Vulgata caribe
Marco Schwartz
Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2004,
343 Págs.
La propuesta del escritor y periodista barranquillero Marco Schwartz en su novela Vulgata caribe es la de armar el rompecabezas de su ciudad natal, que ha sustituido con el nombre de Bellavista, a través de la colocación de fichas que, al estar separadas en la memoria de los acontecimientos, resultan en su símil sólo manchas de colores, pedazos de líneas. Una vez unidas por el novelista, la figura deja ver la fisonomía más o menos completa de los procesos sociales a que es sometida una urbe como Barranquilla a partir de los años de la Independencia.
Hay que recordar que el término Vulgata corresponde a la versión latina de la Biblia hecha o revisada por san Jerónimo y que la Iglesia católica aceptó como oficial y auténtica. Schwartz, con el Caribe colombiano, propició a través de la escritura la misma intención. Son diez capítulos de una obra que busca, mediante personajes que corren como una saga a lo largo del tiempo, realizar su propia Vulgata; es decir, una traducción popular de esa área del Caribe colombiano donde ha colocado muchos símbolos bíblicos. Desde luego, no se trata de una copia de la llamada historia sagrada, sino de hallar para la historia popular del trópico que limita con el mar heredado de los caribes un espacio global de discernimiento para que así, en esa estructura amplia y modelo de una historiografía, se pueda ver un pueblo del trópico que en más de un siglo de independencia sólo ha logrado el desasosiego.
Es por ello que en ese parangón la novela tiene como primer capítulo su génesis, que en este caso intitula con el nombre de "Orígenes". El mundo estaba despoblado. Existía el lugar ideal. La hacienda El Trapiche es el punto de partida.
Después de la guerra que los vencedores llamaron de Emancipación, el mercader Gamarra, conocido también como el Gavilán Mayor, se convirtió en el propietario de esa gran extensión de tierra. Todo era distinto: "Al comienzo no existían estas calles de polvo por las que ahora deambulan perros hambrientos y predicadores que anuncian entre cánticos el fin del mundo. Ningún ladrillo se había puesto, ninguna casa se había construido, ninguna iglesia había sido erigida, ningún cuartel político había sido edificado" (pág. 9). El encargado de cuidar ese paraíso tropical fue Primitivo Barrios, una especie de Adán, a quien el Gavilán le da orden de tumbar el monte. Y como Barrios no tenía mujer y andaba en pecado de zoofilia, el patrón le consiguió mujer, para que dejara sus malos pasos con animales. La compañera resultó ser María Fernández, una joven que lo pone en tentación. En este caso el fruto prohibido resulta ser tomar los bienes del amo. La saga criolla en la novela tiene identidad con la bíblica pero, a la vez, características propias, un aliento de largo alcance que hace que Marco Schwartz cree un mundo propio, donde la expulsión, por ejemplo, del Trapiche recuerda al otro, al bíblico, porque en ambos casos los hombres acusan a la mujer de haberlos hecho caer en la tentación y, cuando el mercader Gamarra los sorprende, Primitivo Barrios sólo puede decir: "Yo no quería hacerlo, pero ella me dijo que eso no era robar" (pág. 14).
La Vulgata caribe no tiene como finalidad hacer una parodia de la Biblia. Está por encima de ello, aun cuando el hilo conductor de la trama reconstruye el fratricidio primigenio, que en este caso se da entre Onofre y Evaristo Barrios. Los parangones son múltiples y, en cada caso, el escritor les inserta un alto contenido regional, para buscar de este modo las características más propias de la tierra donde quiere construir ese mundo que reboza de anécdotas caribes.
La tierra prometida persigue a las generaciones de hombres y mujeres que aceptan como natural ese estado de eventualidades, donde los hechos del pasado se van perdiendo para la memoria, pero en el fondo, que no es más que la superficie de la vida, va quedando ese hilo invisible que parece atar generaciones que nunca se preocuparan de dónde vienen, por estar metidos, día a día, en el donde están. Es así como Schwartz apuntala la habilidad de su novela.
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