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Pascual Villegas - Hace cuarenta y cuatro años murió trágicamente (a mediana edad) el dirigente sindical, político y ex gobernador de Caracas: Alejandro Oropeza Castillo. Había nacido en la “ciudad de los techos rojos”, el 4 de abril de 1910; hijo de Alejandro Oropeza Benítez y de Trina Castillo de Oropeza. Estudió, hasta graduarse de bachiller, en el colegio La Salle y, después, a los diecisiete años de edad, ingresó a la Universidad Central de Venezuela. En febrero de 1928, por su activa participación en la Semana del Estudiante, fue enviado, como prisionero, al castillo de Puerto Cabello y, más tarde, como exiliado vivió en Cali (Colombia) hasta que regresó al país, en 1930. Esta participación, a los dieciocho años de edad, nos hace inferir que, desde muy joven, ya tenía metida en sus tuétanos una inquebrantable fe en que la Democracia era el camino más conveniente para los venezolanos. En palabras de Jorge Gómez Mantellini: “…concibió la vida como un apostolado por la existencia de una justicia común, fundada en la humana honradez…” (“El Vigía”. Caracas, 1989, p. 351). A su regreso al país, en 1930, como ya dijimos, se dedicó al comercio como vendedor de automóviles y, “…en 1936, después de la muerte de Juan Vicente Gómez, se incorpora a la lucha sindical y política…” (Diccionario de Historia de Venezuela –DHV-, Tomo 3, p. 443). Con ese aval de luchador social, imaginamos, y con el acendrado sentido del deber supo ganarse la admiración y el respeto de sus compatriotas. Así, a fuerza de tesón, en ese tiempo, fundó la Asociación Nacional de Empleados (ANDE) y militó, políticamente, en el Movimiento de Organización Venezolana (ORVE) y en el Partido Democrático Nacional (PDN). También, en esa misma época, como líder sindical, comenzó una campaña cuyo fin era lograr tres objetivos, muy puntuales: una semana laboral de cuarenta y cuatro horas; la creación del Ministerio del Trabajo y la promulgación de una ley que amparara a los trabajadores. Como líder sindical, Alejandro Oropeza Castillo, fue quien promovió la huelga general de trabajadores, en junio de 1936. Motivo por el cual fue enviado a la cárcel de El Obispo, en Caracas. Al año siguiente, es expulsado del país y se fue a vivir a Barranquilla (Colombia); allí permaneció cuatro años y, en 1941, regresó a su patria natal (Venezuela), donde comenzó a organizar una cooperativa pesquera en el golfo de Cariaco (estado Sucre) y funda, además, en Caracas una agencia de publicidad. Más tarde, en el gobierno que surgió después “…del golpe de Estado de 1945, es nombrado director del Banco Obrero…” (DHV, Tomo 3, p. 443). Y, en 1947, fue comisionado para que organizara y dirigiera la Corporación Venezolana de Fomento (CVF). Pero, su permanencia al frente de esta institución duró muy poco tiempo; porque al ser derrocado el gobierno de don Rómulo Gallegos, el 24 de noviembre de 1948, fue apresado y expulsado nuevamente del país. Aprovechó el exilio para viajar por varios países de Centroamérica y asistir a diversas conferencias económico-sociales en el continente. Vivió en Bolivia y, allá, la Universidad Mayor de San Andrés de la Paz le confirió el título de doctor “honoris causa”, en reconocimiento de la labor que realizó en este país. En 1958, cuando fue derrocado el régimen del general Marcos Pérez Jiménez, Alejandro Oropeza Castillo se encuentra desempeñando el cargo de representante especial de las Naciones Unidas en Pakistán. No obstante, al saber la noticia del derrocamiento, renuncia al cargo y regresa a Caracas. Durante el período 1958-59 ayudó a crear la Asociación Pro-Venezuela y fundó la editorial Cordillera. Durante el gobierno de Rómulo Betancourt (1959-1964) fue nombrado director del Banco Central, delegado del Consejo Nacional de Economía y, en 1960, fue designado gobernador del Distrito Federal. Tiempo después, en 1964, fue nombrado presidente de la Fundación para el Desarrollo de la Comunidad y Fomento Municipal. Desempeñando este cargo se encontraba cuando murió en un accidente aéreo, el 28 de Diciembre de 1964. Por lo dicho, creemos, de veras, que esta crónica sirve para recordar a Oropeza Castillo como a uno de los venezolanos que entendió que su vida estaba al servicio de los demás.pv |
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