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EN LA PAZ DEL SEÑOR DESCANCE QUIEN SE QUEDO EN BARRANQUILLA PARA SIEMPRE EN LAS ENTRAÑAS DE SU TIERRA. GRACIAS POR SUS CANCIONES ALUSIVAS A LA TIERRA BARRANQUILLERA. ¡GRACIAS JOE........!¡PAZ EN SU TUMBA.... !.

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QUMRÁN.arenosa Bienvenido.Barranquilla se convirtió en el refugio predilecto para judíos, alemanes, polacos e italianos, adicionalmente, por los conflictos en el Medio Oriente.En la ciudad también habitan muchos venidos de Arabia Saudita, Turquía y Líbano. La última masa migratoria ha sido desde China. Del sur del país, en la ciudad viven muchos santaderenos y antioqueños---- Hay cinco carnavales con la categoria de Patrimonio de la Humanidad en el mundo, los de Oruro (Bolivia), Barranquilla (Colombia), Binche (Bélgica), Drametse (Bután) Makishi (Zambia) y San Juan de pasto (Colombia)..¡.Brindo un previo homenaje a la ciudad que me vio nacer y crecer, por sus 198 años de historia desde el 7 de Abril de 1813. Dios Bendiga y continué prosperando a sus hijos(as) tanto naturales como adoptivos en todas las colonias. o domesticas o foráneas. Somos una amalgama étnica cultural, con una identidad común, ser barranquilleros. Somos una fuente de información con formato y estilo diferente
¡Bienvenido a Barranquilla la cuarta ciudad del país,con más de 30.000 hectáreas cuadradas en el casco urbano . su nombre original fue barrancas de san nicolas. Es una de las ciudades más jovenes y cosmopolítas de Colombia.Tiene uno de los sectores residenciales màs grande y elegante de Colombia llamado El Prado.El cementerio màs grande de la patria llamado Cementario Catòlico Calancala el cual separa a los barrios de San Felipe, Los Pinos,Lucero y Chiquinquira. * Cuna de la aviación civil en Colombia. * Primera ciudad en transporte marítimo y fluvial. * Recibe el primer teléfono en Colombia. * Crea el primer puerto en el país. * Crea la primera compañía de servicios públicos (Telefonía). * El muelle de Puerto Colombia fue el segundo más largo del mundo en su época. * Se crea el primer hotel turístico en Latinoamérica (Hotel del Prado).

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Barranquilla “una partida de hombres de sotana que dicen llamarse sirios"

Aunque en 1919 La República anunciaba en Barranquilla la presencia de “una partida de hombres de sotana que dicen llamarse sirios”, las típicas indumentarias del Medio Oriente fueron más bien escasas, y pronto desaparecieron del vestuario sirio-libanés. El aprendizaje del castellano fue un medio fundamental de supervivencia. Y si en los padres podía descubrirse el acento extranjero que servía para identificarlos y hasta para hacer mofa de su origen, el árabe había sido generalmente abandonado por los hijos, muchos de ellos nacidos de matrimonios mixtos. Por lo menos uno de cada seis de los padres de familia árabes registrados en la guía de Mattar, en 1945, estaba casado con colombiana.

Otras circunstancias, además, sirvieron para asimilar culturalmente a un grupo humano que en principio estaba tan lejos de América. La religión, por ejemplo, no fue mayor obstáculo. Cristianos maronitas, en su gran mayoría, los sirio-libaneses encontraron en el catolicismo una religión afín a sus creencias. Así mismo, algunas similitudes en la estructura familiar, e inclusive en la geografía, sirvieron para reducir las distancias culturales.

Una vez iniciado el proceso de inmigración, el tránsito de los sirio-libaneses a Colombia se facilitaba por la existencia de red de parientes y amigos. A través de estos lazos de fraternidad, por ejemplo, Elías Saer Kayata encontró inmediata hospitalidad y trabajo. Tras su llegada a Barranquilla, en 1924, la ayuda de un policía le condujo al almacén del inmigrante palestino Elías Muvdi, quien, a su turno, lo llevó al hotel Victoria, “de propiedad de un árabe de apellido Chamie" 34 Al día siguiente, Saer Kayata tomó el vapor que lo llevó hasta Calamar, donde le esperaba su pariente Bechara Saker, quien le acompañó mientras tomaba el tren hacia Cartagena. En Cartagena se alojó en casa de la familia Chagui, y de allí siguió hasta Cereté, donde permaneció tres meses en casa de una tía antes de abrir el almacén en Ciénaga de Oro.

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Almacén Félix Chamié de Damasco, Siria, quien se estableció en Ocaña desde 1906
(Tomado de:
El libro azul de Colombia).

“En todos esos pueblos en que viajé encontré paisanos”, recordaría Jorge Baladí años más tarde, mientras rememoraba sus correrías por Colombia tratando de vender los productos de la fábrica de confecciones de la familia. A las redes de parientes y de “paisanos” sucedieron organizaciones más formales, instituidas con el objeto de defender los intereses de la “colonia siria” y fomentar la mutua ayuda de los miembros asociados. Así se establecieron, entre otras, la Sociedad Siria de Beneficencia de El Banco (1929) la Unión Libanesa de Beneficencia en Barranquilla (1934) y la Unión Libanesa-Siria en Cali (1935)

El fenómeno de la inmigración sirio-libanesa coincidió en su apogeo con un período de extraordinario crecimiento de la economía mundial, del cual se benefició también la economía colombiana. La expansión de las exportaciones de café, y en menor medida de las exportaciones de banano y petróleo, ofreció enormes oportunidades a la economía nacional. A la reactivación del comercio y de la agricultura, siguieron los primeros ensayos de industrialización, la mejora en los transportes y una mayor integración del mercado interno. Y en este proceso, los sirio-libaneses representaron un papel instrumental de enorme significado.

La maleta llena de mercancías, que, segun Héctor Rojas Herazo, se identificaba con la “historia viviente del libanés” , muy pronto le dio paso al almacén. Tanto en sus actividades de buhoneros como de mercaderes establecidos, los sirio-libaneses se destacaron entre las principales “ruedas del comercio” colombiano que exploraban basta los más recónditos mercados de la geografía nacional. Un mapa que localizara las redes comerciales de los sirio-libaneses destacaría su presencia no sólo en los puertos de la principal arteria del país de la época, el río Magdalena, sino también en otras rutas de menor importancia, como el Atrato o el San Jorge, así como en los emergentes centros comerciales de la frontera llanera. En todos los casos, los sirio-libaneses comerciaban con una variedad enorme de productos. El caso de J. Abisambra es quizá típico. Desde Ayapel, Abisambra se dedicaba a la “venta permanente de mercancías, drogas, ferretería, artículos de escritorio y granos del país”, a la “compra permanente de ganado de toda clase y de todas las edades”, y de “arroz trillado y en blanco, maíz, manteca, y mader aserrada”

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Pareja árabe en ambiente familiar típicamente árabe, en la costa Atlántica en 1933 (Colección privada).

En su papel de prestamistas, los sirio-libaneses contribuyeron además a la expansión del mercado en unas dimensiones que merecerían un tratamiento más exhaustivo que el que permite este breve ensayo. Las ventas a plazos y la popularización del crédito no sólo significaron una “revolución” en los métodos comerciales, sino que estimularon el crecimiento del consumo. En este sentido, sus prácticas no parecen haber diferido mucho de las introducidas contemporá­neamente por los inmigrantes judíos descritas por Simón Guberek o por Alberto Lleras, quien narra cómo, gracias a los llamados “plazos polacos”, el pueblo bogotano pudo comenzar a calzarse

Aunque el comercio tendía a ser la actividad que predominaba entre los inmigrantes sirio-libaneses recién llegados a Colombia, hay que advertir que desde muy temprano se destacaron también en casi todos los campos de la economía. A finales del siglo XIX, por ejemplo, Salomón Abuchar poseía tierras baldías en la región del Atrato, donde se dedicó, entre otras actividades, a la explotación del caucho. Años más tarde, los Abuchar hacían sociedad con miembros de la familia Meluk, con el fin de explotar una plantación de caña de azúcar. Más prominente aún parece ser la presencia de los sirio-libaneses en el emergente sector industrial de algunas regiones del país: bolsas de papel, artículos de cuero, textiles y jabón eran algunos de los bienes producidos en sus fábricas en Barranquilla, Cartagena y Ciénaga en los decenios de 1930 y 1940.
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33 La República, Barranquilla, 15 de enero de 1919. (regresar33)

34 Breve historia del emigrante árabe Elias Saer Kayata”. (regresar34)

35 En ‘Experiencias de tres árabes en Colornbia. (regresar35)

36 Los estatutos de estas entidades se encuentran en el A.N.C., Ministerio de Gobierno, Sección 4a., Justicia (17), 1929/243; (30), 1934/289-306; y (34) 1935/0311. (regresar36)

37 Héctor Rojas Herazo, Respirando el verano, pág. 43, citado por 1. Garcia lista, “100 años buscando por la segunda patria’, en El UniverSal, Cartagena, 20 de mayo de1984. (regresar37)

38 Alef, Santa Maña (8-10), enero-marro de 1939, pág. 12. (regresar38)

39 Véase Alberto Lleras, Mi gente, Bogotá, 1976, págs. 120-121, y Simón Ouberek, Yo vi crecer un país, Bogotá, 1987, vol. 1, págs. 39-45. Lamentablemente, no costa¡nos con descripciones similares para la INmgracton sirio-libanesa. (regresar39)

La historia del industrial judío Simón Guberek

Judío revolucionario

Reeditan 'Yo vi crecer un país', del industrial Simón Guberek.


La historia del industrial judío Simón Guberek, que llegó en la primera mitad del siglo pasado al país, es el mejor ejemplo de una vida forjada a punta de tesón. El tiempo parece haberle alcanzado para cumplir todos sus sueños. Así lo plasmó en sus memorias 'Yo vi crecer un país', cuya reedición presentaron hace pocos días sus familiares, en el Centro Israelita de Bogotá, con motivo de cumplirse los 80 años de la llegada de su padre y abuelo a tierras colombianas.

Corría el año 1929, cuando un joven polaco, de 26 años, atracaba en el puerto de Barranquilla. Un pequeño maletín con su ropa y el sueño por un futuro mejor para su familia eran su única compañía.

Con la ayuda de algunos paisanos de la comunidad, que le fiaron telas y zapatos, entre otras mercancías, el joven inició lo que luego se convirtió en una próspera empresa. Vendía sus productos de puerta en puerta en barrios como Las Cruces de Bogotá, en compañía de un joven que le ayudaba a cargarlos. Con el tiempo, el negocio se fue expandiendo a lo largo del país.

De esta manera, a lomo de mula, el empresario recorrió el territorio nacional y les enseñó a las poblaciones menos favorecidas que podían acceder, a cuotas, a prendas que parecían inalcanzables. "Judíos como Guberek inventaron el crédito a personas que siempre se juzgaron insolventes, tal vez porque lo eran", recuerda en uno de los prólogos su amigo, el ex presidente Alberto Lleras Camargo.

A diferencia de otros empresarios, el motivo principal de Guberek por hacer fortuna no era otro que sacar de Polonia a la mayor parte de su familia, para ofrecerles una vida más digna. "Mi papá logra traer a dos hermanas, unos cuñados y unos sobrinos. Logró salvar lo que más pudo del Holocausto. Sin embargo, no logró traer a su mamá, quien se encontraba en Varsovia", recuerda su hijo Isaac.

Esa cualidad de miembro incondicional de familia, la asimiló como una filosofía de vida, que luego proyectó a toda su comunidad. "El judaísmo era parte primordial de su vida. Se preocupó mucho de que se creara una comunidad judía que tuviera posibilidad de acceso a su religión, a su educación, a una vida cultural y de servicios", agrega su heredero.

Si bien, ese empuje emprendedor judío le permitió alcanzar una estabilidad económica, las dos grandes pasiones de Simón Guberek fueron la escritura y el fútbol. Isaac recuerda que su padre "se levantaba a las 4 de la mañana y se sentaba a escribir en su máquina de Yiddish (idioma materno) antes de salir para el trabajo. A lo largo de su vida escribió artículos de economía y de sus viajes, que publicó en diarios como EL TIEMPO y La República".

Pero su relación con el fútbol mereció un capítulo especial en la vida. En su corazón siempre hubo espacio para dos equipos: el Hapoel, de Tel Aviv y Millonarios. El primero lo fundó con unos amigos en 1925, cuando trabajó como obrero en la construcción de carreteras en lo que se denominaba Palestina (hoy el estado de Israel), la primera vez que salió de Varsovia en busca de mejores oportunidades.

"Mi papá me llevaba a los almacenes Sears (sector de Galerías), en donde quedaba el Hipódromo de Bogotá, a ver jugar al Deportivo Municipal (hoy Millonarios), del que llegó a ser su vicepresidente", recuerda su hijo.

Al recordar la evolución del país "en las páginas del libro de Guberek, sé que muchos latinoamericanos tendrán un gesto de gratitud hacia esos judíos, errantes como nadie, con su saco al hombro, repartiendo lo que España negó a los criollos, lo que el proteccionismo republicano negó a los patriotas y el librecambismo del 48 reservó a la oligarquía", concluye en su escrito el ex presidente Lleras Camargo.

Alejandro oropeza C. viviò cuatro años en Barranquilla












Pascual Villegas - Hace cuarenta y cuatro años murtrágicamente (a mediana edad) el dirigente sindical, político y ex gobernador de Caracas: Alejandro Oropeza Castillo. Había nacido en la “ciudad de los techos rojos”, el 4 de abril de 1910; hijo de Alejandro Oropeza Benítez y de Trina Castillo de Oropeza. Estudió, hasta graduarse de bachiller, en el colegio La Salle y, después, a los diecisiete años de edad, ingresó a la Universidad Central de Venezuela.
En febrero de 1928, por su activa participación en la Semana del Estudiante, fue enviado, como prisionero, al castillo de Puerto Cabello
y, más tarde, como exiliado vivió en Cali (Colombia) hasta que regresó al país, en 1930. Esta participación, a los dieciocho años de edad, nos hace inferir que, desde muy joven, ya tenía metida en sus tuétanos una inquebrantable fe en que la Democracia era el camino más conveniente para los venezolanos. En palabras de Jorge Gómez Mantellini: “…concibió la vida como un apostolado por la existencia de una justicia común, fundada en la humana honradez…” (“El Vigía”. Caracas, 1989, p. 351).
A su regreso al país, en 1930, como ya dijimos, se dedicó al comercio como vendedor de automóviles y, “…en 1936, después de la muerte de Juan Vicente Gómez, se incorpora a la lucha sindical y política…” (Diccionario de Historia de Ven
ezuela –DHV-, Tomo 3, p. 443). Con ese aval de luchador social, imaginamos, y con el acendrado sentido del deber supo ganarse la admiración y el respeto de sus compatriotas. Así, a fuerza de tesón, en ese tiempo, fundó la Asociación Nacional de Empleados (ANDE) y militó, políticamente, en el Movimiento de Organización Venezolana (ORVE) y en el Partido Democrático Nacional (PDN). También, en esa misma época, como líder sindical, comenzó una campaña cuyo fin era lograr tres objetivos, muy puntuales: una semana laboral de cuarenta y cuatro horas; la creación del Ministerio del Trabajo y la promulgación de una ley que amparara a los trabajadores.
Como líder sindical, Alejandro Oropeza Castillo, fue quien promovió la huelga general de trabajadores, en junio de 1936. Motivo por el cual fue enviado a la cárcel de El Obispo, en Caracas. Al año sigu
iente, es expulsado del país y se fue a vivir a Barranquilla (Colombia); allí permaneció cuatro años y, en 1941, regresó a su patria natal (Venezuela), donde comenzó a organizar una cooperativa pesquera en el golfo de Cariaco (estado Sucre) y funda, además, en Caracas una agencia de publicidad.
Más tarde, en el gobierno que surgió después “…del golpe de Estado de 1945, es nombrado director del Banco Obrero…” (DHV, Tomo 3, p. 443). Y, en 1947, fue comisionado para que organizara y dirigiera la Corporación Venezolana de Fomento (CVF). Pero, su permanencia al frente de esta institución duró muy poco tiempo; porque al ser derrocado el gobierno de don Rómulo Gallegos, el 24 de noviembre de 1948, fue apresado y expulsado nuevamente del país. Aprovechó el exilio para viajar por varios países de Centroamérica y asistir a diversas conferencias económico-sociales en el continente. Vivió en Bolivia y, allá, la Universidad Mayor de San Andrés de la Paz le confirió el título de doctor “honoris causa”, en reconocimiento de la labor que realizó en este país.
En 1958, cuando fue derrocado el régimen del general Marcos Pérez Jiménez, Alejandro Oropeza Castillo se encuentra desempeñando el cargo de representante especial de las Naciones Unidas en Pakistán. No obstante, al saber la noticia del derrocamiento, renuncia al cargo y regresa a Caracas. Durante el período 1958-59 ayudó a crear la Asociación Pro-Venezuela y fundó la editorial Cordillera.
Durante el gobierno de Rómulo Betancourt (1959-1964) fue nombrado director del Banco Central, delegado del Consejo Nacional de Economía y, en 1960, fue designado gobernador del Distrito Federal. Tiempo después, en 1964, fue nombrado presidente de la Fundación para el Desarrollo de la Comunidad y Fomento Municipal. Desempeñando este cargo se encontraba cuando murió en un accidente aéreo, el 28 de Diciembre de 1964.
Por lo dicho, creemos, de veras, que esta crónica sirve para recordar a Oropeza Castillo como a uno de los venezolanos que entendió que su vida estaba al servicio de los demás.pv

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