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EN LA PAZ DEL SEÑOR DESCANCE QUIEN SE QUEDO EN BARRANQUILLA PARA SIEMPRE EN LAS ENTRAÑAS DE SU TIERRA. GRACIAS POR SUS CANCIONES ALUSIVAS A LA TIERRA BARRANQUILLERA. ¡GRACIAS JOE........!¡PAZ EN SU TUMBA.... !.

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QUMRÁN.arenosa Bienvenido.Barranquilla se convirtió en el refugio predilecto para judíos, alemanes, polacos e italianos, adicionalmente, por los conflictos en el Medio Oriente.En la ciudad también habitan muchos venidos de Arabia Saudita, Turquía y Líbano. La última masa migratoria ha sido desde China. Del sur del país, en la ciudad viven muchos santaderenos y antioqueños---- Hay cinco carnavales con la categoria de Patrimonio de la Humanidad en el mundo, los de Oruro (Bolivia), Barranquilla (Colombia), Binche (Bélgica), Drametse (Bután) Makishi (Zambia) y San Juan de pasto (Colombia)..¡.Brindo un previo homenaje a la ciudad que me vio nacer y crecer, por sus 198 años de historia desde el 7 de Abril de 1813. Dios Bendiga y continué prosperando a sus hijos(as) tanto naturales como adoptivos en todas las colonias. o domesticas o foráneas. Somos una amalgama étnica cultural, con una identidad común, ser barranquilleros. Somos una fuente de información con formato y estilo diferente
¡Bienvenido a Barranquilla la cuarta ciudad del país,con más de 30.000 hectáreas cuadradas en el casco urbano . su nombre original fue barrancas de san nicolas. Es una de las ciudades más jovenes y cosmopolítas de Colombia.Tiene uno de los sectores residenciales màs grande y elegante de Colombia llamado El Prado.El cementerio màs grande de la patria llamado Cementario Catòlico Calancala el cual separa a los barrios de San Felipe, Los Pinos,Lucero y Chiquinquira. * Cuna de la aviación civil en Colombia. * Primera ciudad en transporte marítimo y fluvial. * Recibe el primer teléfono en Colombia. * Crea el primer puerto en el país. * Crea la primera compañía de servicios públicos (Telefonía). * El muelle de Puerto Colombia fue el segundo más largo del mundo en su época. * Se crea el primer hotel turístico en Latinoamérica (Hotel del Prado).

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Los Hermanos Karl C y Robert Parrish y su influencia en el desarrollo de Barranquilla

Karl C. Parrish en su casa de Barranquilla
EDUARDO POSADA CARBO St. ANTONY’S COLLEGE
LA NOTICIA la daba, con orgullo nacionalista, el periódico estadounidense The Angeles Times el 3 de noviembre de 1930: "Iowanos invaden Latinoamérica". La invasión no era masiva; mucho menos para escandalizarse:
"dos muchachos de Iowa, cuyo único capital lo constituían originalmente la experiencia y la ambición, han extendido la frontera americana 3.000 millas al sur para establecerse como
líderes económicos de Colombia" 1 .
Los hermanos Karl C. y Robert Parrish, oriundos de una región agrícola de los Estados Unidos y a quienes aludía The Angeles Times, llegaron a Colombia a principios de este siglo y establecieron su residencia en Barranquilla y Bogotá, respectivamente. Karl Calvin, el mayor de los dos hermanos, fue el iniciador de esta aventura empresarial. Nacido en León, Iowa, en 1874, Karl C. Parrish se graduó de ingeniero de minas en 1901 en la Colorado School of Mines y, antes de llegar a Colombia, estuvo explorando minas en los territorios de Colorado, California, Arizona, Nuevo México y México. Robert, veinte años menor, era abogado de la Universidad de Iowa y estuvo ejerciendo la profesión de abogado en la firma de su padre antes de vincularse a las empresas de su hermano en la América del Sur 2
Karl C. Parrish llegó por primera vez a Colombia en 1904, trabajando, al parecer, para la Andes Mining Development Co. en Guamacó. Después de observar las posibilidades de emprender una explotación minera en el país, regresó a los Estados Unidos en busca de financiación y con la ayuda de unos capitalistas de Chicago fundó la Champane Mine, al sur del departamento de Bolívar. Sus primeros años, en compañía de su esposa Blanche, tienen los encantos y los riesgos de la actividad colonizadora:
"[...] tomaban once días de camino desde Simiti, en el río Magdalena, hasta la mina. Unos pocos natives comenzaban a limpiar el monte y sembraban maíz entre la maleza, también
piñas y plátanos " 3 .
Parrish nunca abandonó la minería. Mediante ella logró acumular cierto capital que reinvirtió en varias regiones y en diversos sectores de la economía del país. Se entusiasmó con las proyecciones de Barranquilla como centro portuario de Colombia, donde estableció su residencia así como su centro de operaciones. A finales del segundo decenio de este siglo, se asoció con la familia De la Rosa para fundar la Compañía Urbanizadora El Prado, y a partir de allí Karl C. Parrish y su hermano Robert estarían detrás de los grandes proyectos de ese municipio: las Empresas Públicas Municipales, el Acueducto, Bocas de Ceniza, el Terminal Marítimo o las carreteras a Puerto Colombia y Cartagena. Sus intereses fueron más allá del desarrollo urbano de Barranquilla. Organizaron la exploración y la explotación de minas en los departamentos de Antioquia, Bolívar y Chocó; invirtieron en finca raíz en Cali, Bogotá y Medellín; controlaron los servicios públicos de Magangué, El Banco y Calamar; fueron por algún tiempo los principales accionistas de la Cervecería del Magdalena y de uno de los aserraderos más grandes del país. En 1930, el embajador de los Estados Unidos en Bogotá describía a Karl C. Parrish como "un muy exitoso constructor y
sagaz hombre de negocios", asociado con prominentes compañías e intereses bancarios estadounidenses 4.
Las vinculaciones de Parrish con el mundo financiero de los Estados Unidos lo convirtieron, en varias ocasiones, en "su hombre en Colombia", al tiempo que para los colombianos, también en diversas oportunidades, fue "nuestro hombre en Estados Unidos".
Desde 1907, Karl C. Parrish se radicó en Barranquilla, aunque durante estos primeros años pasaba la mayor parte de su tiempo en las minas y vivió algunas temporadas en Cartagena. Ambas ciudades atrajeron su atención desde muy temprano; sin embargo, decidió invertir en Barranquilla por considerar que en Cartagena la riqueza se encontraba más concentrada; además, "muchas de las mejores familias ya han construido buenas casas". Los hermanos Karl C. y Robert Parrish, así como su capital allí invertido, le identifican como uno de los principales defensores de la ciudad; promovía con insistencia su desarrollo, tanto en el país como en el extranjero. En 1920 le escribía a unos negociantes de Pensilvania: "Barranquilla se está volviendo un pueblo realmente próspero. Todo está floreciendo y tal parece que será la mayor ciudad comercial del norte de Suramérica. Es un sitio muy cosmopolita". Ese mismo año le aseguraba al cónsul de los Estados Unidos que Barranquilla estaba creciendo más que las otras ciudades de Colombia. Diez años más tarde se enorgullecía de su influencia en el desarrollo de Barranquilla y así lo comunicaba a uno de sus empleados desde Nueva York: "a menudo se menciona a Barranquilla como la única ciudad bien administrada en todo el norte de Suramérica y por lo tanto Parrish y Cía. están recibiendo un
poco de fama" 5.
En asocio con Manuel J. y Enrique de la Rosa —miembros de una tradicional familia barranquillera— y de los ciudadanos estadounidenses Jas F. Harvey y W. D. de Barard,
Los Parrish crearon la Compañía Urbanizadora El Prado


En 1920, con capital inicial de $300.000 6 . El objetivo inmediato de la compañía fue construir un barrio residencial moderno, en las afueras de la ciudad, con las características de un suburbio norteamericano: grandes avenidas, parques y zonas verdes, casas amplias rodeadas de espaciosos jardines, clubes deportivos y campestres. Las dimensiones de la empresa y su rápido crecimiento motivaron que la sociedad se involucrara directamente en casi todos los rincones del desarrollo urbano de Barranquilla: la pavimentación de sus calles arenosas, la prestación de los servicios públicos o la construcción del acueducto o del alcantarillado.
La venta de lotes urbanizados se movió con celeridad desde un comienzo y las familias que vivían en los sectores aledaños a la calle Obando pronto se trasladaron a los terrenos de El Prado, de aires más refrescantes, más cerca del mar. El entusiasmo de algunos superaba aveces sus posibilidades económicas. "La tendencia es construir muy caro —escribía el padre de Parrish, quien entonces revisaba los balances de El Prado—; el problema es mantener a estos tipos al nivel que
ellos puedan costear" ‘ 7
En términos generales, a pesar de estos temores, la compañía recogía los pagos de manera satisfactoria. En 1928, por ejemplo, El Prado tenía 260 "mutuarios", sólo dieciséis con dificultades en el pago de sus cuotas. Parrish organizó, al parecer, un sistema de ventas a plazos que garantizaba una ágil movilización del mercado y un razonable estado de liquidez para la sociedad. En 1928 y 1929, la compañía recibía entre $10.000 y $30.000 mensuales. Según el mismo Parrish, el desarrollo de El Prado, que había costado hasta entonces un par de millones de dólares, se había logrado sin préstamos, excepto algunos de carácter temporal, los que nunca excedieron de $50.000; la mayor parte del tiempo, El Prado disponía en sus bancos de una suma líquida entre $50.000 y $100.000 8 .
El moderno vecindario se vio complementado con la construcción de un club campestre, varias instalaciones deportivas y un hotel de primera categoría que se financió en sociedad con miembros de la familia Obregón a un costo aproximado al $1.000.000. Además de El Prado, de casas amplias y a veces lujosas —quizá una exquisita versión estadounidense de la arquitectura tropical— la compañía proyectó otros barrios de "casas pequeñas pero bien construidas, por las cuales hay una gran demanda [...] al costo de $1.500 a $3.000 cada una" 9 . Sin duda, la Compañía Urbanizadora El Prado fue de las más rentables que emprendieran los Parrish en Barranquilla. A través de ella lograron acumular considerables extensiones de tierra que servirían de garantía para abrir negocios en otros frentes, así como representó, durante su primer decenio de existencia, una fuente casi constante de ingresos.
Paralelamente a la venta de lotes, se iban desarrollando sus actividades conexas, tales como la construcción, el diseño arquitectónico o las obras de ingeniería. Tras la buena marcha de El Prado, los Parrish fueron integrando su negocio de urbanización con otras empresas, tales como una fábrica de ladrillos o un aserradero, el más grande de la costa caribe colombiana.
A finales del segundo decenio de este siglo, los hermanos Parrish


—Por conducto de la Compañía Colombiana de Inversiones, la Compañía Urbanizadora Bellavista y Parrish Investment Co.— obtuvieron el control de la Compañía de Maderas La Industria, de la que también fueron socios Carlos A. Dávila, Rafael Obregón, Carmelo Arango, Jorge Obando, Gregorio Armenta y Eduardo Hughes.
La Industria, fundada varias generaciones atrás por la familia Salcedo, producía diversos tipos de madera para construcción, así como para la fabricación de cajas y de muebles. Situada cerca de Barranquilla, al pie del río, la industria recibía su materia prima —troncos de caoba, cedro, ceiba o caracolí, entre otras variedades de madera— por la vía fluvial, producida a su vez de manera artesanal por cientos de taladores a lo largo del Magdalena. Su mercado era bastante amplio, siendo Barranquilla —el sector de la construcción en particular— su plaza principal; pero también vendía sus productos en Santa Marta, Ciénaga, Cartagena y los pueblos del río Magdalena hasta Girardot. Las cajas de La Industria —una de las líneas más importantes de la empresa— llegaban hasta Barrancabermeja, donde operaba la Tropical Oil Company, su
primer cliente 10 .
Se trataba de un negocio bastante rentable que comenzó a funcionar en condiciones monopólicas desde que los Parrish lograron la fusión de La Industria con otros aserraderos de la costa y adquirieron uno de los mayores aserraderos de Bogotá. A pesar de los rigores a que se vio sometida La Industria durante la Gran Depresión, la compañía planeaba aumentar su capital de trabajo en 1930, con el fin de extender sus actividades a la misma producción de su materia prima. Hasta el momento, la tala de árboles se hacía artesanalmente, en un mercado competitivo, de baja tecnología, sujeto a las dificultosas condiciones de transporte del río y abierto, por consiguiente, a la posibilidad de su rápida modernización. Karl C. Parrish temía verse desplazado por una "compañía extranjera" (en sus propias palabras) que, al organizar la tala de árboles, se apoderara también del mercado maderero 11 ,
Si bien la Compañía Urbanizadora El Prado había garantizado su desarrollo con la adquisición masiva de tierras y el control de algunas actividades conexas, como la producción de maderas, se debía enfrentar no obstante a la restringida capacidad del municipio para expandir la prestación de los servicios públicos al ritmo de crecimiento de la ciudad. Las dimensiones de una nueva Barranquilla habían superado la infraestructura del siglo XIX. Los Parrish decidieron promover directamente la construcción de un moderno acueducto y la de otros proyectos y, para tal efecto, gestionaron un empréstito con la Central Trust Co., de Illinois, por $5.000.000, que el municipio contrató en 1925 12 . Su firma de ingenieros, Parrish y Cía., seria la encargada de llevar a cabo las obras: acueducto, alcantarillado sanitario, pavimentación de calles, reconstrucción del mercado y pabellón de carnes.

las Empresas Públicas Municipales
El empréstito de la Central Trust replanteó por algunos años el manejo de las finanzas municipales de Barranquilla, al crearse las Empresas Públicas Municipales bajo la administración de una junta autónoma e independiente del concejo de la ciudad. Para garantizar la puntual recolección del crédito, se colocó al frente de la misma al ciudadano estadounidense Samuel Hollopeter, quien cumpliría sus funciones durante veinte años, dejando tras de si la imagen de haber administrado la empresa de servicios públicos más eficiente de la Colombia de la época.
Las condiciones del empréstito fueron fuente de sucesivos enfrentamientos con ciertos sectores políticos de la ciudad que se veían excluidos del manejo de los dineros provenientes del préstamo, así como de la nueva organización administrativa del municipio. En 1929, varios miembros del concejo buscaban la posibilidad de otro arreglo bancario en el extranjero por intermedio de la firma estadounidense Foundation Company, a su vez interesada en desplazar a Parrish y Cía. de la construcción de las obras públicas del municipio. Karl C. Parrish denunciaba así los hechos a su representante en Nueva York:
[...] siento que es mi deber advertir a Washington [al departamento de Estado] que intereses americanos están tratando de destruirla única forma exitosa de administración gubernamental en Suramérica [...] los hombres de negocio están furiosos, pero los malos políticos están en el poder [...] Yo conozco al político que está al mando y él es un hombre sin escrúpulos [...] el presente contrato evita casi todo soborno en la ciudad y a él le gustar la acabar con esta maquinaria de los
hombres de negocios" 13.
Los intentos de la Foundation Company fracasaron; pero muchos de los concejales no dejaron, una y otra vez, de entrabar la labor de las Empresas Públicas, hasta provocar en una ocasión la encarcelación de su gerente, Samuel Hollopeter. Robert Parrish le describía la causa de los conflictos al presidente Enrique Olaya Herrera en 1933:
"Los principales políticos de la Costa están natural y enconadamente opuestos a este contrato, y continuamente tratan de conseguir algunos inversionistas para refinanciar y así colocarles de nuevo en la silla [...]
Ciertos elementos políticos en el presente Concejo Municipal quisieran en lo posible entrabar la labor de la Junta Administradora de tal manera que ellos pudieran obtener el control y la administración de los fondos a cargo hoy de esa Junta. Los mejores elementos de la ciudad no favorecen [...] interferencias con la Junta, y espero que aquellos elementos políticos no
causen complicaciones indebidas " 14.
No toda la clase política se opuso al empréstito. Karl C. Parrish mantenía cordiales relaciones con otros políticos prestantes de la ciudad —tales como Alberto Pumarejo, jefe liberal del Atlántico y también hombre de negocios—, al tiempo que su hermano Robert establecía contactos con los líderes políticos de la capital. Algunos de sus socios y abogados estaban, de alguna manera, involucrados en política. Enrique de la Rosa, accionista de El Prado, y M.T. Mendoza Amarís, su consejero para asuntos legales, fueron miembros del directorio liberal del Atlántico
15. Con el apoyo de estos y otros sectores políticos, de la Cámara de Comercio y de la mayoría del sector privado, los Parrish supieron sortear numerosas dificultades y controlar así por varios años —de común acuerdo con los intereses bancarios de Chicago— a las Empresas Públicas Municipales, en lo que parece haber sido una particular experiencia de colaboración entre los hombres de negocios, la clase política y el capital estadounidense. Durante el gobierno de Enrique Olaya Herrera, los Parrish recibieron más de una propuesta para organizar los servicios públicos de otras ciudades del país siguiendo el modelo administrativo de Barranquilla.
El entusiasmo por el desarrollo de esta ciudad estuvo siempre vinculado a su futuro portuario. Karl C. Parrish creyó en la excelencia de la situación geográfica de Barranquilla —al pie del río más importante de Colombia y a escasos kilómetros del mar Caribe—, que le permitía convertirse en centro de convergencia entre el transporte marítimo y fluvial. La consolidación de esta doble condición portuaria —que significaba su consolidación como polo comercial e industrial— se veía impedida por una barra de arena —las Bocas de Ceniza— que había imposibilitado la entrada regular de buques marítimos de gran calado por el río Magdalena hasta Barranquilla. Esta dificultad natural, producida en parte por los sedimentos que arrastran el Magdalena y sus afluentes a lo largo de sus trayectos, había sido superada por primera vez en la segunda mitad del siglo XIX, cuando una línea de ferrocarril comunicó a Barranquilla con la bahía de Sabanilla. Se trataba, sin embargo, de una bahía inestable y el puerto marítimo tuvo que trasladarse a Salgar, y posteriormente a Puerto Colombia, donde también se construyó un largo muelle, esperando así suplir las deficiencias de la naturaleza. Todos estos esfuerzos demostraron ser apenas soluciones temporales, aunque gracias a ellos Barranquilla recibió un impulso comercial sin precedentes. Sus limitaciones se hicieron evidentes desde los primeros años del siglo XX, y los empresarios barranquilleros comenzaron entonces a promover la apertura de Bocas de Ceniza. Karl C. Parrish fue activo defensor de este proyecto y además creía que la apertura de Bocas de Ceniza traería consigo el desarrollo del valle del Magdalena, al crearse las condiciones para la inversión a gran escala en la agricultura de la región con posibilidades de proyectar su producción
hacia las exportaciones 16


Proyecto de Bocas de Ceniza
Los Parrish se vincularon directamente al proyecto de Bocas de Ceniza en julio de 1929 cuando el mismo gobierno, por intermedio del ministro de obras públicas, Rafael Escallón, los invitó a presentar una propuesta de concesión que contemplara la pronta finalización de los trabajos que allí venía realizando desde 1925 la Compañía Ulen de los Estados Unidos, y que ahora se encontraban paralizados a causa de serias desavenencias entre el gobierno nacional y la compañía estadounidense 17
Los primeros estudios sobre la apertura de Bocas de Ceniza fueron realizados en 1899 y en 1909; ambos se discutieron en el Congreso y éste alcanzó a apropiar una millonaria partida para la ejecución de las obras 18 . Un contrato de 1914 entre una casa alemana y el gobierno colombiano vio truncados sus esfuerzos al precipitarse la primera guerra mundial, tras la cual el gobierno adelantó negociaciones para reasignar los trabajos, esta vez a la Compañía Ulen, en 1924, la que se comprometió a finalizar la obra en un corto periodo. En 1929, era obvio que la Ulen no podía terminar los trabajos prometidos, además de haberse excedido en el presupuesto originalmente asignado. La compañía estadounidense, de prestigio internacional, acusó al gobierno de haber incumplido los términos del contrato, retardando la entrega de los dineros, entrabando los trabajos con diligencias burocráticas y reduciendo las partidas. El gobierno, por su parte, atribuyó a la Ulen toda la culpa del fracaso y dio por cancelado el contrato, retardándose así una vez más la apertura de Bocas de Ceniza, en una historia que refleja el lento proceso de las obras públicas en Colombia, entorpecido por los continuos cambios de ministros, las intrigas políticas y los celos regionales, sujeto a ratos a las luchas de las potencias mundiales y siempre a los ciclos de la economía internacional.
La opinión pública barranquillera se movilizó en favor de la Ulen y en contra del gobierno, y las manifestaciones cívicas se apoderaron en más de una ocasión de las
calles de la ciudad 19 . Los hermanos Parrish, mientras tanto, agilizaban sus gestiones en los círculos financieros de Nueva York, donde lograron formar un grupo con las firmas Harris, Forbes and Co., Electric Bond and Share Co., First National Corporation of Boston, Stone, Webster and Blodget, la misma Ulen and Company y Raymond Concrete Pile and Co. dispuestas a participar en la financiación de las obras. El proceso se vio esta vez paralizado por la natural demora de proyecto de ley de autorización en el Congreso y después por el cambio de gobierno, a lo que se sumó la crisis de la economía mundial y sus efectos en el mercado financiero. A pesar de estas dificultades, los Parrish siguieron tocando puertas en Nueva York y en Londres con el respaldo ya del nuevo presidente,Enrique Olaya Herrera. Final-mente, en mayo de 1933, el gobierno firmó un contrato con Robert Parrish —como representante de la Compañía del Puerto y Terminal de Barranquilla, de la Raymond Concrete Pile Company y de la Winston Brothers Company— para la canalización de las Bocas de Ceniza y la construcción del puerto marítimo y fluvial en Barranquilla 20 , Pasaron varios años antes que el terminal marítimo entrara en funcionamiento, y las Bocas de Ceniza nunca dejarían de traer sus problemas; pero es innegable que la participación de los Parrish durante estos años fue decisiva en el impulso de las obras que le dieron a Barranquilla un nuevo despegue comercial.
Hotel El Prado, original del arquitecto SH White
Perspectiva en acuarela del hotel El Prado, original del arquitecto SH White, Cleveland. Ohio.
La defensa de Bocas de Ceniza y su entusiasmo por el desarrollo portuario de Barranquilla no tenían por qué impedir que los Parrish se fijaran en otras regiones y ciudades del país, donde también invirtieron sus dineros y participaron de los intentos de modernización de sus servicios y obras públicas.
Sus relaciones con Cartagena, sin embargo, no parecen haber sido muy afortunadas, aunque en 1931, por ejemplo, tras diferentes comisiones de ciudadanos de esa ciudad se les acercaron para pedir su colaboración en la solución de los problemas de sus servicios públicos, petición que también les había sido formulada por el presidente Enrique Olaya Herrera. Los Parrish negociaron por algún tiempo con la Electric Bond and Share Co. una propuesta para Cartagena pero con vanos resultados:
"La Electric Bond consideró finalmente que era muy difícil hacer negocios con la gente de Cartagena [...]. Ellos tratan de conseguir todo a cambio de nada [...]. Ellos no han aprendido el secreto de negociar con las grandes compañias[...]. que la administración de una ciudad es como cualquier
otro negocio" 21.
En 1931, Karl C. Parrish le presentó a Simón Bossa, entonces presidente de la junta administradora de las Empresas Públicas de Cartágena, un proyecto para la construcción de un nuevo acueducto. Al parecer, una serie de problemas políticos impidieron llegar a un acuerdo:
"Yo dudo que se pueda hacer algo [...] hay muchos intereses políticos adversos [...]. La situación en Cartagena es tan complicada que en muchos aspectos yo personalmente estaría complacido al no tener nada que
ver con ella " 22,
No debían de ser muy distintas las complicaciones políticas de Cartagena de las de Barranquilla, y los Parrish, a pesar de sus desanimados comentarios, hubieran querido participaren el manejo de sus servicios públicos. Quedó muy claro que por lo menos lo intentaron. Al igual que en Barranquilla, aunque quizá con menor intensidad, mantuvieron cordiales relaciones con ciertos círculos políticos y comerciales de Cartagena. Karl C. Parrish creía que el desarrollo de ambos puertos no era mutuamente excluyente y trabajó en la mejora de las comunicaciones entre ambas ciudades. Participó en la construcción de la carretera Barranquilla-Cartagena y por varios años promovió el proyecto de ferrocarril que uniera a los dos puertos.
En Santa Marta


Los Parrish —por conducto de Parrish y Cía. y la Compañía Colombiana de Inversiones— alcanzaron a manejar 2.000 de las 6.000 acciones de la Cervecería del Magdalena, que representaban un capital de $200.000. En 1930, esta empresa vendía alrededor de 4.500 cajas de cerveza mensuales en los mercados de Santa Marta, Ciénaga, la zona bananera, Barranquilla, los pueblos del río Magdalena y Bucaramanga. Durante esta época, la Cervecería del Magdalena se vio enfrentada a una guerra de precios con las cervecerías de Bolívar y de Barranquilla, de propiedad de la familia Osorio de Barranquilla. Karl C. Parrish intentó la fusión de las cervecerías de la costa como forma de superar ésta que consideraba una dañina competencia. Las negociaciones con Alberto Osorio, accionista principal de la Cervecería de Barranquilla, fueron largas pero infructuosas y Osorio rehusó todas las propuestas. El fracaso de las negociaciones y las negativas consecuencias de la guerra de precios con las cervecerías de Barranquilla, sumadas a los efectos de la depresión, obligaron la venta de sus intereses en la Cervecería del Magdalena a la Cervecería Bavaria de Bogotá 23.
Su fracaso como cerveceros en Santa Marta y sus frustrados intentos de participar directamente en el desarrollo urbano de Cartagena, podrían compensarse con sus intereses en los servicios públicos de varios pueblos de la costa, así como con sus inversiones en otras regiones del país.
En 1922, Parrish y Cía. habían vendido e instalado una planta de hielo en el municipio de Magangué, Bolívar. Al poco tiempo, los compradores se vieron en dificultades financieras y cedieron la propiedad y la administración de la planta a los Parrish, quienes hicieron planes de inmediato para combinar este negocio con la empresa de energía eléctrica, con el objetivo de ensanchar la capacidad de la planta y mejorar el servicio. Entre 1925 y 1930 la distribución de la luz eléctrica se incrementó en un 100% mientras las ventas de hielo aumentaron 400%, dadas las presiones de la demanda por este producto tanto en Magangué como en otros pueblos aledaños. Karl C. Parrish creyó además que la situación geográfica de Magangué, centro ganadero y comercial de importancia, garantizaba el crecimiento económico de esa región, vinculada a la apertura de Bocas de Ceniza y al desarrollo de los pueblos ribereños del Magdalena
24 . Esta, al igual que otras perspectivas de desarrollo, era imposible sin la mejora de las comunicaciones, por lo que proyectaba una troncal ferroviaria que comunicara a Sincelejo con Magangué y a ésta con Barranquilla.
A través de la Compañía Colombiana de Servicios Públicos y mediante las gestiones de Gonzalo Conde —abogado y político liberal, uno de sus más cercanos colaboradores— los Parrish aseguraron contratos con los municipios de Magangué y El Banco para la prestación de los servicios de energía eléctrica y acueducto. En representación del Banco Anglo-Suramericano, también comenzaron a controlar las plantas de hielo, energía y acueducto de Calamar, a partir de 1931. Aunque no parece que estas inversiones hubieren sido altamente rentables, tampoco producían pérdidas; se trató de una inversión segura, por lo menos durante la década del veinte, cuando la compañía dejaba utilidades mensuales entre $1.400 y $2.500. Todavía en 1945 los Parrish controlaban estas plantas aunque ya entonces estaban "ansiosos por
vender" 25.
Desde su llegada al país, Karl C. Parrish mantuvo interés constante por la actividad minera, particularmente en diversos yacimientos de oro, aunque también fijó su atención en explotaciones de cuarzo y platino. Su primera experiencia, en recónditas regiones del departamento de Bolívar, le permitió además explorar las posibilidades mineras de Antioquia y Chocó. En 1914 protocolizaba cuatro títulos de minas de oro y en 1927 fundaba la Compañía Minera El Nare.
El Nare se constituyó en Medellín con un capital de $400.000, en sociedad con los ciudadanos estadounidenses William Synder, Elmer Probst y Charles Whitaker. Parrish convenció a varios hombres de negocios de Barranquilla para que suscribieran acciones de esta sociedad y así lo hicieron, entre otros, Alberto Roncallo, J. Mario Santodomingo, Francisco Carbonell González y Alvaro de Mares. Entre 1928 y 1931, El Nare había producido aproximadamente medio millón de dólares; este último año la mina producía un promedio mensual de $20.000 de oro en polvo y se esperaba que podría estar en producción durante otro decenio.
Por esta época, Karl C. Parrish comenzó a promover la fundación de una nueva empresa, la Exploration Company de la que esperaba grandes resultados por la posibilidad de explotar varios yacimientos en las regiones de los ríos Atrato y San Juan. Una vez más entusiasmó a algunos capitalistas barranquilleros, entre ellos a J. Mario Santodomingo, quien estuvo "casi crazy acerca de este negocio minero. El piensa que es lo mejor en Colombia hoy". En esta ocasión, sin embargo, no logró recoger capital en Barranquilla. Por un lado, la crisis económica había golpeado muy fuerte a la ciudad (sólo Santodomingo y Franco Carbonell, según Parrish, tenían dinero disponible), y por el otro, tuvo desacuerdos con Santodomingo sobre el control financiero de la nueva empresa. Parrish recurrió entonces a sus amigos capitalistas del interior y fundó la Exploration Company con Carlos A. Dávila, Hernando Gómez y
Ricardo Holguín 26,
Además de sus intereses en la minería, los Parrish invirtieron en otros negocios en el interior del país. En 1928 comenzaron sendos proyectos de urbanizaciór en Cali y Medellín y en 1929 crearon la Compañía Urbanizadora El Nogal en Bogotá. Cerca de Bogotá adquirieron un aserradero de tamaño considerable el Andean-Saw-Mill. Por intermedio de la Compañía Colombiana de Inversiones, controlaban la Sociedad Importadora de Automóviles, el Cine Bolívar y una panadería 27.
En octubre de 1929 Nueva York vivió el pánico financiero que marcó e comienzo de la crisis económica mundial que se conoce como la Gran Depresión. La crisis, que en Colombia se había adelantado a causa de una baja en los precios del café y la consiguiente parálisis de las obras públicas, afectó también los intereses de los Parrish, aunque todo parece indicar que supieron salir adelante.
Desde julio de 1928, Karl C. Parrish observó los signos de las dificultades que se avecinaban:
"La construcción en Barranquilla y en todas partes está decayendo considerablemente, tanto que muchos albañiles y carpinteros están
sin trabajo " 28.
Un año más tarde, todavía antes de la crisis de Wall Street, informaba a uno de sus socios de las eventuales dificultades financieras para las cuales Parrish y Cía. debería prepararse; pero con buen olfato de negociante le advertía: "ésta es, sin embargo, una buena época para estar preparado para buenas épocas".


Parrish reorganizó la compañía urbanizadora
En noviembre de 1930 Parrish reorganizó la compañía urbanizadora con el fin de ajustarse a la crisis: recortó los gastos de operación en miles de dólares, salió de muchos de sus mejores empleados, redujo los salarios y cerró definitivamente una fábrica de ladrillos. En esta misma fecha informó haber sufrido grandes pérdidas tanto en Colombia como en los Estados Unidos y le advirtió a uno de sus subalternos: "aunque todavía estamos en buena forma, no lo estaremos si no actuamos pronto". El ritmo de trabajo de sus obras decreció mas no se interrumpió completamente. En abril dc 1931 le informaba a la Central Illinois:
"Durante estos dos años de crisis, nuestros trabajos municipales han continuado sin interrupción [...] una compañía americana de teléfonos acaba de terminar de instalar una moderna y automática planta para la ciudad y Parrish y Cía. ha continuado sus desarrollos de
finca raíz " 29 ,
Parrish hizo notables esfuerzos por mantener en alto el nombre de Colombia en el exterior durante la crisis, no siempre con los mejores resultados. En su correspondencia subrayaba que las causas de los problemas en Colombia eran anteriores y diferentes de las de la depresión mundial, sin desconocer que el país había sido gravemente afectado, al tiempo que disipaba entre sus amigos los rumores que circulaban en el exterior acerca del futuro político de Colombia.
"La crisis [en Colombia] —escribía— comenzó un año antes de la crisis en los Estados Unidos. Nosotros [los colombianos] no tuvimos problemas con la sobreproducción, ni con la abundancia excesiva de existencias, ni con el uso excesivo del crédito. El problema fue que no hubo mercado para los bonos extranjeros y todas las obras públicas del gobierno se vieron paralizadas, lo que dejó sin trabajo a muchos miles de personas en todo el país. Al mismo tiempo, debido a los efectos psicológicos de la crisis del café en Brasil, el precio del café colombiano cayó de cerca de 24 a 16 centavos en apenas pocas semanas. También había un gran descontento por el método de los gastos del gobierno en las líneas de ferrocarril, lo que afectó seriamente el valor de los
bonos colombianos en el extranjero" 30 .
La elección del candidato liberal Enrique Olaya Herrera como presidente de la república, en 1930, representó un factor de seguridad para los negocios de Parrish, como en general para los hombres de negocios del país.
[...] las dficultades políticas nos habían vuelto a todos temerosos durante los pasados años [...] Con éstas resueltas, los problemas financieros, comerciales e industriales de Colombia se irán resolviendo gradualmente con la ayuda de un administrador razonable."
Desde los comienzos de la presidencia de Olaya Herrera, Karl C. Parrish mantuvo su optimismo por el futuro económico del país y así lo propagaba en el círculo de negocios del extranjero:
Agosto de 1930: "El sector manufacturero está aumentando su capacidad, algunos hasta el 30%. Nuestros recaudos en todo el país han aumentado considerablemente, aun en Cali y en Medellín. Estoy sorprendido y complacido con la forma como Colombia está resolviendo sus problemas".
Noviembre de 1930:"[...] las condiciones comerciales aquí están realmente mejorando y parece que, si las apropiadas leyes son aprobadas por el Congreso, Colombia se ubicará cerca de la cima en la lista de los buenos y sanos gobiernos entre las repúblicas suramericanas
Enero de 1931: "los negocios se han mejorado gradualmente [...] en todo el país [...] si Olaya continúa pronto habrá puesto esta casa en orden ".
Abril de 1931. "[...] tenemos nuestra casa en orden y estamos preparados para seguir adelante con calma; si lo hacemos este año signficará que la crisis ha sido una buena cosa para Colombia. Tenemos que considerar, sin embargo, que no podremos salir adelante muy rápido sin la ayuda externa pues somos un país en desarrollo
Marzo de 1934: "Los asuntos en Colombia han mejorado en general durante los últimos 6 ó 9 meses, debido en gran parte a los muy satisfactorios precios de café y a la renovación de la confianza del público. Nuestro común amigo el Doctor Olaya Herrera ha sido un excelente Jefe del Ejecutivo para este país en los
pasados cuatro años [...]" 31.
Con Olaya Herrera en el poder, el sector privado recobró la tranquilidad que había perdido en los últimos años del mandato de Abadía Méndez; las políticas económicas y fiscales del nuevo gobierno liberal parecen haber correspondido a las expectativas de los hombres de negocios. Los Parrish, además, mantuvieron estrechos vínculos con el presidente Olaya Herrera. Cuando éste, elegido presidente, viajó a los Estados Unidos, los hermanos Parrish organizaron una campaña publicitaria que promovía el buen nombre de Colombia en los círculos financieros de Nueva York. Ya posesionado del cargo, el presidente Olaya Herrera se acercó a Karl C. Parrish en más de una oportunidad para pedirle su concepto sobre diversos aspectos relacionados con el manejo de la economía nacional. Parrish, por su parte, guardaba gran aprecio a Olaya Herrera, a quien consideraba un "maestro" de la administración del país durante la crisis 32 , Sus simpatías por Olaya eran tan fuertes, al parecer, como su antipatía por Alfonso López Pumarejo: "La peor nube en el horizonte, [. . .] quien es apto para ser destructivo y no constructivo [...] siempre un pesimista y un alarmista en sus discursos" 33.
Los negocios de los hermanos Parrish sobrevivieron a la crisis económica, no sin haber sorteado enormes dificultades. El sector de la construcción fue quizá uno de los más afectados por la depresión, al igual que la industria cervecera y otras ramas de la economía donde habían invertido. Sin embargo, la solidez financiera de sus principales empresas y la diversificación de sus intereses—por ejemplo, sus negocios de minas—, entre otros factores, sirvieron para suavizar los negativos efectos de la crisis.
Durante todos estos años, desde su llegada a Colombia, Karl C. Parrish mantuvo sus vinculaciones con los Estados Unidos. La buena marcha de sus empresas —que desde el principio recibieron el apoyo del capital estadounidense— reforzó sus conexiones en el mundo de los negocios de ese país. Hasta 1931 Parrish tuvo oficina en Nueva York, a donde viajaba con frecuencia en busca de respaldo financiero, de socios para sus proyectos o de representaciones de firmas extranjeras interesadas en expandir sus actividades en Suramérica. Parrish era agente, para todo el país, de Griffith Bros., de Londres, de los fabricantes de maquinaria Fairbank Morse y consultor de la Electric Bond and Share Co., en Barranquilla, Buga, Cali, Honda, Girardot y Bogotá, entre otras representaciones,
agencias y consultorías 34.


Compañías interesadas en invertir en Colombia.


La reputación de su firma en el extranjero y las conexiones que logró establecer a través de sus aventuras empresariales lo convirtieron en un lazo importante para las compañías interesadas en invertir en Colombia. En 1920, la Southern Oil and Transport Co., de Nueva York, interesada en explorar petróleo en el país, le pidió a Parrish que estudiara la posibilidad de adelantar algún proyecto de mutuo interés; ese mismo año la Carib Syndicate le pedía su concepto sobre unas minas de platino en el río Atrato. A veces se le acercaban para peticiones de menor envergadura; por ejemplo, cuando MacGraw Hill le pidió candidatos para la oficina que planeaba abrir en Barranquilla, o cuando sirvió de enlace entre el presidente de Pan American y Scadta, las dos compañías de aviación que se disputaban el predominio de la ruta suramericana 35.
Estas estrechas relaciones con el capital extranjero no le eximieron de conflictos. Quizá el más agudo fue el que Parrish sostuvo con la Foundation Co., firma estadounidense de construcción que intentó obtener del concejo de Barranquilla algunos contratos de obras públicas y desplazar a Parrish del control de los trabajos municipales. El enfrentamiento tuvo connotaciones políticas, como quiera que fueron los mismos concejales quienes investigaron a la Foundation Co. con el fin de asegurar su participación en la distribución de los empréstitos para el municipio. Tampoco fue afortunada la relación entre Parrish y los bancos estadounidenses que funcionaban en Colombia. Parrish criticó, con frecuencia el papel que estaba desempeñando la banca de los Estados Unidos en el país. "Los Bancos Americanos —escribía en 1921— no están haciendo ningún negocio y su venida a Colombia ha hecho más mal que bien". Diez años más tarde su opinión al respecto no había cambiado: por ello "debemos continuar haciendo negocios con los Bancos Ingleses por la sola razón que los Bancos Ingleses se sostienen y apoyan a sus clientes durante épocas de crisis"
36 . También buscó a los ingleses cuando estuvo tratando de promover el proyecto de concesión de Bocas de Ceniza, por considerar que un grupo internacional —en vez de la presencia exclusiva del capital estadounidense —tendría mayor aceptación en la opinión pública de Colombia. Actitudes como ésta le ganaron la animadversión de algunos funcionarios del gobierno de los Estados Unidos, quienes tampoco le perdonaron a Parrish—le acusaron de antipatriota— el que hubiese tratado de intervenir en favor de Scadta en su conflicto con Pan American 37 .

38 Carta de KCP a J. F. Harvey, Des Moines/ Barranquilla, 30 de enero de 1921, en AFP, Barranquilla. (regresar38)


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La religiosidad en la vida de las mujeres y hombres barranquilleros

RAFAELA VOS OBESO
Profesora de la Universidad del Atlántico (Barranquilla)
Trabajo fotográfico: Mario Rivera Vélez
La convencional Barranquilla de principios de siglo era una sociedad cerrada, jerarquizada, que conservaba en su trasfondo cultural formas de irreverencia social, pero en su esencia era una sociedad con su espiritualidad controlada por el régimen jerárquico clerical. Las convenciones culturales se combinaban con el florecimiento material
1. Llama la atención la concepción que sobre la mujer imperaba en esos años. Barranquilla recibió el influjo de la cultura heredada del siglo XIX cuyas concepciones legadas de la colonia sobrevivían en el tiempo. La imagen, heredada del pasado, de la mujer como "bien sagrado" (virgen, madre y religiosa) o como objeto sexual encubierta también por la maternidad y la pureza permanecían en la ideología social, imponiéndose un código moral que contribuía al conservadurismo cultural. El acervo religioso configuró los imperativos de la época, determinando los patrones, costumbres y valores que pesaban sobre las mujeres barranquilleras.
El culto a la virgen María, espejo de las mujeres de la época
La Liga de Caballeros del Sagrado Corazón de Jesús
2, la Juventud Católica 3, las Legionarias de María eran, entre otros, los espacios religiosos de la población masculina y femenina. El Sagrado Corazón de Jesús se convirtió en el símbolo religioso colombiano del poder masculino. Recordemos que durante este período el conservatismo controlaba el poder político y, con la Iglesia, el poder religioso, hegemonía que se extendió hasta 1930. Barranquilla no fue la excepción. Manifestaciones de intolerancia religiosa, pero también de irreverencia, estuvieron presentes en la época; corrientes políticas y filosóficas como el liberalismo y la masonería 4 controvertían con las imposiciones religiosas. Además de estas variantes, Barranquilla, como ciudad puerto, recibía la influencia de corrientes de pensamientos diversas, que repercutieron en su dinámica social, contribuyendo estos elementos a que la ciudad se convirtiese en un espacio culturalmente heterogéneo.
En los primeros decenios del presente siglo la religión controló todos los espacios de la vida comunitaria barranquillera: su actividad social, familiar, educativa, política, cotidiana, sus hábitos y costumbres se vieron mediados por sus principios, cuya ideología imponía a las mujeres un discurso maternalista, además de ser productora de moral y de buenas costumbres.
La expresión más fidedigna de esta estampa idealizada era la Virgen María, madre piadosa, humilde, bondadosa, con una gran capacidad de sacrificio, dulce, amable, abnegada, bella, la que con su fortaleza espiritual inspiró los valores que las mujeres debían poseer para ser aceptadas por las rígidas convenciones sociales. Estas cualidades se realizaban siendo amas de casa recatadas y pudorosas, cumpliendo a la vez con las imposiciones sociales: al salir a la calle debía ser con el consentimiento de su marido, no debían recibir visitas en su ausencia, sus salidas del enclaustrante hogar debían estar relacionadas con cumplidos sociales: visitar enfermos; asistir a misa, a sepelios, a recogimientos espirituales; ir al cementerio. Todo obsequio tenía primero que recibir la aprobación del marido.
Los principios religiosos se convertían así en guías espirituales, y cada domingo los sermones les recordaban sus obligaciones. Sus diversiones eran muy pocas: cumplir sus citas religiosas con el señor, ir al parque, o al cine, a ver películas seleccionadas por la censura de la Iglesia. Las mujeres de la elite asistían al Teatro Municipal, al Cisneros y al Centro Español a ver representaciones de las que muchas de ellas eran protagonistas. El piano y el violín, instrumentos preferidos por las beneméritas, deleitaban sus hogares, amenizaban tertulias literarias o reuniones sociales; todo esto bajo la férrea mirada de la madre, el padre o el esposo. A través de las ventanas veían transcurrir los días; cualquier suceso callejero era motivo de comentario. Pero no todo era quietud en la vieja Barranquilla; en los barrios populares, las mujeres eran protagonistas de escándalos, ya fuesen por celos o riñas callejeras.
Su vida amorosa era bastante restringida
5. Los encuentros de los enamorados eran fortuitos y fugaces, reglamentados por la institución familiar y religiosa. Por todo esto, la iglesia se convertía, así mismo, en lugar de encuentro de las amigas y sus amores. En dicho ámbito comentaban los últimos sucesos de la cotidianidad y del estrecho mundo al que eran recluidas. Los "comentarios", actitudes femeninas motivadas por los pocos espacios recreativos que compartían, despertaban juicios, por su "espíritu inherente, chismosos y comadriles".
El siguiente pensamiento y sus reflexiones así nos los expresan:
LAS LENGUAS DE LAS COMADRES
Aquí yace sepultadala más parlera mujerque en la vida, ni por placertuvo la boca cerrada 6 Shakespeare (Las alegres comadres de Windsor)
La niña, la joven y la mujer debían crecer bajo las pautas de esta moralidad; sufrir era su destino. El recato, el pudor de la moralidad religiosa, demarcaba su forma de vestir, actuar y pensar.
Desde el nacimiento, la vida de niñas y niños era determinada por sus costumbres. El acto de fe a través del bautismo inauguraba su ingreso a la comunidad. Los nombres de María, Carmen, Rosario, Dolores, Concepción, Nicolás, José, Roque, Pablo, entre otros, eran los nombres más frecuentes con que se les bautizaba. Los nombres femeninos recordaban la pureza virginal que debía caracterizar a una mujer. Las primeras comuniones constituían otro acto de recogimiento, hecho obligatorio entre los seguidores de la fe católica, a la vez que el preámbulo, para ambos sexos, del casamiento, y el acondicionamiento a los papeles que había que cumplir en la vida adulta.
El refrán popular "Matrimonio y mortaja del cielo bajan" expresa el determinismo religioso a que estaban sometidas las mujeres. Las categorías lingüísticas de la época encontradas en las fuentes
7 son un reflejo de los controles ideológicos de dicha institución. Las mujeres eran consideradas como las consoladoras de los dolores, hacendosas, compasivas, tiernas, piadosas, sensibles, por instinto, ya que no se necesitaba de su sabiduría sino sólo de su sacrificio. En fin de cuentas, su papel en la vida, desde que nacían hasta que morían, era el sufrimiento. Estas visiones sobre las mujeres las convertían en seres idílicos.
El sufrimiento se constituía, en parte inherente de su vida, convirtiéndose en una virtud, porque era parte de su espiritualidad. La virtud, simbología del sufrimiento, se reflejaba en la castidad, cuando señoritas, y en el sufrimiento, cuando adultas, como madres. Ejemplo que dio la Virgen María ante el dolor de la pérdida de su hijo (expresión de la Mater Dolorosa). Dichas simbologías poseían, a su vez, una trampa: la mujer, como "bien sagrado", era también poderosa. A través de su autosufrimiento confirmaba su identidad. El marianismo se constituyó así en un contrapoder, en el cual se apoya la fuerza del "sexo débil". Ello la recubría de una imagen de respeto como matrona y centro del hogar.
El padre Revollo nos legó otro testimonio acerca de las mujeres de la época: "Era mi madre una mujer muy culta, sin remilgos de esmerada educación, sencilla y recatada, de poco hablar y mucho sentir, señora de su casa, amiga y enemiga de ninguna"
8. Así, la mujer tenía dos caminos: casarse a muy temprana edad, convirtiéndose en la matrona de su casa, o permanecer soltera, para "vestir santos"; "yo estaba vestido por manos de aquellas damas de las quienes se decía se habían quedado para vestir santos", comentaba Revollo.
Por otro lado, las prácticas religiosas debían extenderse al hogar. Las mujeres pasaban largas horas concentradas en la oración. A rezar el rosario tres veces al día, una de ellas dedicada a las ánimas del purgatorio; a elevar plegarias a familiares y amigos muertos; colocarles velas a los santos o a la Virgen de su preferencia. Las mandas forzosas formaban parte de este ritual, ya fuese en especie o en forma de compromisos morales: siendo acompañantes en las procesiones o reglamentando un número de misas a las que debía asistir.
Las prácticas religiosas se convirtieron en espacios recreativos que les permitía, además de desarrollar su espiritualidad, promocionar obras sociales en beneficio de la Iglesia y de la comunidad. Las mujeres se convirtieron así en baluartes y continuadoras de la fe católica.
Las fiestas religiosas en la plaza de San Nicolás
Los rituales religiosos y sus manifestaciones, además de encuentros y recogimientos espirituales, lo eran también de esparcimiento social. La influencia que ejerció la Iglesia en la espiritualidad barranquillera se acentuó desde finales del siglo XIX
9, aunque es de anotar que también se dieron expresiones de sectarismo religioso 10. La iglesia de San Nicolás de Tolentino, patrono de la ciudad, era su guía espiritual. Su tradición data del siglo XVII y forma parte de la historia primigenia de Barranquilla.
A finales del siglo XIX, el padre Revollo, director espiritual de la parroquia, comentaba que la religiosidad barranquillera a principios del siglo XX era otra cosa. "Ya había respeto en los templos, había buena concurrencia, ejercicio de piedad, ya que con anterioridad, en los colegios del gobierno no había instrucción religiosa y menos práctica religiosa; crecimos en los colegios a la buena de Dios, gracias a los cuidados de nuestros padres; y como así era el ambiente social, no se cómo no salimos todos unos incrédulos y unos saltimbanquis"
11.
En sus homilías dominicales reprendía duramente las actitudes de irreverencia social y publicaba las lecturas "no paganas" que deberían leer los barranquilleros.
La iglesia de San Nicolás, situada en la plaza del mismo nombre, se constituyó en parte de la vida cultural y religiosa. En medio de un extenso arenal, era sitio de reunión a la que asistía el pueblo para observar los maromeros, acróbatas y cirqueros ambulantes que transitaban de región en región. Pero era sitio también de manifestaciones religiosas, en donde se conmemoraban la Semana Santa y las fiestas patronales. Estas fiestas conservaron fuertemente el arraigo popular, hasta el primer decenio del siglo XX.
La feligresía barranquillera también festejaba en aquel lugar la novena navideña, que se convertía en todo un acontecimiento social: lanzamiento de cohetes, buscapiés, triquitraques. Los jóvenes se divertían pateando bolas de candela y subiendo a las resbaladizas "varas de premios", atiborradas de grasa, en cuyo ascenso debían demostrar fortaleza y resistencia. Alrededor de la plaza se instalaban ventas ambulantes de bebidas refrescantes, sin alcohol ni hielo, ya que éste último se importaba de Estados Unidos. Además se instalaban juegos de azar, ruletas y boliches. En las tibias noches, las mujeres, artesanas de dulces y de los fritos tradicionales, hacían despliegues de su ingenio culinario. Con sus rústicas manos elaboraban arepitas fritas, buñuelos, caribañolas, empanadas. Se ofrecían, además, dulces, panes rellenos, panderos, casadillas de coco, conservitas de frutas traídas de Ciénaga, las famosas butifarras de Soledad y, para refrescarse, jalea de tamarindo, chicha de maíz, de arroz, de piña y guarapo de panela. Las festividades eran una fabulosa demostración gastronómica.
Además de lugar para las fiestas religiosas y navideñas, la plaza era un sitio de tertulias, un espacio exclusivo de los jóvenes varones barranquilleros. Estas tertulias se realizaban en el altozano de la iglesia desde las seis de la tarde, después de la comida, hasta las ocho de la noche
12. Alrededor de las fritangas departían los jóvenes alegremente, hasta que el toque de las ánimas les recordaba que debían apresurarse a entrar a sus hogares, si no querían ser reprendidos por la férrea actitud paterna. El toque de las ánimas 13 siguió siendo un control social hasta finalizada la década del 20, cuando se suprimió.
Con los años, la iglesia de San Nicolás fue ampliando su infraestructura física. Los cimientos de la iglesia se construyeron gracias a las dádivas que les pidió el padre Revollo a don Evaristo Obregón y a don Ricardo Echeverría el día de los casamientos de sus respectivos hijos Evaristo y Elisa: el primero de ellos le dio el mismo día de la boda quinientos dólares, y el segundo cien. El matrimonio se efectuó a las doce del día. "Practica que introduje en Barranquilla con la condición de que los interesados hicieran una fuerte dádiva para la construcción del templo, fuera de los derechos arancelarios"
14.
Las fiestas del patrono y de la patrona
Se conmemoraban en la iglesia de San Nicolás. A dichas festividades asistían hombres y mujeres, uno de los pocos espacios que compartían, guardando las distancias. A la fiesta de la Virgen de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre) y a la de San Nicolás (10 de septiembre) asistía el pueblo para rendirles culto. Todo invitaba al recogimiento: las misas cantadas, cuyos coros estaban compuestos generalmente por mujeres, las procesiones, acompañadas de música y cánticos religiosos. La banda musical acompañaba a san Nicolás de Tolentino con la siguiente jaculatoria:
Al Santo Dios uno y Trinocomo patrono constantepor tus hijos pide amanteNicolás de Tolentino
15 .
En las procesiones se cubría al santo con vestido de terciopelo, y llevaba en el "hábito numerosas estrellas de oro"
16.
Otras festividades eran la del Sagrado Corazón de Jesús y la de Nuestra Señora del Carmen; en el mes de mayo este recinto era el lugar de encuentro de otras expresiones religiosas.
A estas ceremonias asistían autoridades eclesiásticas, civiles, militares, judiciales, y el cuerpo consular.
En dichas festividades era muy frecuente que niños y niñas hicieran la primera comunión y las parejas de enamorados decidieran casarse. Las festividades navideñas y las de la Inmaculada Concepción, patrona de la ciudad, eran coordinadas por las legionarias de María, se iniciaban con las novenas en las que "los cuentos y recitales de niñas se predicaba cada noche y los temas eran:
Día 1. La Virgen María y la virtud de la penitencia.Día 2. La Virgen María y la virginidad.Día 3. La Virgen María y la maternidad.Día 4. La Virgen María y la eucaristía.Día 5. La Virgen María y la piedad.Día 6. La Virgen María y la familia.Día 7. La Virgen María y el dolor".
Las fiestas patronales

Con el correr de los años y la creación de otras iglesias, en los primeros veinte años del presente siglo se van conmemorando otras fiestas patronales. El 21 de abril se celebraba la fiesta de la Divina Pastora, en el templo de Nuestra Señora del Rosario. Para tal ocasión, la iglesia se vestía de gala, la misa era cantada en honor de la virgen, y en dicho día se daba una recepción por el ingreso de nuevas hermanas a la congregación de la Divina Pastora. Sus devocionarios salían en procesión alrededor de las principales calles de la parroquia. "La Divina Pastora protegía con su escudo de amor a sus fieles de los peligros terrenales"
17.
El mes de mayo, mes de las flores, era el mes de la pureza, despertando sensibilidad espiritual y aromática. Las flores simbolizan a la mujer. Los altares de los colegios y escuelas católicas y de las iglesias eran adornados con flores y sus aromas. Era el mes de las "Hijas de María"; señoritas de la clase media ingresaban a esta congregación, no sólo como acto de fe y pureza sino de confraternidad y apoyo a la Iglesia en sus actividades espirituales. Con su vestido blanco y la cinta azul rodeando su cadera, se las veía pasar, vestidas así, en cumplimiento de las normas internas de la organización. El azul simbolizaba el cielo, y el blanco la pureza.
Los colegios católicos apoyaban las festividades del mes de la Virgen María. El Colegio de la Inmaculada Concepción, entre otros, organizaba un bello altar, en el cual se solemnizaba la misa muy temprano, a las siete de la mañana. Las niñas y niños recibían en la comunión a Jesús. "En medio de la alegría y el goce se terminó la fiesta. Todas las almas creyentes vertían el regocijo que sobre ellos reflejaba María, que en divino contento bañaba en luz celestial de bendición a esta ciudad que se preparó a rendirle tan animado homenaje"
18.
En la iglesia de San Roque
Se conmemoraban las fiestas del santo del mismo nombre. En disputas, sus creyentes lo reconocían como el patrono de Barranquilla. Sus fieles recorrían las calles para recoger fondos para el tesoro de la iglesia, con el objetivo de acelerar su construcción. La misma iglesia era escenario de las fiestas de María Auxiliadora 19 y la Virgen del Perpetuo Socorro.
"En la parroquia de San Roque se celebraba con mucha bulla, desde el primer día de la novena, la fiesta del santo titular, con misa solemne y procesión, seguida de toros, boxeo, carrera de caballos, y diversiones populares profanas acompañadas de juegos lícitos e ilícitos fomentadores de vicio", comentaba Revollo. Con relación al liderazgo de san Roque, en disputa con san Nicolás, el mismo autor hizo referencia en la obra señalada: "Nadie pretendía llamar a san Roque patrono de Barranquilla, abuso que se cometió más tarde contra leyes canónicas, es decir, eclesiásticas, san Nicolás tiene una tradición de dos siglos".
Pero en el calendario del catolicismo barranquillero existían otras festividades en el mes de mayo: el 17, día de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo a los cielos. Así mismo, las festividades de la Cruz de Mayo, fiesta tradicional de las clases populares. Se celebraban durante los sábados del mes, en los cuales se realizaban bailes en cuyo curso "Alguno de los concurrentes extrae sigilosamente una cruz de pan de dulce, que constituye el objeto. Esta fiesta fue instituida por los misioneros que vinieron a estas regiones de América con los conquistadores. Celebrándose cuando quiera que un indígena recibía las aguas bautismales. En la altiplanicie no se conmemora igual. Allí esta fiesta tiene carácter de bacanal y se desarrolla en los establecimientos frecuentados por el bajo pueblo. "Dicha fiesta se celebra con libaciones de licor y de chicha"
20. La fiesta de san Cristóbal, muy importante para el gremio de los choferes, era promocionada por la Sociedad de Mutuo Auxilio, que nucleaba a dicho gremio. Las festividades de la Virgen Dolorosa, que tuvo también muchos seguidores, era la representación del sufrimiento femenino.
Las fiestas patronales estaban sectorizadas
Indicando con esto las divisiones de clases presentes en la ciudad. Además, el espacio público estaba reservado para el sexo masculino. Al respecto, el Diario del Comercio comentaba en 1922 sobre las fiestas de san Roque: "Fiestas concurridas. De nueve a diez de la mañana tuvo lugar el concurso de ciclistas en el espacio de la calle Caldas comprendido entre la Kra. del progreso y la Plaza ‘7 de Abril’. Cada vencedor fue premiado con un reloj de pulsera. A las cuatro de la tarde salió del templo la solemne procesión del Santo Patrono. La concurrencia fue numerosísima y toda llena de unción y de respeto del que siempre debe lucir el pueblo católico de Barranquilla. A las ocho empezaron las fiestas profanas, en las cuales sobresalió la quema de un artístico estallido fabricado por el hábil pirotécnico santandereano Sr. Julio Uribe" 21.
Las fiestas patronales eran generalmente organizadas por las mujeres a través de las Asociaciones de Madres Católicas y Hermanas de la Caridad
22, la Juventud Católica, las Hijas de María, unas constituidas por mujeres de la elite y otras por mujeres de las clases medias; se conformaban a su vez comités de señoritas, que coordinaban la llegada de personalidades religiosas.
Las obras de caridad como extensión de la religiosidad
Existían, además, otras organizaciones de beneficencia: las camareras de la Divina Pastora, damas aristocráticas, "compuestas de muchachas primorosas que cuando salían en comunidad iluminaban las calles con su belleza".
Así mismo, otras expresiones de la extensión de la espiritualidad a la sociedad eran, entre otras, las cofradías, hermandades de creyentes que tenían como objetivo ejecutar obras de caridad. Las cofradías estaban constituidas por mujeres y hombres. Otra de estas actividades fueron los costureros; uno de ellos, el de Santa Rita, que funcionó en la iglesia de san Nicolás, donde las mujeres beneméritas repartían ropa para los más necesitados. Ellas, en las festividades religiosas y en fechas especiales, como las primeras comuniones, repartían, en un acto de humildad, los desayunos.
Este tipo de obras benéficas también se llevaron a cabo a través de asociaciones como la Estrella de la Caridad, que ayudaban a proteger a la niñez desamparada a través de donaciones de vestidos, juguetes y dulces. Por otro lado, asociaciones como la Gota de Leche, que se inauguró el 5 de noviembre de 1919, organizó el Comité de Protección a la Infancia y la Sala Cuna, para las mujeres pobres de la ciudad que no poseían recursos para mantener a sus bebés.
La Congregación de Madres Católicas, asociada a la Compañía de Jesús, coordinaba las misas y los festivales en el panóptico de la ciudad; en esos días, el desayuno era servido a los presos por estas damas. En uno de estos actos, el preso Eficio Melis comentó: "Cuantos hoy, que lejos de nuestras madres y familias, desheredados por completo de la suerte, bien pudiéramos que volvernos locos, si no encontráramos un consuelo en la religión católica y viéramos palpablemente la caridad de la mujer, que dicho sea de paso siempre será la portaestandarte de la bondad y del cristianismo, al igual que a las otras madres católicas que en la contienda mundial se ocupan de curar heridas, llevar el último sorbo de agua y rezar la postrera oración a los moribundos en los campos de matanza"
23.
La religión y su influencia en la educación
El espacio recreativo espiritual no era el único donde ejercía el control la iglesia. La institución educativa tenía su impronta: el clero debía revisar los contenidos pedagógicos, en los que necesariamente estaba siempre presente la cátedra de religión.
En 1914 hallamos en el Nuevo Diario un comentario que nos brinda una radiografía de las condiciones tan deprimentes en que se encontraba la educación de la mujer: "Coged cualquiera de vosotras una muchacha acabada de salir de uno de nuestros colegios y tendréis el espectáculo doloroso de aquella mujer, esposa y madre futura, que ha ingerido volúmenes de diversas materias de educación e instrucción y no sabe una palabra de gramática, ignora el nombre de los ríos y montañas más importantes y populares y desconoce los héroes y hechos gloriosos más distinguidos de la historia"
24.
En la columna "Para damas", del mismo diario, un columnista comentaba que "a las mujeres se les miraba como objeto de lujo y de placer, para disponer tanto la comida como el arreglo de la casa. Alegando su inferioridad mental, dándole una educación especial, se le infunden prejuicios religiosos para tenerla a raya, sin pensar en la trascendencia en las nuevas generaciones [...] se le infunde temores sobrenaturales"
25. "La educación de la mujer puede ser basada en la religión, pero no llevarla al extremo de un fanatismo que, en vez de ilustrarla y prepararla, le atrofia el entendimiento, como sucede frecuentemente en este país, con la exagerada dosis de fanatismo religioso" 26.
La influencia de la institución religiosa
Era tal, que la Iglesia certificaba el cumplimiento de las prácticas de la fe católica, apostólica y romana de los colegios de la ciudad. Así mismo, declaraba insistentemente que la instrucción religiosa era obligatoria en los centros oficiales de enseñanza, y que debían observar prácticas piadosas.
Las presiones a los colegios que no se sometían al control del catolicismo eran tales, que terminaban asfixiados, y debían clausurar sus actividades. "El Liceo Caldas, que tantos beneficios ha prestado y podía prestar a Barranquilla, suspenderá sus tareas, vencido por la propaganda religiosa fanática y la indiferencia de los padres de familia. Al señor Gabriel Vengochea, director del plantel, le queda la inmensa satisfacción de haber realizado un esfuerzo por la cultura"
27.
No obstante, muchos dueños de colegios resistieron a la arremetida religiosa. El hecho de que la propaganda para la apertura de un ciclo escolar insistiese en la educación liberal llama la atención.
Colegio Luis A. RoblesEnseñanza filosófica LiberalDr. Marcelino CorbachoCalle Jesús Igualdad y San Roque
28
Las fuentes nos permiten interpretar que las pugnas ideológicas
Estaban presentes en Barranquilla. El liberalismo, la masonería y el catolicismo luchaban por mantener sus espacios.
En el periódico El Progreso del 13 de mayo de 1912, se observan las contradicciones que se daban entre la masonería y la iglesia. La masonería echó profundas raíces en los departamentos de Bolívar y Atlántico; y tanta era su importancia, que ésta era considerada "como un incentivo poderoso para la inmigración en Europa, debido a que los prejuicios de la religión oponen a los diversos sectores en su exclusión dogmática, y hoy la vida moderna, en los países adelantados, necesita trabajos, energía, acción"
29.
En el mismo año se registra otra nota en el mismo diario, con relación a la emigración clerical: "Expulsados por todos los países y por los gobiernos, vienen a enriquecerse, como los turcos, y en llevarse nuestras riquezas sin dejarnos nada a cambio. En cambio los turcos
* nos dan su mercancía, baratijas, objetos de su arte, impulsan el progreso, se casan y se quedan, siendo modelo de sobriedad y honradez. Pero los clérigos extranjeros vienen pobres y se van ricos, y nada dejan a cambio, sino los trastornos políticos y sociales, el fanatismo y la intolerancia religiosa de que son causa" 30.
La resistencia ideológica permitió permeabilidad en la introducción de posiciones filosóficas, entre ellas las defensoras de la educación de la mujer, y en la censura de la presencia de la Iglesia en todas las decisiones de su vida. Llaman la atención los debates que desde 1912 aparecen en los periódicos de la ciudad sobre el tema. Todo esto sería el preámbulo para que la condición de la mujer fuese cambiando, reforzada por el desarrollo económico que iba abriendo espacios para la vinculación de mano de obra femenina.
"No hay duda que en Barranquilla el feminismo [subrayado de la autora] avanza, pasando por corresponsales, ayudantes de contabilistas, todo en contra del sexo feo, único ayer. Claro, no sólo los jóvenes más o menos competentes pierden con el nombramiento recaudado en doña Beatriz
**, sino el comercio en general. Pero quien le dice a una mujer de cara de cielo y de aire de princesa: ¿vuelva usted que no hay plata?" 31.
Pero las resistencias culturales como respuesta a la hegemonía ideológica también se iban dando. En los periódicos de 1917 observamos comentarios en que se señalaba cómo los adelantos materiales en Barranquilla "invitaban a conductas desmoralizadoras y libertinas"
32.
El comportamiento en los templos era desobligante
Se criticaba al sexo masculino por frecuentar en el mes de mayo las iglesias con el propósito de mirar a las jóvenes. Haciendo alusión a las incomposturas de los hombres jóvenes el padre Álvarez "apuntó la circunstancia de que sólo durante el mes de María se deja ver en San Nicolás la juventud masculina, que en el resto del año no cumple con sus deberes de cristiano, y la excitó [sic] a que concurra siempre a la casa de Dios, procurándose darse cuenta de que es aquella un lugar distinto en que predominan el poder fatal de los vicios [sic]" 33. Se comentaba, además, "que las autoridades se han visto en el caso de enviar vigilantes a los templos para invitar a los jóvenes que concurrían a la fiesta de mayo le den a la ceremonia un carácter que no se compadece ni con el sitio ni con la buena educación" 34.
La falta de compostura y sobriedad en los días de Semana Santa también era criticada: "El ruido bullicioso producido por carros y coches, autos y chivas, que el acostumbrado en los días ordinarios, las bestias de tiro como siempre cruzaron a carreras las vías públicas y hasta música oímos en algunos establecimientos públicos en la tarde y noche del entierro del Salvador. Atenta contra el espíritu religioso y sanas creencias
35.
La columna "Notas sueltas", del mismo diario, en referencia a la irreverencia religiosa, se expresó así: Anoche se divertían miembros de ambos sexos de nuestra sociedad en varias chivas cantando ‘Josefina, Josefina’. Nosotros somos grandes defensores del imperativo del medio. Barranquilla es especial y su psicología es resultado de la complejidad del ambiente. En todo el país se hacen en esta época retiros espirituales. En Barranquilla se canta, ‘Josefina, Josefina’, el clima, las costumbres, las leyes...."
Las resistencias culturales se van expresando como respuesta a la hegemonía de la ideología católica. Las idiosincrasias culturales barranquilleras, en las cuales la alegría se sobreponía a la rigidez religiosa, van ganando espacios, combinando la tradición y la irreverencia.
La década del 20 devenía, y con ella un ambiente de pujanza para la ciudad. Se crean varias entidades, como las Empresas Públicas Municipales, a la cabeza de Hollopeter constructor del acueducto, la empresa telefónica y la Energía Eléctrica. Se funda la primera emisora comercial de Barranquilla: la Voz de Barranquilla. No obstante su desarrollo material, las concepciones que la sociedad tenía sobre la mujer no se transformaban al ritmo de sus cambios infraestructurales.
Notas:
1 A principios de siglo, Barranquilla iba fortaleciendo su infraestructura material: mejoraba la navegación por el río Magdalena, poseía la empresa de aviación Scadta, se publicaba la Hoja Noticiosa, The Shiphing List, la Costa Atlántica, La Gaceta Municipal, entre otras. La base fundamental para Barranquilla era el puerto. Sus habitantes se vanagloriaban de poseer el tercer muelle del mundo. Con el puerto, el ferrocarril y la radiodifusión, Barranquilla daba pasos para abrirse al país y al mundo.
2 El Sagrado Corazón de Jesús desempeñó un papel importante en la religiosidad colombiana, no sólo iconográfica, sino también ideológica política y social. Su auge puede referenciarse aproximadamente desde 1867 hasta 1960, años en que alcanzó su máxima expresión religiosa y cultural. En momentos críticos de la dirigencia política conservadora, la imagen del Sagrado Corazón de Jesús desempeñaba un papel de pacificador. En la convocatoria nacional para firmar la paz, finalizada la guerra de los Mil Días, la figura santa desempeñó un papel destacado. Así mismo, en el último decenio del siglo XIX, el conservatismo y la Iglesia organizaron estrategias políticas contra el liberalismo, consistentes en la consagración de los departamentos y municipios al Sagrado Corazón de Jesús. En estos últimos, cuando se realizaban actos políticos, se debía ratificar públicamente la fe en el santo. Se convirtió así en un símbolo de poder político reflejado en la imagen masculina, expresando a su vez la patriarcalmente cerrada sociedad colombiana.
3 La Juventud Católica fue fundada en el último decenio del siglo XIX por el padre Revollo, su director espiritual. A través de su órgano de expresión, El Lábaro, desarrollaba una labor moralizadora. A esta asociación pertenecían jóvenes de la elite barranquillera.
4 Los principios religiosos: castidad, obediencia, sumisión al pontífice, se contraponían a los de la masonería: igualdad, libertad y tolerancia. La masonería barranquillera desacataba frecuentemente el verticalismo religioso, y su presencia era tal, que el refrán de los masones era: "No ser masón es no ser costeño". Recordemos que la masonería no permite el ingreso de mujeres en su organización.
5 Es necesario anotar que no era costumbre que las mujeres llegasen a sus hogares después de las ocho de la noche. Cuando esto ocurría, y si la mujer era soltera, los padres podían llamar a un vecino (o a una vecina) para que sirviese de testigo, en caso que hubiese motivo para una denuncia de abuso deshonesto, si la mujer aludida tenía novio.
6 Haciendo alusión al pensamiento, el Nuevo Diario comentaba que el Diccionario de criollismo, traía la etimología y la clasificación de la comadre: en el sexo masculino al macho se le llama compadre. En el sexo femenino, se la llama comadre. Tiene algo de suegra, de sufragista, de solterona. Asiste a misa y, en general, a toda ceremonia religiosa. Pero es más beata que católica. Ustedes, lectoras mías, puede que por atavismo tengan sangre de comadres. Ustedes tampoco lo saben y tampoco se les nota, pero es posible que un día de bautizo, confirmación o matrimonio sus aficiones comadrescas salgan a relucir. Entonces sentirán cómo la lengua se les estira y se notarán con ciertas aficiones oratorias que antes no tenían (El Nuevo Diario, Barranquilla, 24 de agosto de 1920, núm. 614, año LX, pág. 1, c. 4).
Nota de la autora: desde finales del siglo XIX y en la década de 1920, las mujeres europeas y norteamericanas (sufragistas) libraron batallas ideológicas, reivindicando el derecho al voto. De ahí el término del columnista.
7 El Progreso, Barranquilla, 2 de abril de 1912, año VII, pág. 3, c. 4.
8 Pedro María Revollo, Mis memorias, de 1808 a 1906, Barranquilla, 1956, pág. 2.
9 Hasta 1892, en Barranquilla había dos templos católicos: la iglesia de San Nicolás y la de San Roque, en la calle de las Vacas. Posteriormente se construyó la iglesia del Rosario. Existían dos capillas: una católica, en el hospital de Caridad, y otra protestante (presbiteriana) (Anuario de Barranquilla, Barranquilla, 1892, s. p. i.).
10 En 1865, el párroco presbítero Muñiz, en nota de respuesta al presidente de la Hermandad de Caridad, don Eusebio de la Hoz, imprueba la idea de hacer un solo cementerio común con el nombre de Universal. Se resuelve en la hermandad separar con paredillas sendos tramos angulares y con puertas propias, para el sepelio de hebreos y protestantes, de acuerdo con disposiciones eclesiásticas. "Estas separaciones se conservaron mucho tiempo, pero últimamente la administración de este cementerio, compuesta de masones, ha suprimido la paredilla que dividía a los protestantes, así como se suprimió la cruz de la portada, porque el administrador es un hebreo". En 1901, en junta de párrocos presidida por el señor arzobispo Briosch, y con asistencia del presidente de la Hermandad de la Caridad, se resuelve que cada parroquia construya su cementerio católico y que quede el Universal para celebrar a los católicos renegados y suicidados (Miguel Goenaga, Lecturas locales. Crónicas de la vieja Barranquilla, Barranquilla, Imprenta Departamental, 1953, pág. 386 y 402).
11 Revollo, op. cit., pág. 52.
12 Ibíd., Recuerdos de la adolescencia del padre Revollo.
13 En Barranquilla, hasta 1927, en la iglesia de San Nicolás, a las ocho de la noche, sonaban las campanas con el convenido "toque de las ánimas"; además de constituirse en un mecanismo de control social, puesto que imponía la obligatoria reclusión en los hogares, a la vez transmitía el temor simbolizado en la imagen femenina. La gente, presurosa, ingresaba en sus hogares, temerosa de que las ánimas estuvieran deambulando por calles y callejones.Debemos recordar que las ánimas, en los códigos del catolicismo, fueron mujeres que se rebelaron contra la muerte; mujeres irreverentes, castigadas en el purgatorio. La iglesia se convierte en guardiana de su silencio.
14 Revollo, op. cit.
15 Ibíd.
16 Ibíd.
17 El Progreso, Barranquilla, núm. 2048, 21 de abril de 1912, pág. 2, c. 6.
18 El Derecho, Barranquilla, año IV, 17 de julio de 1916, núm. 619, pág. 1, c. 5.
19 El Derecho, Barranquilla, año VII, 2 de julio de 1919, pág. 1, c. 2.
20 La Nación, Barranquilla, núm. 910, 29 de mayo de 1917, pág. 5, c. 1.
21 Diario del Comercio, Barranquilla, 17 de agosto de 1922, pág. 2, c. 1.
22 En 1876 llegaron las primeras hermanas de la caridad, precedidas por la madre María Victoria, para hacerse cargo del hospital de Barranquilla. Fue la primera Comunidad religiosa que se creó en Barranquilla y que posteriormente fundaría el Colegio de la Presentación. Es necesario destacar el papel que las monjas desempeñaron en la afirmación de la religión católica; no sólo en su función de catequesis, sino también como promotoras de obras de caridad y fundadoras de varios colegios católicos de la ciudad.
23 "La fiesta en el panóptico", en La Nación, Barranquilla, 18 de junio de 1917, núm. 927, pág. 5, c. 4. El preso hace alusión al conflicto de la primera guerra mundial, donde muchas mujeres salieron de sus hogares a trabajar y prestarles ayuda a los heridos.
24 "La educación femenina", en El Nuevo Diario, Barranquilla, 15 de junio de 1914, núm. 271, pág. 1.
25 "Columna para damas", en Nuevo Diario, Barranquilla, año II, 19 de julio de 1914, núm. 275, pág. 2.
26 El Derecho, Barranquilla, año VII, núm. 1.197, julio de 1919, pág. 1, c. 1.
27 Nuevo Diario, Barranquilla, núm. 160, 28 de enero de 1914, pág. 3, c. 1.
28 El Liberal, Barranquilla, núm. 1809, 5 de junio de 1918.
29 El Progreso, Barranquilla, año VIII, 13 de mayo de 1912, núm. 2.081, pág. 3. c. 5 y 6.
* Turcos. Nombre que recibían personas que emigraban del Líbano, Siria y Palestina y encontraron en Barranquilla su segundo hogar.
30 El Progreso, Barranquilla, 15 de mayo de 1912, núm. 2.085.
** Nombre correspondiente a la primera mujer que en Barranquilla trabajó en un Banco.
31 Diario el Día, Barranquilla, 28 de diciembre de 1920, núm. 1.279, pág. 8, c. 1.
32 "Grave cuestión social", editorial, en La Nación, Barranquilla, año IV, 25 de abril de 1917.
33 La Nación, Barranquilla, año IV, 2 de mayo de 1917, pág. 5, c. 5.
34 La Nación, Barranquilla, año IV, 26 de mayo de 1917, núm. 910, pág. 5, c. 6.
35 La Nación, Barranquilla, año IV, 10 de abril de 1917, núm. 869, pág. 3, c. 2.


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Aspectos de la vida cotidiana del Caribe Colombiano



PREGONEROS
Se tratan aspectos de la vida cotidiana de la costa caribe. Su ambiente de fiesta y alegría, el modo de ser y sus raíces, el vocabulario y algunos de los más utilizados giros en el lenguaje, la deliciosa y variada cocina junto con las características de los hogares y la religiosidad.

Fotografía archivo El Colombiano
Dolcey Romero Jaramillo: Licenciado en Ciencias Sociales, Magister en Historia de Colombia, Profesor Universidad Simón Bolívar. Oliverio del Villar Sierra: Historiador, geógrafo, periodista y poeta. Investigador de culturas indígenas.

LA VIDA, una gran fiesta
Alegría vital y espíritu festivo, bullicio y antisolemnidad, son rasgos de los caribeños colombianos, fruto de la amalgama de razas en la que la negra hace un gran aporte.
Con posterioridad a la conquista española fueron muchos los habitantes que lograron vivir con cierta autonomía y libertad, a pesar de los esfuerzos de las autoridades españolas por mantener unos fuertes controles sociales y morales. Así proliferaron caseríos y sitios de arrochelados en donde negros libres, indios, blancos pobres, mulatos, zambos y mestizos vivían sin la presencia y el dominio directo de la corona española.
Las autoridades civiles y eclesiásticas se quejaban insistentemente en los informes que enviaban a la corona de las costumbres de los arrochelados. Fue el obispo de Cartagena quien a finales del siglo XVIII recorrió la provincia con el propósito de conocer y llevarle pasto espiritual a sus ovejas pues las encontraba en una universal relajación y corrupción de costumbres.
El obispo llamaba la atención de las autoridades para que se prohibieran los bailes que vulgarmente llaman bundes. Según su criterio eran la causa del poco interés que los costeños de la época tenían por la religión. Además consideraba, al igual que otras personas, que con estas fiestas se ofendía a Dios.
No obstante las prohibiciones las fiestas continuaron, con los cambios que trajo la Independencia algunas de ellas se institucionalizaron incluso al lado de las religiosas. Los fandangos, cumbiambas y varas de premio siempre están presentes en las fiestas religiosas costeñas.
La alegría desbordante del costeño se cristaliza en las festividades de cada lugar. Algunas concitan el interés del país y del exterior y son consideradas regionales por su importancia: el Carnaval de Barranquilla, el 11 de noviembre de Cartagena, el 20 de enero en Sincelejo, el Festival Vallenato en Valledupar, la Fiesta del Mar en Santa Marta, la Feria de la Ganadería en Montería y el Reinado del Dividivi en Rioahacha.
Las patronales operan en cada municipio, y hay otras más sugestivas como las del mango, la ciruela, la arepa de huevo, la del burro.
Los festivales por su parte se empeñan en mantener vivo el folclor. En San Pelayo está el del Porro, el de la Gaita en Ovejas, el de la Cumbia en el Banco. Niños, adolescentes y ancianos bailando, cantando o tocando en el carnaval y los festivales, reafirman y sintetizan el quehacer fiestero y rumbero del costeño. Cuando suenan el tambor, la gaita, la flauta de millo, suena el alma costeña.
¡AY OMBE!
El festival vallenato, además de concurso musical, es una de las fiestas más significativas de la Costa. En él se enfrentan los acordeoneros de la región con su única arma, el acordeón, acompañada de la caja y la guacharaca. Pero no es sólo concurso de acordeón: También lo es de la canción inédita y de piquería o versadores que constituyen todo un despliegue de creatividad. Su origen se corresponde con el nacimiento del departamento del Cesar siendo su primer ganador el Negro Grande de Colombia, el inmortal e insuperable Alejandro Durán en 1968. Pero el vallenato mismo no nace con la llegada del acordeón a nuestras costas procedente de Europa a finales del siglo XIX. Esta importante expresión musical triétnica hunde sus raíces en la fusión temprana de la gaita indígena y el tambor africano, Expandir la tradición musical vallenata y conservar su autenticidad ha sido el porpósito esencial del festival. Se ha conseguido parcialmente pues si bien el vallenato se escucha y se baila en todo el país, con la comercialización se ha ido perdiendo su autenticidad.
ELITE Y BARBIES
El 11 de noviembre de 1811, Cartagena se constituyó en la primera provincia de nuestro país en declarar la independencia absoluta de España. Este acontecimiento tan simbólico en la historia costeña, inexplicablemente es conmemorado desde 1934 con un reinado nacional de belleza. El concurso nubla el significado de la independencia cartagenera. A nadie ya le interesa el 11 de noviembre como fecha histórica sino como espacio para poder admirar las concursantes quienes más ignoran el sentido de ese día.
Es, además, la más elitista de las fiestas costeñas: los eventos más importantes se realizan en clubes de la aristocracia cartagenera que todavía defiende la presencia en sus costumbres del señorío español. Entre tanto, y en el mejor de los casos, el pueblo sólo ve a las barbies colombianas por televisión, al igual que los habitantes de Puerto Leticia o el Putumayo. Poco espacio queda para la promoción del folclor costeño y la cultura popular en su conjunto.
EL CARNAVAL Y EL RÍO
Los pueblos y ciudades que en dirección occidental y oriental se levantan en el tramo de la llanura del Caribe bañada por el río Magdalena, pueden considerarse como el área carnestoléndica del Caribe colombiano.
En Barranquilla se realiza el carnaval más conocido de la región —parece ser que su inicio oficial fue en 1876. Es el producto de la influencia del carnaval rural que ya desde el siglo XVIII se daba en Tamalameque, el Banco, Plato, Mompox, Mangangué, Santa Marta. De allí llegaron a Barranquilla las danzas de los Pájaros y la del Torito entre otras. Su origen se liga también a las celebraciones que se realizaban en Cartagena con motivo del día de San Sebastián. El santo tuvo que soportar en vida sufrimientos parecidos a los del hombre negro y esa identidad en el sufrimiento terreno llevó al hombre negro, aculturado cristianamente, a ver en San Sebastián su redentor de los tormentos causados por la esclavitud.
La celebración se realizaba en la Popa el 20 de enero: aparecían por las calles los hombres negros con sus tambores, danzando y bailando con sus atuendos de acuerdo al cabildo al que pertenecieran. Los cabildos más importantes eran los mandingas, caravalíes y congos, y para esta celebración cada uno elegía sus reyes. Recordando las costumbres de la lejana madre africana, los danzarines se cubrían con pieles de animales, se colocaban rodetes con plumas en la cabeza, se pintaban el cuerpo y bailaban recorriendo las calles sable en mano simulando combates entre los cabildos al son del tambor.
Un cuarto de siglo después de la abolición de la esclavitud, en 1876, Barranquilla empezó a mostrar el tesoro de las tradiciones que sus emigrantes habían transportado en el baúl de su cultura desde Santa Marta y Cartagena.
El Carnaval de Barranquilla es sin lugar a dudas la expresión de alegría colectiva mas intensa y el acontecimiento folclórico por excelencia en el que se muestra la triétnicidad cultural de nuestro país. La vida es imposible sin la alegría. Para el costeño es una gran fiesta en la que el, tiempo y el espacio están ahí para encontrarse con sus valores culturales. Un campesino lleno de orgullo e identidad cultural decía en el festival de gaitas de Ovejas: un par de gaitas y un tambor compadre, son suficientes para llenar de alegría el mundo entero.

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