http://colegiohebreounion.edu.co/quienes_somos.htm
Desde su arribo a Barranquilla, sus correligionarios advirtieron en Bernardo Watemberg; la calidad humana de la que estaba hecho. Le puso cariño y dedicación a todo lo atinente a la comunidad, tratando de resolver problemas aun a costa de su propio peculio.
Junto a Don Adolfo Haftel, Don Bernardo se constituyo en uno de los pioneros de la escuela que el anhelaba preservase las tradiciones judías. En la “calle 30 nació la escuelita que seria la humilde antecesora de un excelente centro de enseñanza, el Colegio Hebreo Unión. Fracasado el proyecto, Don Bernardo con fe inquebrantable en el futuro de la institución educativa, guardo celosamente los pupitres y resto de enseres de la escuela con el fin de ponerlos al servicio de los educandos del futuro, lo cual tuvo cabal cumplimiento. Cuando se conformo una “kehila” comunidad de beneficencia. Don Bernardo ocupo el cargo de secretario de su junta directiva, presidida por el señor Haftel.
Don Bernardo monto una fabrica de muebles de madera con el nombre de “Tuyo”, apelativo por lo que se conoce familiar y comunitariamente a su hijo. Dr. Arturo Watemberg Wons. El almacén estaba situado en el paseo de Bolívar y allí permaneció hasta que años mas tarde cambia de negocio y en sociedad con sus hijos Jaime y Arturo funda a Industrias Metálicas Waco Watemberg Co, empresa dedicada a procesos metal mecánicos, hoy en día atendida en gran medida en la parte técnica y mercadeo por la tercera generación de los Waterberg en Barranquilla, bajo la dirección de Don Jaime Watemberg Wons.
Si o no esta apasionado, mantuvo el ideario de un hogar nacional judío para aquellos que sufrían opresión, persecución y muerte, victimas de sus creencias religiosas y la aplicación de una xenófoba teoría pseudos-científica criminalmente orquestada por políticos, naciones, institucionales y organizaciones de distinta índole.
Muchos miembros de su familia fueron inmolados en el holocausto hitleriano de la II guerra mundial y junto a ellos amigos que Bernardo Watemberg asimilo las enseñanzas de la tradición judía la torá, inducido por unos padres fieles seguidores de la ley mosaica. Era tal el apego a los preceptos religiosos que hay una historia de Don Bernardo Watemberg sobre sus convicciones simbólicas. Los judíos evitaban en Polonia cumplir con el servicio militar debido a las insoportables presiones culturales y el estereotipo existente del judío. Muchos, se producían heridas y mutilaciones en manos y pies para evadir el cumplimiento de dicho requisito o se contaminaban o infectaban a propósito con el mismo fin. Don Neftali Watemberg, al ser notificado Don Bernardo que debía presentarse, consulto con el Rebe y este le dejo que dejara ir al muchacho que nada iba a pasarle. En efecto, Don Bernardo presento su servicio militar y tuvo una gran satisfacción. Logro convencer a sus superiores y a los días sábados le eximieron de toda actividad durante los dos años de conscripción cumpliendo en esa forma con la obligación de todo judío que debe guardar puntillosamente el “shabath”.
Igual que la mayoría de los judíos polacos de ese entonces, el matrimonio era en la mayoría de los casos algo que se llevaba a cabo muy joven y Don Bernardo no fue la excepción, casándose con Doña Esther Wons, nativa de Wonsev población donde se conocieron y nacida en octubre de 1901. Nacieron en Polonia dos de sus tres hijos:
Jaime 1924, Sara 1930 y Arturo en Barranquilla, 1935. Decidido a conseguir mejores condiciones de vida, Don Bernardo embarca hacia América sin saber a ciencia cierta donde ir. El barco llega al muelle de Puerto Colombia 1929 y sin esperanzas de desembarcar escucha en Ydish el llamado de un señor que pregunta por judíos, inmediatamente responde. El caballero no es otro que Alter Cybulkiewicz ejerciendo su altruista misión de ayudar a los inmigrantes judíos. Don Alter lo asesora en inmigración y lo traslada a Barranquilla, ejecutando el mismo procedimiento que viene haciendo en esta “pesca milagrosa” de correligionarios.
Don Bernardo comienza su lucha por la vida en las inhóspitas calles de Barranquilla en las que arena y sol minan la salud de los “Klaper” que con su fardo de telas y mercancías sobre los hombros, van ofreciendo sus artículos puerta a puerta, popularizando un sistema de comercio poco conocido en el medio. El pago de mercancías a plazo a las mercancías a crédito, hicieron parte de esa fantástica y aterradora cifra de seis millones de correligionarios sacrificados a manos de los asesinos mas sanguinarios del siglo XX.
Su particular forma de ver la vida y la sólida fundamentación religiosa que inspiraba cada uno de los pasos que daba en la misma, le significaron el aprecio de quienes trataban con el, no solo en el ámbito comunitario sino en el empresarial y comercial.
Inspiraba confianza y su presencia era gratificante para cuantos le rodeaban. En cierta forma se transmuto en una especie de consejero a distintos niveles comunitarios y aun fuera de la orbita de estos. Las gentes entendían, sin necesidad de mayores explicaciones, de su probidad, discreción y de la buena fe que era su tarjeta de presentación en todas y cada una de sus actuaciones, generándole una solidad credibilidad que le permitía llegar al corazón de sus interlocutores, ayudándoles a resolver los diversos problemas que les aquejaban.
La comunidad judía de Barranquilla conocedora de sus atributos, le confió diversos encargos a través de destacadas posiciones en las distintas instituciones comunitarias, las cuales presidio no solo con la diligencia con que acostumbraba a desempeñar las funciones que le fueran encomendadas. Era partidario de ir mas allá de lo que el debe puede exigir, única forma de lograr el éxito y por supuesto, la satisfacción de haber realizado las cosas bien.
Ocupo en varias ocasiones la presidencia del cementerio “Jevra Kadisha” y durante muchos años le dedico tiempo a esfuerzos a la conservación y mantenimiento del mismo. Igualmente, fue elegido presidente de la Sinagoga donde se destaco por su permanente preocupación en mantener viva la llama de la religiosidad y la asistencia a los oficios propios del rito judío.
Institucionalmente ocupo el cargo de mayor relevancia dentro de las instituciones que amalgaman la comunidad judía de Barranquilla cual es la presidencia del Centro Israelita Filantrópico, al igual que en las otras encomiendas de carácter administrativo que se le otorgaron, Don Bernanrdo Watemberg manejo competente y diligentemente los asuntos relacionados con la comunidad, sacando al máximo provecho los miembros de ella de su gestión organizativa y administrativa. El Colegio Hebreo Unión, desde los días de la escuelita en la calle de las vacas tuvo en el uno de los animadores de mayor empuje y ayudo eficientemente a su construcción.
En e mejor de los sentidos, puede denominarse a Don Bernanrdo Watemberg “Patriarca” de la comunidad judía a fundar, no solo por los meritos que adornaron su augusta existencia sino por su entrega total a la causa comunitaria, apego a la religión heredada de sus mayores y el deseo de servir a los demás ajeno a condición social, religión, raza o cualesquiera otra de las circunstancias que enfrentan a los hombres en vez de unirlos.
Siempre contestaba los interrogantes de los que le inquirían sobre diversos temas haciendo uso de anécdotas religiosas y de rabinos, sistema que le daba magníficos resultados y que dejaba a sus interlocutores completamente satisfechos. Realmente, puede decirse de Bernardo Watemberg que fue un guía espiritual para muchos de sus correligionarios y de otros que, aunque no lo fuesen, recibieron sus consejos acertados. Alejado de lo que significa dependencia del hombre a cualquier clase de estimulantes, Don Bernardo jamás hizo uso el cigarrillo ni de ninguno de los derivados del tabaco y nunca consumía alcohol. Todos los que le conocieron no vacilan en considerarlo un hombre integro que entrego la mayor aparte de la existencia y capacidad de trabajo en conformar a la comunidad judía en Barranquilla, en la construcción de un Colegio donde se continuase la labor de enseñanza del judaísmo junto a las materias que requiere el conocimiento humano, en una sinagoga donde s practicasen los antiguos ritos del pueblo judío y por supuesto, tener un cementerio propio donde reposar por la eternidad. Y, lo consiguió, sin tener en cuenta un solo instante el factor económico particular. La entrega de Don Bernardo a su labor comunitaria hacen de el un miembro sobresaliente, un connotado “patriarca” ejemplo para la sociedad Barranquillera que tuvo la suerte de tratarlo y conocerlo.
Recibió muchas menciones, pergaminos, diplomas, medallas y placas, inclusive de Israel, en agradecimiento a lo que habia logrado hacer en bien de personas e instituciones.
Mantuvo una casa “Kasher” y levanto una familia. Sus hijos, Jaime, casado con Clarita Kovalski y de cuyo matrimonio hay cuatro hijos Leo, Jaya, Isaac y Carlos.
Junto a Don Adolfo Haftel, Don Bernardo se constituyo en uno de los pioneros de la escuela que el anhelaba preservase las tradiciones judías. En la “calle 30 nació la escuelita que seria la humilde antecesora de un excelente centro de enseñanza, el Colegio Hebreo Unión. Fracasado el proyecto, Don Bernardo con fe inquebrantable en el futuro de la institución educativa, guardo celosamente los pupitres y resto de enseres de la escuela con el fin de ponerlos al servicio de los educandos del futuro, lo cual tuvo cabal cumplimiento. Cuando se conformo una “kehila” comunidad de beneficencia. Don Bernardo ocupo el cargo de secretario de su junta directiva, presidida por el señor Haftel.
Don Bernardo monto una fabrica de muebles de madera con el nombre de “Tuyo”, apelativo por lo que se conoce familiar y comunitariamente a su hijo. Dr. Arturo Watemberg Wons. El almacén estaba situado en el paseo de Bolívar y allí permaneció hasta que años mas tarde cambia de negocio y en sociedad con sus hijos Jaime y Arturo funda a Industrias Metálicas Waco Watemberg Co, empresa dedicada a procesos metal mecánicos, hoy en día atendida en gran medida en la parte técnica y mercadeo por la tercera generación de los Waterberg en Barranquilla, bajo la dirección de Don Jaime Watemberg Wons.
Si o no esta apasionado, mantuvo el ideario de un hogar nacional judío para aquellos que sufrían opresión, persecución y muerte, victimas de sus creencias religiosas y la aplicación de una xenófoba teoría pseudos-científica criminalmente orquestada por políticos, naciones, institucionales y organizaciones de distinta índole.
Muchos miembros de su familia fueron inmolados en el holocausto hitleriano de la II guerra mundial y junto a ellos amigos que Bernardo Watemberg asimilo las enseñanzas de la tradición judía la torá, inducido por unos padres fieles seguidores de la ley mosaica. Era tal el apego a los preceptos religiosos que hay una historia de Don Bernardo Watemberg sobre sus convicciones simbólicas. Los judíos evitaban en Polonia cumplir con el servicio militar debido a las insoportables presiones culturales y el estereotipo existente del judío. Muchos, se producían heridas y mutilaciones en manos y pies para evadir el cumplimiento de dicho requisito o se contaminaban o infectaban a propósito con el mismo fin. Don Neftali Watemberg, al ser notificado Don Bernardo que debía presentarse, consulto con el Rebe y este le dejo que dejara ir al muchacho que nada iba a pasarle. En efecto, Don Bernardo presento su servicio militar y tuvo una gran satisfacción. Logro convencer a sus superiores y a los días sábados le eximieron de toda actividad durante los dos años de conscripción cumpliendo en esa forma con la obligación de todo judío que debe guardar puntillosamente el “shabath”.
Igual que la mayoría de los judíos polacos de ese entonces, el matrimonio era en la mayoría de los casos algo que se llevaba a cabo muy joven y Don Bernardo no fue la excepción, casándose con Doña Esther Wons, nativa de Wonsev población donde se conocieron y nacida en octubre de 1901. Nacieron en Polonia dos de sus tres hijos:
Jaime 1924, Sara 1930 y Arturo en Barranquilla, 1935. Decidido a conseguir mejores condiciones de vida, Don Bernardo embarca hacia América sin saber a ciencia cierta donde ir. El barco llega al muelle de Puerto Colombia 1929 y sin esperanzas de desembarcar escucha en Ydish el llamado de un señor que pregunta por judíos, inmediatamente responde. El caballero no es otro que Alter Cybulkiewicz ejerciendo su altruista misión de ayudar a los inmigrantes judíos. Don Alter lo asesora en inmigración y lo traslada a Barranquilla, ejecutando el mismo procedimiento que viene haciendo en esta “pesca milagrosa” de correligionarios.
Don Bernardo comienza su lucha por la vida en las inhóspitas calles de Barranquilla en las que arena y sol minan la salud de los “Klaper” que con su fardo de telas y mercancías sobre los hombros, van ofreciendo sus artículos puerta a puerta, popularizando un sistema de comercio poco conocido en el medio. El pago de mercancías a plazo a las mercancías a crédito, hicieron parte de esa fantástica y aterradora cifra de seis millones de correligionarios sacrificados a manos de los asesinos mas sanguinarios del siglo XX.
Su particular forma de ver la vida y la sólida fundamentación religiosa que inspiraba cada uno de los pasos que daba en la misma, le significaron el aprecio de quienes trataban con el, no solo en el ámbito comunitario sino en el empresarial y comercial.
Inspiraba confianza y su presencia era gratificante para cuantos le rodeaban. En cierta forma se transmuto en una especie de consejero a distintos niveles comunitarios y aun fuera de la orbita de estos. Las gentes entendían, sin necesidad de mayores explicaciones, de su probidad, discreción y de la buena fe que era su tarjeta de presentación en todas y cada una de sus actuaciones, generándole una solidad credibilidad que le permitía llegar al corazón de sus interlocutores, ayudándoles a resolver los diversos problemas que les aquejaban.
La comunidad judía de Barranquilla conocedora de sus atributos, le confió diversos encargos a través de destacadas posiciones en las distintas instituciones comunitarias, las cuales presidio no solo con la diligencia con que acostumbraba a desempeñar las funciones que le fueran encomendadas. Era partidario de ir mas allá de lo que el debe puede exigir, única forma de lograr el éxito y por supuesto, la satisfacción de haber realizado las cosas bien.
Ocupo en varias ocasiones la presidencia del cementerio “Jevra Kadisha” y durante muchos años le dedico tiempo a esfuerzos a la conservación y mantenimiento del mismo. Igualmente, fue elegido presidente de la Sinagoga donde se destaco por su permanente preocupación en mantener viva la llama de la religiosidad y la asistencia a los oficios propios del rito judío.
Institucionalmente ocupo el cargo de mayor relevancia dentro de las instituciones que amalgaman la comunidad judía de Barranquilla cual es la presidencia del Centro Israelita Filantrópico, al igual que en las otras encomiendas de carácter administrativo que se le otorgaron, Don Bernanrdo Watemberg manejo competente y diligentemente los asuntos relacionados con la comunidad, sacando al máximo provecho los miembros de ella de su gestión organizativa y administrativa. El Colegio Hebreo Unión, desde los días de la escuelita en la calle de las vacas tuvo en el uno de los animadores de mayor empuje y ayudo eficientemente a su construcción.
En e mejor de los sentidos, puede denominarse a Don Bernanrdo Watemberg “Patriarca” de la comunidad judía a fundar, no solo por los meritos que adornaron su augusta existencia sino por su entrega total a la causa comunitaria, apego a la religión heredada de sus mayores y el deseo de servir a los demás ajeno a condición social, religión, raza o cualesquiera otra de las circunstancias que enfrentan a los hombres en vez de unirlos.
Siempre contestaba los interrogantes de los que le inquirían sobre diversos temas haciendo uso de anécdotas religiosas y de rabinos, sistema que le daba magníficos resultados y que dejaba a sus interlocutores completamente satisfechos. Realmente, puede decirse de Bernardo Watemberg que fue un guía espiritual para muchos de sus correligionarios y de otros que, aunque no lo fuesen, recibieron sus consejos acertados. Alejado de lo que significa dependencia del hombre a cualquier clase de estimulantes, Don Bernardo jamás hizo uso el cigarrillo ni de ninguno de los derivados del tabaco y nunca consumía alcohol. Todos los que le conocieron no vacilan en considerarlo un hombre integro que entrego la mayor aparte de la existencia y capacidad de trabajo en conformar a la comunidad judía en Barranquilla, en la construcción de un Colegio donde se continuase la labor de enseñanza del judaísmo junto a las materias que requiere el conocimiento humano, en una sinagoga donde s practicasen los antiguos ritos del pueblo judío y por supuesto, tener un cementerio propio donde reposar por la eternidad. Y, lo consiguió, sin tener en cuenta un solo instante el factor económico particular. La entrega de Don Bernardo a su labor comunitaria hacen de el un miembro sobresaliente, un connotado “patriarca” ejemplo para la sociedad Barranquillera que tuvo la suerte de tratarlo y conocerlo.
Recibió muchas menciones, pergaminos, diplomas, medallas y placas, inclusive de Israel, en agradecimiento a lo que habia logrado hacer en bien de personas e instituciones.
Mantuvo una casa “Kasher” y levanto una familia. Sus hijos, Jaime, casado con Clarita Kovalski y de cuyo matrimonio hay cuatro hijos Leo, Jaya, Isaac y Carlos.
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