente a las añoranzas de las ciudades más antiguas del litoral Caribe , a los antepasados de la España colonial, a la presencia dominante del catolicismo. Pero la de su padre se mezcla con distantes inmigrantes judíos. Las transformaciones a su alrededor son, por supuesto, más inmediatas y abruptas. En las tres vidas paralelas, cuya trama Lina Insignares desenvuelve en la narrativa, sobresalen los matrimonios con inmigrantes, hijos de extranjeros u oriundos de otras zonas caribeñas. No son todos matrimonios entre una misma clase, ni cerrados del todo al mestizaje. Muchos de los protagonistas practican típicas profesiones de la clase media, como la medicina. O son hijos de gamonales de pueblos cercanos o de industriales. Hay algunos abogados. Pero escasean los comerciantes, la clásica actividad de la burguesía barranquillera. No hay políticos ni gobernantes. La supuesta sociedad hidalga se convierte muy pronto en burguesa, una burguesía que queda en el fondo sumergida en una ciudad de mestizos , llena de arribistas , una ciudad capaz de absorber a inmigrantes, buhoneros y prófugos de Cayena , y hasta los marimberos... que... se dispararían tiros en las calles , en fin, en una sociedad donde nada se perturba , un mundo sin memoria ni pasado .
    No existe una historia moderna completa de las elites barranquilleras, de su formación y desarrollo. El historiador del nuevo milenio que quiera acercarse al pasado de la ciudad encontrará en la novela de Marvel Moreno un esfuerzo por retratar círculos de esa sociedad y sus contradicciones en épocas de cambios acelerados, donde los valores tradicionales se confunden con la decadencia o se ven enfrentados al desplazamiento por la irrupción de nuevas fuerzas. Cualquier intento, sin embargo, de identificar exclusivamente la sociedad barranquillera con la sociedad de Marvel Moreno sería por supuesto inadecuado. Se trata aquí de un cuadro apenas fragmentado que, aunque abre puertas hacia un universo más amplio y complejo, se limita a ratos a bosquejar un mundillo muy particular.
    Por lo demás, las constantes evocaciones a una sociedad colonial y soñolienta remiten a un espíritu ajeno a ese republicanismo que, por lo general, ha caracterizado a una ciudad cuya formación y desarrollo tiene escasísimos vínculos con el pasado colonial como lo reflejan su tardío significado urbano, su temprano apego por el comercio y el ethos capitalista, su arquitectura, esa misma memoria efímera que resalta Marvel Moreno, y hasta la composición de sus elites. Es cierto que a esta sociedad se incorporaron algunas familias de viejas ciudades coloniales Cartagena, Mompós o Santa Marta, de donde trajeron sus baúles y recuerdos. Pero, a mediados del siglo veinte, es difícil identificar la existencia de esas viejas familias que se retratan en la novela, ancladas en un supuesto pasado colonial, creyéndose parientes de Alfonso XIII , y rodeadas de óleos que las remontaban a la corte española. Y si existían, no creo que fuesen representativas de una elite que históricamente supo acomodar e integrar a tantos inmigrantes, nacionales y extranjeros, quienes muy pronto perdían su condición de extraños. Hay, es cierto, algo de mítico en la idea de la Barranquilla cosmopolita , tal como lo ha sugerido Jacques Gilar. En la ciudad nunca se establecieron masas de inmigrantes, como en Buenos Aires. No obstante, llegaron en números relativamente significativos como para ejercer una notable influencia en su conducta social. Cualquier asomo a la historia de las elites barranquilleras no tardaría en descubrir la presencia evidente de estos extranjeros (...) Embate transformador La formación de las elites durante el siglo XIX se había caracterizado por su extraordinario dinamismo y por grados importantes de movilidad. Y por su relativa apertura. Se destacan así su falta de tradiciones notables: nada duraba allí, nada se perpetuaba . Si algo comenzó a caracterizar a esa sociedad fue su rápida disponibilidad a aceptar lo novedoso, con la que parecía perpetuar su condición de ser una sociedad de aluvión . El reconocimiento de estas características cambiantes no debe negar, sin embargo, la existencia de continuidades, menos visibles pero no por ello desvanecidas del todo. Ellas han recibido muy poca atención. Los relatos de Marvel Moreno invitan a reflexionar sobre la persistencia de lo que podríamos llamar una Barranquilla profunda, en la que logran sobrevivir unas tradiciones a pesar de las olas de cambio, una Barranquilla que absorbe y que no deja absorberse por los inmigrantes, pero nuevamente expuesta al embate transformador del progreso a mediados del siglo XX y quizá, esta vez, con menos fuerzas de resistencia. Marvel Moreno nos descubre aquí un rico horizonte para explorar históricamente. Aunque creo que la realidad descubriría una sociedad tradicional con intereses mucho más diversificados, con círculos decadentes mas también con elementos renovadores, una sociedad más compleja cuya vida no gira solo alrededor de un club social.
    La ciudad de Barranquilla, sus elites y su entorno son por supuesto el contexto de ese universo femenino que Marvel Moreno explora de manera más sistemática. Contra ese mundo se vuelcan particularmente los ojos críticos de quien describe con desdén y rechazo a ese círculo de muchachas destinadas a presentarse juntas algún día en sociedad , que se reúnen en las vacaciones a jugar canasta y a bordar toda suerte de trapos inútiles para los pobres , cuyas conversaciones se reducen a repetir chismes y a pasarse disparatadas versiones del acto sexual .
    Como la sociedad que lo rodea, es un mundo también en transformación. Que lucha contra las ataduras de la educación religiosa, en una ciudad que siempre se ha tenido por pagana. Un mundo que, por encima de todo, lucha por liberarse de una sociedad dominada por hombres como Benito Suárez, previsible marido despótico, agresor de ancianos, asesino de perras, hacedor de malos versos... hombre calculador que organizaba su violencia con perfidias de cortesano florentino . En un viraje curioso, la lucha de este mundo femenino contra la violencia masculina parecería representar la confrontación entre esa sociedad barranquillera tradicional, envuelta en ensueños, y los elementos externos que la corrompen. Los personajes que agreden al mundo femenino son ca si todos de afuera. O recién llegados. Alvaro Espinoza es un niño mimado de la burguesía cartagenera . Los Freisen son unos franceses medio locos . Benito Suárez es el hijo de una italiana que un buen día se encontró casada con un hijo de un gamonal de Sabanalarga. El barranquillero más genuino de la novela parece ser el padre de Lina Insignares, un abogado para quien la ley es una expresión de respeto , hombre pacífico que jamás había sentido en sus manos el peso de un arma , a quien se le podía siempre ver remontar la calle San Blas en su blanco vestido de lino... sonriéndoles a mendigos, emboladores y vendedores de chucherías . Es una interesante paradoja. Que revela tal vez las pasiones contrarias de Marvel Moreno. La novela que desde algunos ángulos se muestra como un furioso ataque contra las tradiciones de la ciudad, es desde otros la defensa de una sociedad en vías de destrucción. (Fragmento).


    EDUARDO POSADA CARBO

    Barranquilla cuna de la aviación

    El primero en sobrevolar en una máquina sobre el territorio colombiano fue el aviador canadiense John Smith. Lo hizo en diciembre de 1912 sobre Barranquilla y el 26 de enero siguiente, en Medellín. Fue un verdadero pionero, a quien nunca se ha rendido un merecido homenaje.

    El aeroplano de Smith logró aterrizar en la finca El Prado, donde pocos años después sería fundada la primera urbanización de Colombia, el barrio El Prado.
    El 18 de junio de 1919, se realizó el primer vuelo de correo aéreo en Colombia entre Barranquilla y Puerto Colombia. El piloto fue el señor William Knox Martin, en compañía de don Julio Mario Santo Domingo.
    Ese avión había sido comprado por Ulpiano de J. Valenzuela y Carlos Obregón, Era prácticamente una cometa con motor, fabricada con madera y tela.
    Werner Kammerer, agente viajero, representante de una fábrica alemana de motores para aviones, fue el primero que habló de aviación comercial en la ciudad, aunque antes ya lo había hecho en Bogotá, sugiriendo las ventajas de constituir una empresa con capital colombiano y técnicos alemanes para impulsar en Colombia una iniciativa en ese sentido.
    En la Capital, nadie se interesó por la propuesta. Kammerer regresó pronto a Barranquilla encontrando aquí ambiente favorable.
    La idea fue impulsada por Ernesto Cortissoz, quien logró madurar la fundación de la empresa cuyas bases se estructurarían sobre un sólido respaldo económico.
    Cien pesos valía cada acción. La tarea de Cortissoz fue ardua, pero después de sostenidas conversaciones en el Club Alemán y en el Barranquilla, convenció a sus contertulios de suscribir acciones.
    Fu así como se firmó la escritura constitutiva de la empresa que se consagró oficialmente como Sociedad Colombo-Alemana de Transporte Aéreo (Scadta). Con ese acto, que se cumplió el 5 de diciembre de 1919, quedó señalada la nueva era para el desarrollo y prestigio del país.
    Ocho fueron los accionistas fundadores: cinco barranquilleros de estirpe: Ernesto Cortissoz, Jacobo Correa, Rafael María Palacio, Cristóbal J. Restrepo y Aristide Noguera; y tres alemanes vinculado a la ciudad, Alberto Tietjen, Stuart Hossie y Werner Kammerer.
    Kammerer viajó a Alemania para gestionar la compra de los primeros aviones que servirían para los objetivos comerciales propuestos. En octubre de 1920 se hacían ya los primeros vuelos siguiendo la ruta del río.
    El piloto Hellmut Von Khorn inició operaciones junto con el ingeniero Wilhem Schunurbush, a cuya pericia y sangre fría se debe el derrotero seguro de esta empresa.
    En julio de 1920 se hacen los primeros vuelos de prueba. Scadta, de su propio pecunio, construyó la mayoría de los aeropuertos del país, entre ellos el ahora llamado Ernesto Cortissoz en honor el pionero.
    En septiembre del mismo año, se realizó el primer vuelo entre Barranquilla y Puerto Berrío; y en octubre, otro vuelo entre Barranquilla y Girardot. Un año después, se establecen rutas entre las ciudades de Barranquilla, Girardot y Neiva.
    Vuelo presidencial En agosto de 1922, el presidente de Colombia, general Pedro Nel Ospina, fue el primer jefe de Estado en el mundo que utilizó el transporte aéreo --un avión de Scadta-- para el cumplimiento de sus gestiones de gobierno, y el 19 de julio de 1923, para salvar al país de la bancarrota, Scadta transportó un cargamento de oro y papel moneda entre Puerto Berrío y Girardot.
    El 8 de junio de 1924 ocurrió el primer accidente aéreo en Colombia Un Junker de Scadta se precipitó a tierra cuando sobrevolaba Barranquilla lanzado volantes para presionar la continuación de las obras en Bocas de Ceniza.
    Cayó en una zona céntrica falleciendo, entre sus tripulantes, Ernesto Cortissoz.
    En 1925, Von Bauer, segundo presidente de la aerolínea, lanza a Scadta internacionalmente, con un vuelo entre Colombia y Estados Unidos. En 1931 se inicia el servicio de correo entre Bogotá y Nueva York; El 1o. de septiembre de 1932, se presentó un incidente fronterizo en el sur del país. El avión era el único vehículo capaz de entrar en contacto con las guarniciones militares del Orteguaza, el Caquetá y Putumayo. El gobierno de Enrique Olaya Herrera solicitó ayuda inmediata de Scadta. De inmediato, la empresa puso a disposición del Gobierno personal y aviones para la defensa del país. Este conflicto sirvió de acicate para el definitivo desarrollo de nuestra aviación civil y militar.
    En 1937, se adquieren 10 boeing 247 bimotores y se amplían las rutas nacionales. En junio 14 de 1939, Scdata se fusiona con una pequeña compañía regional; el Servicio Aéreo Colombiano (Saco), y se firma la escritura de constitución de Avianca, Aerovías Nacionales de Colombia S.A.
    Las otras líneas El capitán Ernesto Recamán, piloto graduado en la Fuerza Aérea Colombiana, junto con el abogado Hernando Camilla, el editorialista de La Prensa , aunaron sus esfuerzos para crear la empresa Lansa, que fue constituida legalmente el 5 de mayo de 1945.
    El 8 de septiembre de ese mismo año, llegaron los dos primeros aviones, que iniciaron operaciones el 28 de octubre cubriendo el itinerario Barranquilla-Riohacha-Uribia y Barranquilla.
    En 1946, llegan los DC-4 y los C-54, con los que se amplían las rutas internacionales a Quito, Lima y Panamá; luego a Miami y Nueva York y, por último, a Europa.
    En 1955, se crea Aerolíneas Cóndor de Colombia (Aerocóndor) por iniciativa de algunos aviadores como Gustavo López, Juan B. Millón, Luis Carlos Donado Velilla y Orlando Correa, entre otros. Ese mismo año, Avianca participa en la creación de Helicol, empresa que tiene por objeto los servicios de helicópteros.
    En noviembre de 1961 Avianca adquiere sus propios boeing 720, bautizados Bolívar y Santander .
    El 30 de agosto 1962, aparece la filial Sam (Sociedad Aeronáutica de Medellín Consolidada).
    En 1965, es fundada Aerocosta por iniciativa de Luis Carlos Donado Velilla. Inició operaciones comerciales en enero de 1966.
    En 1974, nace en Barranquilla Líneas Aéreas del Caribe (LAC) bajo el liderazgo del capitán Luis Carlos Londoño, quien también había intervenido en la creación de Aerocóndor. LAC siguió bajó la dirección de los fundadores sobrevivientes, Raúl y Orlando Donado Velilla, y los herederos del capitán fallecido.
    La compañía estaría llevando carga hacia Estados Unidos y el sur del continente hasta junio de 1996, cuando dos de los aviones Douglas que le quedaban fueron inmovilizados en Miami por problemas técnicos y como respuesta, además, al proceso concordatario que afrontaba por dificultades económicas.
    Ese mismo año, en febrero, otro de sus Douglas --el más nuevo de los tres-- se había precipitado a tierra sobre Asunción (Paraguay), ocasionando una tragedia que enlutó a familias de los dos países.
    En 1976, Avianca se convierte en la primera aerolínea de Latinoamérica en operar continuamente un jumbo boeing 747. En 1981, da al servicio su terminal aéreo en Bogotá, a través del cual se atienden la rutas a Miami y Nueva York y los vuelos a Cali, Medellín, Pasto y Montería.
    En 1977 desaparece definitivamente Aerocóndor por problemas económicos que la llevaron a la quiebra. Todavía persisten los conflictos jurídicos con los trabajadores.
    A la fecha, sobrevive Avianca con sus filiales. La aerolínea trabaja con 31 aviones, el último de los cuales fue adquirido en 1996 (un 757-200) que entró a operar en las rutas internacionales a Suramérica y en el Pacto Andino.
    En 1935, el entonces aeropuerto de Scadta, ubicado en jurisdicción de Soledad (Atlántico) contaba sólo con un salón para pasajeros y una torre. Ahora es una gran mole que al ser reconstruida, en la década pasada, se constituyó en la más moderna del país.
    Fue bautizado con el nombre de Ernesto Cortissoz , en honor al pionero, y luego de estar bajo la administración de la Aeronáutica Civil (Aerocivil), pasó a ser manejado por el sector privado.
    En el marco del plan de descentralización aeroportuaria, contemplado en la Ley 105 de 1993, y luego de un proceso licitatorio iniciado en noviembre, Aerocivil adjudicó el aeropuerto a un consorcio colombo-español encabezado por la compañía Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (Aena), la cual ganó la licitación.
    El grupo conformó la sociedad anónima Aeropuertos del Caribe S.A. para ejecutar el contrato de la concesión para la explotación económica del aeropuerto.

    Publicación
    eltiempo.com
    Sección
    Suplementos especiales
    Fecha de publicación
    7 de abril de 1997
    Autor
    JAVIER FRANCO ALTAMAR

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