El retorno a la semilla, la nostalgia por la pérdida de algunos rostros conocidos, la lenta reconstrucción de la memoria a través del tiempo, y los grandes viajes son algunos de los temas más recurrentes en la literatura de todos los tiempos. Desde Homero, Marco Polo, Conrad, Verne, Salgari hasta Mutis, Carpentier, Roa Bastos entre otros quienes hicieron de las travesías y periplos por el mundo, continentes y océanos y sus inmigraciones todo un universo narrativo lleno de geografía, historia y al vez de poesía.
El retorno a la semilla, la nostalgia por la pérdida de algunos rostros conocidos, la lenta reconstrucción de la memoria a través del tiempo, y los grandes viajes son algunos de los temas más recurrentes en la literatura de todos los tiempos. Desde Homero, Marco Polo, Conrad, Verne, Salgari hasta Mutis, Carpentier, Roa Bastos entre otros quienes hicieron de las travesías y periplos por el mundo, continentes y océanos y sus inmigraciones todo un universo narrativo lleno de geografía, historia y al vez de poesía.
Luis Fayad, el mismo que en Los parientes de Ester reveló su preocupación por el desarraigo y la soledad, nos presenta La caída de los puntos cardinales, una novela que se lee, primero, como un gran relato de viaje y, segundo, como un retrato de una genealogía extraviada en el Líbano cuyos descendientes, por culpa de la mala suerte, terminan en un país como Colombia en una especie de lo que ahora llaman los desplazados.
La caída de los puntos cardinales narra la historia de Dahmar Abderrahud y su esposa Yenira quienes abordo de un barco que hacía la ruta desde el Líbano hasta Chile pierden todo el dinero en una partida de naipes y deben desembarcar en una parada de tránsito que hace el buque en el Puerto de Sabanilla en la costa norte de Colombia, para tratar de recuperar la fortuna perdida. Así se constituyen en unos de los primeros libaneses en llegar a nuestro país a comienzos del siglo XX, a un país que los recibe en guerra civil, pues días antes los liberales se habían sublevado contra el gobierno conservador dando inicio a la que posteriormente se llamó Guerra de los mil días.
El desembarco, los primeros días en Barranquilla, los negocios iniciales, el crecimiento de un almacén textil, el traslado a Bogotá, el nacimiento de la familia, los amigos, en especial Muhamed, quien a lo largo de la trama se convierte en el eslabón que el lector intuye para concluir la novela, etc, son algunos de los episodios que a lo largo de tres capítulos desembocan en un testimonio de que el hombre siempre será un extranjero en la vida, un inmigrante que llegará tarde a todas las aduanas del mundo, menos al amor: "Fluyó la sensación de que si nunca se adelantaron para estar en ese momento, tampoco llegaron tarde a él", concluye Fayad.
La caída de los puntos cardinales traza una cartografía de la inmigración libanesa en Colombia, tan intensa e interesante como todas las inmigraciones que ingresaban a nuestro país por el Atlántico, como los alemanes que huían de las dos guerras mundiales que tuvieron encima o los ingleses que llegaron a trabajar en la construcción del ferrocarril en Santa Marta y quienes trajeron entre otras cosas el fútbol, cuando lo jugaban con los trabajadores nativos de la región en los ratos libres.
Fayad con esta novela deja fluir su propio ritmo. Esquiva la anécdota para soportarse en la palabra y sus personajes fiel a su narrativa que desde su primer libro de cuentos Los sonidos del fuego nos recuerda las atmósferas de seres anónimos, marginales que conviven con un permanente sentimiento de fracaso. Más que el tono dramático o la elaboración de una narración con nudo y desenlace, Fayad demuestra su maestría en la construcción de personajes y la descripción de sus mundos interiores y sus relaciones con el entorno.
Sin duda, el escenario de la historia de Colombia de la primera mitad del siglo XX, hace que la novela sea igualmente una reflexión sobre los procesos políticos y sociales de nuestro tiempo, ya que los personajes son testigos mudos del auge y caída de la hegemonía conservadora, el triunfo de la República liberal, la Revolución en Marcha, el 9 de abril, el sangriento gobierno de Laureano Gómez y la llegada al poder de los militares con Gustavo Rojas Pinilla.
"Si de todos modos al final los hombres siempre perdemos la guerra" como dice en determinado momento Dahmar, con seguridad que el amor y la muerte serán los únicos puntos cardinales que nunca caerán.
Federico Díaz-Granados. Especial para ELTIEMPO
El retorno a la semilla, la nostalgia por la pérdida de algunos rostros conocidos, la lenta reconstrucción de la memoria a través del tiempo, y los grandes viajes son algunos de los temas más recurrentes en la literatura de todos los tiempos. Desde Homero, Marco Polo, Conrad, Verne, Salgari hasta Mutis, Carpentier, Roa Bastos entre otros quienes hicieron de las travesías y periplos por el mundo, continentes y océanos y sus inmigraciones todo un universo narrativo lleno de geografía, historia y al vez de poesía.
Luis Fayad, el mismo que en Los parientes de Ester reveló su preocupación por el desarraigo y la soledad, nos presenta La caída de los puntos cardinales, una novela que se lee, primero, como un gran relato de viaje y, segundo, como un retrato de una genealogía extraviada en el Líbano cuyos descendientes, por culpa de la mala suerte, terminan en un país como Colombia en una especie de lo que ahora llaman los desplazados.
La caída de los puntos cardinales narra la historia de Dahmar Abderrahud y su esposa Yenira quienes abordo de un barco que hacía la ruta desde el Líbano hasta Chile pierden todo el dinero en una partida de naipes y deben desembarcar en una parada de tránsito que hace el buque en el Puerto de Sabanilla en la costa norte de Colombia, para tratar de recuperar la fortuna perdida. Así se constituyen en unos de los primeros libaneses en llegar a nuestro país a comienzos del siglo XX, a un país que los recibe en guerra civil, pues días antes los liberales se habían sublevado contra el gobierno conservador dando inicio a la que posteriormente se llamó Guerra de los mil días.
El desembarco, los primeros días en Barranquilla, los negocios iniciales, el crecimiento de un almacén textil, el traslado a Bogotá, el nacimiento de la familia, los amigos, en especial Muhamed, quien a lo largo de la trama se convierte en el eslabón que el lector intuye para concluir la novela, etc, son algunos de los episodios que a lo largo de tres capítulos desembocan en un testimonio de que el hombre siempre será un extranjero en la vida, un inmigrante que llegará tarde a todas las aduanas del mundo, menos al amor: "Fluyó la sensación de que si nunca se adelantaron para estar en ese momento, tampoco llegaron tarde a él", concluye Fayad.
La caída de los puntos cardinales traza una cartografía de la inmigración libanesa en Colombia, tan intensa e interesante como todas las inmigraciones que ingresaban a nuestro país por el Atlántico, como los alemanes que huían de las dos guerras mundiales que tuvieron encima o los ingleses que llegaron a trabajar en la construcción del ferrocarril en Santa Marta y quienes trajeron entre otras cosas el fútbol, cuando lo jugaban con los trabajadores nativos de la región en los ratos libres.
Fayad con esta novela deja fluir su propio ritmo. Esquiva la anécdota para soportarse en la palabra y sus personajes fiel a su narrativa que desde su primer libro de cuentos Los sonidos del fuego nos recuerda las atmósferas de seres anónimos, marginales que conviven con un permanente sentimiento de fracaso. Más que el tono dramático o la elaboración de una narración con nudo y desenlace, Fayad demuestra su maestría en la construcción de personajes y la descripción de sus mundos interiores y sus relaciones con el entorno.
Sin duda, el escenario de la historia de Colombia de la primera mitad del siglo XX, hace que la novela sea igualmente una reflexión sobre los procesos políticos y sociales de nuestro tiempo, ya que los personajes son testigos mudos del auge y caída de la hegemonía conservadora, el triunfo de la República liberal, la Revolución en Marcha, el 9 de abril, el sangriento gobierno de Laureano Gómez y la llegada al poder de los militares con Gustavo Rojas Pinilla.
"Si de todos modos al final los hombres siempre perdemos la guerra" como dice en determinado momento Dahmar, con seguridad que el amor y la muerte serán los únicos puntos cardinales que nunca caerán.
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